Cuando nos asalta una idea y
reflexionamos sobre la misma,
-ponderando su valor- , si acto
seguido, uno se distrae y la olvida, automáticamente, siente una orfandad; un vacío que le hace tomar conciencia del extraordinario valor de aquella idea, -
por insulsa que pudiera parecer- ; pues el valor de una idea, estriba en ser
punto de partida para elaborar otras ideas y discursos, desde ese punto vitalmente necesario.