le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

viernes, 29 de diciembre de 2017

jueves, 28 de diciembre de 2017

Pensamientos de Luis buñuel



Después de haber hecho un perro andaluz, intenté quemar todas las copias. Y cuando muera espero que quemen todo lo que he hecho. Comparto los sentimientos del Marqués de Sade. Quiero que me quemen y me arrojen a los cuatro vientos. Quiero desaparecer  completamente, sin dejar rastro.







         SOBRE EL CINE:
En una novela puede decirse : " Arturo,  después de encender un pitillo, continuo su discurso diciendo...".La bondad de la novela depende de lo que diga Arturo,  y la del film estriba en el momento de encender el cigarro".
         Los actores de teatro,  aún sin careta,  no tienen rostros. Solo tienen voz. Y el cine               posee hasta silencio.
       
       
         MÚSICA EN EL CINE:
Por otra parte,  yo detesto la música en el cine. Creo que no se debe usar,  y mucho menos con el concepto que se hace.  Eso de usar música para subrayar un sentimiento me parece deleznable,  muy poco legítimo. 


         SOBRE EL ARTE:
Todo arte,  aún el más abstracto,  entraña siempre una ideología,  contiene un sistema completo de ideas morales. Fatalmente, estará en uno u otro polo de la moralidad.  


         SOBRE EL SURREALISMO:
El surrealismo no es un estado de animo. Es una manera de ver la vida. No se deja de ser surrealista. También es muy difícil convertirse al surrealismo.
Para el surrealismo el arte no era lo importante,  lo importante era la vida,  la manera de ver al hombre, la libertad, al amor: la vida.


          MARQUÉS DE SADE:
Descubrí a Sade cuando me introduje en el surrealismo,  a través de Robert Desnos y Roland Tual. Fue una completa revolución para mí. Extraordinario. 
Nuestra devoción al Marqués de Sade,  entre los surrealistas,  fue siempre intelectual,  por supuesto. Nos entusiasmaba su espíritu liberador,  su rebeldía contumaz contra toda represión. Él, que excitaba al crimen y a los actos más atroces,  fue incapaz de mandar a nadie al patíbulo cuando tuvo la oportunidad,  bajo la República,  se le consideró débil y traidor, y la Revolución lo encarceló.
Toda su vida y su ora fue una provocación al orden establecido. Nosotros, los surrealistas,  nunca fuimos sádicos, sino sadianos. Para nosotros representaba el espíritu mas libre y más inconforme de su época y de muchos decenios posteriores


         TRES LINEAS:
En mi obra hay tres lineas. A la surrealista pertenece El ángel exterminador,  la realista está ejemplificada por Tristana,  mientras que La vía Lactea pertenece a la línea Teológica.
       





sábado, 9 de diciembre de 2017

viernes, 8 de diciembre de 2017

El pequeño desencanto de consumar un deseo.




En cuantas ocasiones, una vez alcanzado un anhelo sobre el que llevábamos largo tiempo depositando nuestras ilusiones; regocijándonos, ya no sólo en que se llevara a efecto, sino en la ilusión que genera la idea de recrearse en la propia posibilidad de la consumación;  una vez producida,  reconocemos la nueva situación como algo normal al instante posterior de consumarse el deseo, - lo cual genera confusión-, y además,  pareciese que franqueáramos un muro que nos impide volver hacia atrás en el recuerdo,  asaltándole a uno un extraño sentimiento de desconcierto, al percatarse de que somos  incapaces de confrontar , como dice Proust,   ese estado anterior con el actual para poder regocijarse por su triunfo,  comparándolos.



Gilberta es la hija del matrimonio Swann. Nuestro protagonista, admira a la familia swann  y anhela ser el ojito derecho de Gilberta, hija de los Swann, sobre la cual ha venido fantaseando desde largo tiempo sobre la posibilidad de recibir su amistad y su favor. Pasado un tiempo, pregunta él mismo a Odette, la mujer de Swann, si era él uno de los amigos preferidos de Gilberta, y he aquí la contestación de la señora de Swann, y la posterior reflexión de Proust:



"-Pero si a usted le debe de hacer más confidencias que a mí; es usted su gran favorito, su gran crack, como dicen los ingleses."
"Indudablemente, en esas coincidencias tan perfectas, cuando la realidad se repliega y va a aplicarse sobre lo que fue por tanto tiempo objeto de nuestras ilusiones, nos lo oculta enteramente, se confunde con ello,  como dos figuras iguales y superpuestas que ya no forman más que una; precisamente cuando nosotros querríamos ,  por el contrario,  para dar a nuestra alegría su plena satisfacción, conservar a todos esos hitos de nuestro deseo,  en el momento mismo que vayamos a tocarlos - y con objeto de estar más seguros de que son ellos- el prestigio de ser intangibles. Y ya el pensamiento, ni siquiera es capaz de reconstituir el estado anterior para confrontarlo con el nuevo, porque no tiene el campo libre; la amistad que hemos hecho, el recuerdo de los primeros minutos inesperados, las frases que oímos, están ahí plantados obstruyendo la entrada de nuestra conciencia, y dominan mucho más las embocaduras de nuestra memoria que de nuestra imaginación,  reaccionando en mayor grado sobre nuestro pasado,   que ya no somos dueños de ver sin que todo eso se interponga sobre la forma, aún libre, de nuestro porvenir."

          Marcel Proust. En busca del tiempo perdido 2. pag 151 







domingo, 3 de diciembre de 2017

Almagro, 10.



Franqueó la doble puerta en vidrio de entrada al café-bar Almagro, 10,  con la misma autoridad que exhibe un oficial inglés entrando en su cantina; iba acompañada, un par de pasos atrás de su ayudante Poztdorf; una rubia belga de generosas proporciones, cabello en media melena rubio brillante y paso grave. Ambas se dirigieron hacia un grupo de amigos que les esperaban justo al lado de donde estaba Horacio con su amigo Schmizt,   cenando de pie sobre una mesa alta. A pesar del semblante de seguridad y caminar decidido, la ligera inclinación de su cabeza  y tronco, parecían delatar cierta timidez, algo no poco común en personas de cierta presencia física; La Condesa Teresa Raffo,  ayudada por su generosa altura, combinaba de manera precisa lo que algunas personas exquisitas logran transmitir: una pose que asume el atractivo de sus cuerpos con actitud humilde, sin ostentación,  pero sin renunciar a ser lo que son,  fruto de sus dones naturales.
Al tiempo que llegaba a la mesa de sus amigos, -en esos segundos desde que la vio entrar-,  Horacio pensó con ironía en cómo el destino había querido que ambos se encontraran caprichosamente un segundo antes de que él,  imbuido por la fatal dependencia del deseo por sentir  su presencia y curiosear su rostro, fuera a escribirla por whatsapp;  rebajándose a la posición del sumiso admirador que sólo consigue hundirse más y más en la sima del olvido,  pues nada alimenta más la posición de superioridad del admirado, que la infatigable perseverancia del admirador. 
Sin  embargo,  Horacio no se reconocía un admirador tal y como las gentes lo conciben.  Por ejemplo: aunque le resultase sin duda placentero,  no era poder emplear tiempo en escudriñar el rostro de la condesa lo que más anhelaba; algunas veces, -son las menos-,  sólo se desea la presencia de la otra persona;  saber que está al lado tuyo, pues su sola cercanía te hace sentirte reconfortado. Ello, le había ocurrido pocas veces en su vida.
Ahora, tras las experiencias vividas en el pasado,  Horacio había aprendido a identificar ese mismo estado actual en aquellos del pasado que nacieron como pequeños hitos en su juventud amorosa, y que derivaban hacia una querencia  irracional,  por cuanto era la persona en sí, lo que inducía en Horacio un apego instintivo y de cierta familiaridad; un apego desvinculado de cualquier posible embelesamiento hacia su  formación, cultura, u otras cualidades de la condesa;  sobre las que poco a nada sabía, y por ende,  carecían de toda influencia en su ensimismamiento.
Horacio no se lo dijo a Schmitz, pero un par de días antes, ella le aseguró que si se quedaba libre después de un funeral que tenia esa misma tarde,  entonces estaría libre y podrían cenar. Por tanto, aquella súbita entrada de la Raffo con su ayudante significó muchas cosas a la vez, aparte de lo ya descrito. Una vez más, la realidad le hacia asumir lo que ya había sucedido en otras ocasiones entre ambos: que ella siempre inventaba excusas para no poder encontrarse con Horacio,  y que para una vez en que él dejo las cosas al azar y decidió no escribirla, esperando que ella le avisara en caso de quedarse libre,- seguramente la condesa ni se acordó, pues probablemente no ocupaba sus pensamientos-,   el destino le brindaba a Horacio la prueba palmaria de que ella prefería salir a despachar con otras amistades en esa noche después del funeral, que salir a cenar con él.
Ante esta situación en que la presencia de la admirada se convertía en una pequeña pesadilla, como pura  representación física de la desazón de Horacio;  no encontró mejor solución que mirar al plato mientras comía, implorando al azar que no tuviera por deseo que las miradas de ambos se encontraran; estando ella situada apenas a un par de metros de distancia,  y sólo tapada por un amigo con el que departía animosamente.
De pronto, un par de minutos más tarde, decidió acercarse a saludarnos.  Estuvo simpática y cercana.  Por segunda vez,  desde que se conocieron en la barra de un bar de forma muy original, las manos de ambos se solaparon en algún momento de la conversación, rozando sus falanges suavemente. En esos dos primeros encuentros, fue  Horacio el que retiró su mano  antes - quizá impercetible para  ella-,   debido al pudor que sentía por lo inesperado de una muestra de cariño que quizás sea habitual para Teresa Raffo , pero a la cual,  Horacio no quería dar pábulo,  por riesgo a querer mantenerla en el tiempo y producir una reacción de rechazo, cosa que  trataba de evitar a toda costa.
Mostraba desparpajo al hablarles alternando su mirada entre uno y otro, pero seguía con la cabeza ligeramente inclinada. Horacio pudo recrearse en su rostro; a menudo, más que en lo que le decían las personas, se fijaba en cómo lo decían,  aprovechando el tiempo para sentir lo que la expresión de su rostro le transmitía. Los ojos de La condesa estaban velados por algún pequeño derramamiento en aquella fría noche de Noviembre, y sus parpados se mostraban algo cansados; seguramente , ella nunca sabría -  de no ser el propio Horacio quien se encargara de decírselo- ,  que aquellos pequeños signos de imperfecciones, lejos de ser desagradables, se mostraban a Horacio como exquisitos contrapuntos a la belleza general de su rostro, pues como el  escritor y esteta italiano  Gabriel D'annunzio le gustaba proclamar: " No hay nada peor que un rostro perfecto, sin que haya detalle alguno que le otorgue personalidad diferenciada".
La conversación duró poco,  aunque fue cordial y alegre,  como ella es.  A partir de ese momento, Horacio se decicó a charlar con Schmitz de temas muy diversos; sin embargo,  había una parte de él que quería seguir con atención los movimientos de La condesa. Y la verdad es que esta mujer, más que moverse, se desliza. Posee una cualidad natural para andar con gracilidad y elegancia de un lugar a otro de aquel local que encandila.
En varias ocasiones,  fruto de sus encuentros fortuitos con amigos - no olvidemos que en estos ambientes burgueses todo el mundo se conoce- ,  pudo observar su rostro mientras hablaba con otras personas; para su sorpresa, fue en estas visiones dónde Teresa Raffo expresaba toda su belleza, pues Teresa,   no sólo es la belleza de su rostro,  sino su conjunción con los movimientos y actitudes tan dulces y exquisitos que desarrolla en cada momento de su conversación. Expresa bondad, una serena dulzura y alegría de vivir; todo ello sutilmente ponderado por unas maneras muy educadas  y escogidas; todo un arte de la feminidad; - tan escaso en estos tiempos que le han tocado vivir a Horacio -,  y por lo que, a menudo,  procura internarse en mundos casi olvidados de sutilezas y bellezas que los mejores escritores del siglo XIX relatan en sus grandes novelas.
No obstante, Horacio es consciente de que todas estas consideraciones que a él le encandilan y le hacen ver a la condesa por dentro, - desde su comportamiento externo, captando su esencia -,  o al menos,  la esencia que él siente,  constituyendo motor de una inspiración y atracción noble;  a buen seguro tendría un nulo efecto en su potencial receptor,  cuando no contraproducente, si se lo declarara de forma hablada o escrita; debido a cómo la idiosincrasia de las relaciones entre los hombres y las mujeres han ido cambiando hasta la actualidad, en un mundo que se caracteriza por las pasiones inmediatas y la constante renovación de las mismas,  para huir de enfrentarse con uno mismo y su pensamiento, entre otras cosas. 
Pero el que escribe este texto no quiere,  y cree que no debe,  dejar de expresar todas estas sensaciones vividas por Horacio, por más que ello se pudiera volver en contra de Horacio y sus intereses, o como mal menor, pasara totalmente inadvertido; porque al final, lo único que importa es la honestidad hacia uno mismo, y con ella, si no llega a los otros, será porque no se estaba hecho el uno para el otro, y quizás,  los tipos de sensibilidades no concuerden, pues es milagro el que sentimientos y sensibilidades humanas terminen por ser coincidentes. 
La citada noche de almagro, 10 , - fue un jueves- ,  que tantos frutos  ofreció a Horacio, tuvo un remate estético a modo de colofón, pues en sus idas y venidas, la espigada condesa malagueña terminó por situarse en el exterior del bar para conversar con unas amistades y Horacio pudo contemplar, asombrado, la gran melena castaña que portaba cual corcel árabe; pero  no quiso contarme más acerca de este capitulo, por lo que espero ganarme su confianza una vez más en el futuro, y contar más aventuras, - y  desventuras-,  de la vida  de Horacio.






lunes, 27 de noviembre de 2017

La sumisión de los espíritus selectos a los vulgares. Marcel Proust.


"Pero Swann estaba ciego en lo que hacía a Odette , no sólo para aquellas lagunas de su educación,  sino para lo mediocre de su inteligencia.Y es más, siempre que Odette contaba un cuento estúpido, Swann la escuchaba complacido,  alegre, casi admirado, como con un regazo de voluptuosidad ; y, en cambio, en la misma conversación, las cosas finas o profundas que él dijera las escuchaba Odette, por lo general, sin interés, impaciente y de prisa, y muchas veces las contradecía severamente. Y si se piensa, a la inversa, en tantas mujeres de mérito que se dejan seducir por un zopenco, implacable censor de sus más delicadas frases , mientras que ellas se extasían , con la infinita indulgencia del cariño, ante sus más vulgares tonterías, se llegará a la conclusión de que en muchos hogares es usual esa sumisión de los espíritus selectos a los vulgares". 


            En busca del tiempo perdido 2,  Marcel Proust.




A La extraordinaria,  - diría casi única- , capacidad de Proust para entresacar y dotar de un discurso clarividente a aquellos pensamientos que pululan en la recóndita intimidad de  mayoría de los seres,  incapaces de darles concreción;  hemos de añadir la proyección de esa misma clarividencia para interpretar y sintetizar los patrones de comportamiento que rigen algunas tipos relaciones entre las personas. 

En este caso que presento, Proust, focaliza su atención en la aparente paradoja que se produce en cierto número  de relaciones de pareja, en las que el individuo más exquisito y elevado de ambos, vive sumisamente bajo el desdén y desprecio de su partenaire; a lo que se añade,  para mayor sorpresa, la admiración y complacencia con que el despreciado venera cualquier tipo de manifestación mediocre y vulgar de su amado.  

Proust envuelve todo un pequeño universo en unas pocas lineas, que lleva al lector a maravillarse al término de su lectura como si de una epifanía se tratara, por cuanto el lector, obtiene una imagen terminada y completa de un asunto complejo. 
A cada linea de lectura, la clarividencia se hace más patente,  hasta que,  al llegar al final de la reflexión, uno llega a tener la totalidad de la cuestión en un pañuelo, perfectamente sintetizada y aprehendida en su pensamiento.






miércoles, 8 de noviembre de 2017

Los Hermanos Karamazov. Fiódor Dostoieveski.


"[...era el tipo del hombre no sólo ruin y disoluto,  sino,  a la vez,  torpe, aunque de aquellos torpes que saben componer a las mil maravillas sus asuntos de intereses y únicamente,  al parecer,  tales asuntos" 
          Los Hermanos Karamazov,  1.880. Fiódor Dostoievski. 



La primera página de la novela, y me encuentro esta reflexión...., y quedan 1.226 páginas más... 


domingo, 5 de noviembre de 2017

La vulnerabilidad del hombre maduro.



" Es bien sabido que un hombre arrastrado por la pasión, sobre todo si ya va entrado en años, se ciega por completo y es capaz de ver esperanza donde no hay ninguna; más aún, pierde el juicio y obra como un rapaz estúpido por inteligente que pueda ser"


El idiota,  1869 .  Fiódor Dostoievski


Los hombres,  a medida que van adentrándose en la edad madura, adquieren una estabilidad y dominio de sus propias vidas que contrasta con el incipiente aumento de la vulnerabilidad en ciertas capas inexploradas de su espíritu más sensible; es un estado dulce y peligroso, tendente a desatar pasiones desmedidas. Este aumento de la vulnerabilidad, positivo por cuanto le hace crecer como ser humano,  tiene como origen, en parte,   la  pérdida paulatina de capacidades físicas y la disminución de la capacidad para atraer a la mujer e influir en ella. No son pocos los ejemplos en que hombres ya entrados en la cincuentena,  caen enamorados perdidamente en manos de mujeres veinteañeras, comportándose como verdaderos peleles en algunas ocasiones,  perdiendo su dignidad e incluso destruyendo matrimonios asentados.  Es un estado  que ha quedado reflejado en varias Películas. Me vienen a la mente dos grandes metrajes a este respecto: 




                                     La piel suave del director Francoise Truffaut



                                          El último tango en Paris, de Bertolucci.

  




lunes, 30 de octubre de 2017

MARIASOLE diseño y moda.



El escritor Félix de Azúa,  con motivo de intervenir en una conferencia en Madrid sobre el Dandysmo, relataba cómo el ser humano aprendió a distinguirse del resto de animales a través de la vestimenta; fue en la época Griega, al comprender que ya no había posibilidad de confusión con el animal, cuando empezaron a  representarse los primeros desnudos. La vestimenta es la significación del cuerpo; desnudos no somos nada, vestidos podemos ser muchas cosas.

El modo de vestir no es tan importante como la forma en que se lleva el atuendo. La significación de la persona a través de la ropa conlleva una proyección que engloba la gestualidad, las maneras y los movimientos de la persona;  esas actitudes, a su vez, provienen y se complementan con la educación recibida en la familia, más el aporte personal del carácter natural del individuo concreto en que se significa esa vestimenta. Ciertamente, todo esto lo resume muy bien Coco Chanel en su célebre frase:

 "No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación.No es la ropa, es la clase"



Me hallaba en una cena de amigos el pasado sábado por la noche, cuando llegaron,  recién empezada la cena,  tres amigas italianas de nuestro anfitrión. Una de ellas se sentó a mi izquierda. Iba elegantemente vestida; sus ojos azules contrastaban con el color claro y luminoso de su piel. Al sentarse, pude detenerme en contemplar su perfil; me llamó la atención un pendiente que tenía en forma de cono invertido fabricado en cuero,  cuyo desarrollo crecía con una espiral. Me sorprendió, porque siendo un pendiente grande, su posición invertida, más el uso de la piel en espiral para generar la idea del cono, le restaban presencia en relación a su tamaño, resultando finalmente armonioso con el perfil de María sole, que resultó ser la diseñadora de esta joya en piel. Así pues, esta elegante chica florentina diseña sus propias joyas, - en su mayoría en cuero-  ,  desarrollando su trabajo actualmente en Londres.

Al día siguiente, - habida cuenta de la curiosidad que me generó - , navegué por la web de su marca, y pude hacerme una idea de los aportes que hace Maria sole Ferragamo en sus diseños, que no son pocos. Me encontré varios diseños en cuero a base de generar superficies regladas que recuerdan a arquitectos como Pier Luigi Nervi, o Carlo Scarpa, ambos arquitectos italianos. No en vano, es Arquitecta,  y esa formación se nota en sus inspiraciones.

Bajo mi punto de vista, la principal aportación al mundo del diseño de joyas que hace esta joven creadora, es la reinterpretación del concepto de joya tradicional, de manera que, unos pendientes de Maria sole pueden adquirir la significación de complementos-joya, como puedan ser unos zapatos de cuero,  o un buen bolso. Esta interesante reinterpretación parece materializarse  principalmente a través de la acción conjunta de tres vías:

-La audaz apuesta que supone la utilización del cuero como material principal en sus diseños,  donde tradicionalmente los metales preciosos han sido los protagonistas. 

-La imaginativa adaptación de las superficies geométricas regladas al mundo de la moda.

-La óptima trabajabilidad del cuero en tiras alargadas para generar este tipo de tramas   variadas.


El resultado estético es un conjunto de piezas armoniosas en forma de mallas de originales diseños,  que se integran en las formas corporales de la modelo,  o forman volúmenes que se destacan del cuerpo,  y que terminan por situarse en un nuevo plano de expresión estética a caballo entre la joya, el complemento, o incluso,  una prenda más.

Creo que esta diseñadora tiene un futuro prometedor;  ha encontrado una nueva forma de expresar la elegancia, creando un nuevo nicho de mercado en un mundo muy competitivo y exigente.






                                 



martes, 19 de septiembre de 2017

Elle a passé tant d’heures sous les sunlights… (Philippe Garrel,1985)



Una chica se sube en su coche y recorre las calles de París al encuentro con su novio. Después, aparece fugazmente un amante, el cual los persigue durante unos metros; finalmente, ambos emprenden un viaje, o no, y ella contempla a su amor.




Podría, bajo el efecto embriagador de la emoción que he sentido viendo esta escena, tratar de expresar todos los detalles que atesora. No lo voy a hacer. Me siento dulcemente desfondado; sobrepasado por esta sucesión de imágenes que anegan mi interior,  colmándolo.

¿Por qué es tan difícil filmar algo que Garrel expresa de forma tan natural ?. Siento que comprendo la esencia de cada segundo de esta escena,  y esa pasión,  me lleva a intentar emular,  o incluso interpretar lo que siento,  transponiendo eso mismo a mi forma de concebir el cine. Pero es inútil. ¿Qué más da?, prefiero ni intentarlo,  seguro del fracaso que supondría tratar de  hacer un cine que intente expresar tanto con tan poco. Admiro la honestidad y la belleza genuina que vive en cada plano, alcanzando el todo,  - ese todo,  es precisamente el regalo para mis sentidos- , la sensación de plenitud. Me quedo con la dulce felicidad que me aporta el encontrar una escena que te da razones para amar el cine, ni más , ni menos. Gracias,  Philippe Garrel.




sábado, 16 de septiembre de 2017

Sobre la importancia del presente.



"Los niños no tienen ni pasado ni futuro, por eso gozan del presente", algo que el hombre ya no sabe hacer.


André Gide, sobre esta gran frase de La Bruyère.

martes, 12 de septiembre de 2017

Alguna consecuencia del Provincianismo.



Cuanto más pequeño es el entorno en el que uno se mueve y opera, mayor es la sensación de que lo que  uno hace es importante.

domingo, 27 de agosto de 2017

Dostoievski, sobre el sacrificio voluntario.



 <<... El sacrificio voluntario, plenamente consciente y libre de toda coacción, el sacrificio de uno mismo en provecho de todos, es para mí la muestra del mayor desarrollo de la personalidad, de su superioridad, de una perfecta posesión de uno mismo, del más perfecto libre albedrío [...] Una personalidad fuertemente desarrollada, sin temer por sí misma, no puede hacer ya nada para sí, es decir, no puede tener otra utilidad que la de sacrificarse por los demás, a fin de que todos ellos se conviertan a su vez en personalidades arbitrarias y felices. Es la ley de la naturaleza: el hombre normal tiende a alcanzarla.>>

*Fragmento de un capítulo de Viaje al Extranjero.


Fiodor Dostoievski

Dostoievski nos habla en este agudísimo párrafo sobre aquello que Aristóteles llamaba el ejercicio de la virtud, por el que cualquier ser humano recibe ulterior beneficio por dedicarse a los demás. Sin embargo,  Aristóteles no condicionaba el ofrecerse a los demás a haber adquirido una personalidad fuertemente desarrollada, como sí lo considera Dostoievski, sino que ya el mero ejercicio de la entrega,  - desde cualquier fase del desarrollo personal- ,   sería el mecanismo natural para llegar a la excelencia de sí. 







lunes, 21 de agosto de 2017

De la vida de las Marionetas.1980, Ingmar Bergman


Hay una escena en esta obra maestra de Bergman, en la que tiene lugar un encuentro desgarradoramente honesto entre dos amigos: la mujer del asesino psicópata y su amigo homosexual. A propuesta este último, ambos pasan un rato descansando en el apartamento  antes de proseguir con el rodaje de un Spot en el que ambos están inmersos. La escena, aparte de ser todo un alarde de magníficas interpretaciones por parte de ambos actores, llama especialmente la atención por el monólogo que interpreta el amigo homosexual (Walter Schmidinger), sacando a la luz en una sola escena una serie de reflexiones sobre miedos, obsesiones y patalogías mentales,  que muy pocos directores se han atrevido a reflejar;  aspectos oscuros y profundos de la personalidad  que forman parte del inconsciente de nuestras sociedades desarrolladas más de lo que imaginamos. En cualquier caso, es admirable el talento de Bergman para trasladar  la psique oculta de un personaje a un guión con pasmosa naturalidad y talento.





Los temas sobre los que pasa Walter Schmidinger son peliagudos, y con cada uno de ellos se puede hacer una película. Estos son los temas que están insertos en las confesiones que retrata este lúcido y crudo diálogo:


Tendencia a la infidelidad en las parejas homosexuales

La infelicidad detrás de algunas personas en las que por fuera todo parece que va perfecto.

La relación de especial comunicación entre homosexuales y mujeres.

La sensación de angustia que puede aflorar en una persona madura que nunca haya valorado lo espiritual, y de repente se da cuenta de que lo necesita para gestionar su vida.

Depresiones debidas a esa constante confusión entre lo que uno desea y sus necesidades reales.

El problema del envejecimiento desde la constatación de la fealdad del propio cuerpo que degenera.

Somos sólo un reflejo de lo que queremos ser.

Cómo las adiciones dominan la vida de una persona,  y la destruye.

Sobre una posible dualidad - dos incompatibilidades-, en la constitución de la conciencia del individuo;  por un lado: intimidades, ternura, amistad;  al otro lado: violencia, suciedad, horror, la amenaza de la muerte.

Apuntar la posibilidad de que la desgracia en su vida madura se debe a una suerte de compensación por haber tenido en el pasado unos sueños demasiado hermosos.


De la vida de las Marionetas.1980, Ingmar  Bergman
Dirección y Guión: Ingmar Bergman
Fotografía: Sven Nykvist
Música: Rolf Wilhelm
Dirección artística: Herbert Strabel
Producido por Personafilm
Intérpretes: Robert Atzorn, Christine Buchegger, Martin Benrath, 
Rita Russek, Lola Münthel, Walter Schmidinger, Gaby Dohm








Trazas sobre la personalidad de Gabriel D'Annunzio



Gabriel D'Annunzio escribe su novela El triunfo de la muerte en tercera persona; es Giorgio el personaje de la novela,  quien vive una pasión sin salida con Ippolita, su amante. Pero resulta obvio que este personaje, siendo conocida la personalidad de D'Annunzio a través de las biografías existentes,  es un reflejo de las preocupaciones del escritor y de sus vivencias,  por lo que, tras la lectura de la novela,  me ha parecido interesante resaltar algunos aspectos de Giorgo Aurispa en las que el escritor parece haber proyectado sus propias obsesiones, preocupaciones existenciales,   creencias sobre sí mismo y sobre sí, respecto al resto de la sociedad:





No poder soportar la existencia, la ansiedad que le genera la imposibilidad de no obtener una respuesta global a su propia vida.

Coqueteo constante con la idea del suicidio, otorgándole una dimensión estética; ello, paradójicamente,  quizás le hace liberar esa pulsión,  para no llevar a cabo esa acción efectivamente.

Autoafirmación desde el complejo de supremacía, superioridad de conciencia y sensibilidad. A través de la observación de la  mediocridad humana, de manera que él se ve a sí mismo como un elegido, perteneciente a una élite que nada tiene en común con el ser humano animal que le rodea.

“ la profundidad de su conciencia y la infinita extensión de su sensiblidad le llenaban de orgullo”

Esto le lleva a pensar que su alma tiene una potencia ilimitada ( es una manera de encontrarla inmortalidad en la tierra)

Se mueve en la ambivalencia que constituye la idealización de la carnalidad y sensualidad de la mujer amada, que por un lado la idealiza, y por otro la desprecia.
Cuando la desprecia,  ello le hace darse cuenta de que en los periodos de idealización, su visión era ficticia, como provocada por un fantasma o un diablo que le lleva a esas apreciaciones  ( no es él); Considera a la hembra una especie de demonio, motivo de su perdición y locura.

La concupiscencia le abruma y le desconcierta,  pues ello le apega a la tierra  y le separa de la consciencia de su superioridad sobre el resto de los hombres. Esta contradicción le atormenta,  por lo que ve en la mujer un símbolo de su contradicción y le coge manía

"No estoy con ninguna mujer para poder poseerlas a todas a todas en potencia, poder observarlas manteniendo mi deseo intacto de culpa, pleno de poder."

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viernes, 18 de agosto de 2017

La vida rural.



Mientras reflexionaba un tanto ausente sobre algunos comentarios leídos en el libreto de la película El Espíritu de la Colmena de Victor Erice; este maravilloso metraje,  con su tempo misterioso,  me ha hecho conectar con el ambiente rural en el que hoy he presenciado,  por la mañana, un entierro en el pueblo de mi madre. Las gentes de ambientes rurales conocen la muerte desde la infancia, pues rodeados como están de naturaleza, viven el ciclo de la vida hacia la muerte en todas y cada una de las realidades naturales en las que están inmersos. La vida en la cuidad es falsaria; las calles son una sucesión de imágenes dinámicas, personas que van y vienen, vida en movimiento, un trasiego constante en el que la muerte queda excluida.

Observaba a los campesinos y gentes del pueblo conversar en el exterior de la iglesia donde se había de esperar al féretro. En aquellas conversaciones, el horror de la muerte ya había sido superado años atrás, en la infancia. Ahora, unos más decrépitos que otros, esperan apacibles al muerto. Aceptan la muerte como parte de la vida, indisoluble; integrada en las calles, en los campos, en los árboles, y en cada pequeño bicho o gran animal con el que conviven. 





jueves, 27 de julio de 2017

Interludio romano. ( versión en francés)





Il était riche indiciblement, veuve mûre. Sa conservation atteint grâce à l'égoïsme, l'inconscience et une bonne hygiène, était un monument à l'injustice

« On croyait spirituel parce qu'il était acerbe et cinglante n'a été mal contenue par la peur. J'avais peur de tout. »

Et dit à un Ellé fils que je l'mari en avais aimé la comtesse Fahvésy. Alors mon visage Que pour Montré que l'expression naïve, est notre vanité réveille Constamment, il is compliment pour tous, prêt ».


« Il avait trente-deux ans, n'a pas été un excès esclave de ma mémoire et ayant été rénové, le désir m'a empêché de voir ce qui allait devenir évident, à savoir que le destin et monotonies est rien de plus que la manie où la liberté couler lentement ».
« Je craignais que les faiblesses Marianne étaient au-delà de ma faiblesse de la force a le pouvoir infini sur la force et cela ne peut jamais battre que, au moins quand il l'a épousée. Cela peut être vu dans tous les mariages.

« Il y a toujours me sournoises ne cassera pas la dernière écluse d'un cœur féminin ne doit pas être traîné ».

martes, 4 de julio de 2017

Interludio romano, Pierre Drieu la Rochelle. - Selección de perlas - .


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"Era abominablemente rica, viuda y ya madura. Su perfecta conservación conseguida gracias al egoísmo, la inconsciencia y la buena higiene, eran un monumento a la injusticia".
 Nota: Esta frase estaba en una de las últimas hojas,  pero, por su  extrema  agudeza, merecía estar en los primeros puestos de esta relación.. 


"Se creía espiritual porque era mordaz y su mordacidad no era sino maldad contenida por el miedo. Pues tenía miedo de todo".



"...Y ella aseguró a su marido que yo había gustado a la condesa Fahvésy. Mientras mi rostro mostraba aquella expresión ingenua, que nuestra vanidad, constantemente despierta,  mantiene dispuesta para cualquier halago".
   
         
         Sobre Gabriele D'annunzio:

  "Por qué no visité a Gabriele?, no me gustan los hombres célebres: huí de ellos como huí de las más hermosas mujeres, por toda la herrumbre que les cubre. Sólo a mi pesar he mantenido algunos contactos y no hice nada para incitarles a una mayor intimidad. Prefiero haber conocido a ciertos espíritus ignorados, que solo más tarde serían turbados por la gloria,  y que me entregaron su relativa inocencia,  bastante  inclinada hacia la violación".

"Mi mirada estaba fija pero mi espíritu estaba ausente. Y el deseo pasa por el espíritu". 
  
"La condesa exigió un menú ridículamente escaso; lo que me hizo sentir incómodo frente al maitre: experimentar los supuestos sentimientos de los servidores era uno de mis defectos pequeñoburgueses". 



"La rigurosa simplicidad,  la inocente crudeza con la que se confesaba, me parecieron la prueba del único pudor verdadero,  el que resiste a la vida que despoja y desnuda. Pero el pudor es la propia palpitación del alma. Por lo tanto tenía un alma. Era precisamente porque tenía un alma que, según yo acostumbraba,  me había desorientado frente a ella".


"Las mujeres se quejan de la brusquedad de los hombres , pero cuando encuentran a un hombre que es sensible a las ceremonias del amor, jamás tienen tiempo para él". 


"Tenia treinta y dos años; no era en exceso esclavo de mi memoria y habiéndome renovado,  el deseo me impedía ver lo que más tarde se haría evidente, a saber que el destino y sus monotonías no es otra cosa que la manía en la que poco a poco se hunde la libertad".



"Temí que las debilidades de Marianne fueran superiores a mis fuerzas. La debilidad posee un infinito poder sobre la fuerza y ésta jamás puede vencer a aquella, al menos cuando se ha casado con ella: eso puede verse en todos los matrimonios". 


"Me ayudó la llegada de una pareja conocida. Era un inglés casado con una rusa; aquel hijo de lord se había hecho anticuario en la rue Saint - Honoré y se había casado con una hermosa rusa que era maniquí. Ambos eran de impecable belleza, y para prolongar el placer que experimentaba al contemplarles, les seguía a todas partes. Aquello me forzó a hacer el recorrido de los príncipes, los duques y los marqueses. Sentía junto a aquellos seres altos y rubios una comodidad deliciosa; todos mis pecados eran perdonados, dejaba de rebelarme  y revolverme contra el orden constituido. Puesto que el mundo contenía algo bello". 
 

"Existe siempre en mí la solapada voluntad de no romper la última esclusa  de un corazón femenino para no ser arrastrado".



" El desprecio hiere más a quien desprecia que al despreciado".


Sobre Roma:
 ".... una ciudad agotada por el tedio de vivir , y de seguir siendo grande e interpelar a un universo que no sabe que hacer con tanta magnificencia".


         Sobre la aristocracia italiana:
"...y se veía circular por los pasillos aquellas figuras fatigadas, replegadas sobre su prestigio, delicadamente desdeñosas,  lejanamente enlutadas..."


"La tomé en mis brazos y la traté con infinita consideración. Hicimos el amor por primera vez de un modo íntimo, verdaderamente carnal, es decir, verdaderamente espiritual". 

 
      "...todo indicaba que yo estaba condenado a la soledad. La soledad,  la maravillosa soledad. roma me pertenecía, como parís. Como toda la tierra. Sólo tenía que andar. ¿Qué falta me hacían los humanos?, no eran más que una fastidiosa multiplicación de mí mismo. estaba solo en medio del mundo".

"Me hallaba en uno de esos momentos en los que percibo a la perfección el carácter ascético de mi preferencia por las prostitutas. No quería ensuciarme con aquella carrera* que me tendía una trama mezquina. su belleza aparentemente generosa y la magnificencia de su cuerpo no me engañaban. Y tampoco quería humillar a Edwige, por la que sentía mucho respeto".
          carrera* -  La princesa Margarita Carrera



"Años de inconsciencia en los que se defiende el yo sin conocerlo; únicos años en los que el yo existe realmente, como una planta que crece. Luego, con la conciencia llega el conocimiento de la repetición, del otra vez".



"Fascinado, me era preciso mirar a aquellos humanos que no sabían, que no parecían saber que la muerte está en la vida y que el amor no aparece en los corazones más que para roerlos, destruirlos, o mejor, desvelar su abierto vacío".




miércoles, 21 de junio de 2017

Cierto tipo de espíritu a evitar.




Colgué el teléfono con cierta rabia tras la conversación. Sentí un torrente de mal estar que emergía de mi interior,  tratando de disiparse alrededor de mi aura para deshacerse de la pobreza de espíritu  que aquel hombre proyectaba tan efectivamente sobre mis oídos. 
El origen de mi rechazo residía en identificar en aquella modulación del habla, tan monocorde y pesimista,  la asunción de una cierta forma de claudicar ante la vida; de vivir vencido; como si el tedio y el hastío fueran patrones aprendidos y posteriormente sedimentados sobre su ser como una áspera capa de herrumbre; algo que se supone natural al devenir de la vida . Huyo de él. Hay que alejarse de este tipo de personas que a fuerza de olvidarse de sí mismos; renuncian a optar , -ya por apatía, ya por cobardía-, a la felicidad que da la toma de la decisión. Porque yo decido qué veo al levantarme por las mañanas y observar unos segundos los tejados: el monótono ritmo de sus cubiertas de teja cerámica, o el interesante juego de brillos que producen los rayos del sol proyectados sobre esas mismas cubiertas. Y así, con todo.


martes, 20 de junio de 2017

Interludio romano. Pierre Drieu la Rochelle.



"Ciertamente en aquellos momentos era casi feliz. Esta es,  sin embargo, una palabra impropia por completo pues, para mí, jamás ha sido cuestión de felicidad. En verdad llegué a creer vagamente en ella, hablé de ella en accesos de entusiasmo, me la prometí y la prometí a amantes y amigos. Pero, en definitiva, jamás la he buscado con demasiado interés. Pero lo que jamás he buscado tampoco porque siempre lo he poseído es el goce, el íntimo goce de la vida. La felicidad es algo demasiado vasto y demasiado vago. Elijo la palabra goce para designar lo que he deseado y he tenido. No he gozado de mí en la soledad de mi corazón,  me siento poco vinculado a mi mismo, pese a que en momentos de despecho y envidia pueda parecer lo contrario; he gozado la vida en el tránsito de mi conciencia. He gozado sin pesar y sin pesadumbre. Y el goce del que hablo está hecho de una indeleble mezcla de pena y alegría, angustia y tranquilidad, y todo en una prodigiosa inmovilidad. Este es el prodigio de mi vida: mi inmovilidad. Cierto que me ha costado mucho tiempo comprender que tal prodigio era mi razón de ser y justificarlo así, simple y llanamente, ante mi conciencia. Me avergonzó a menudo,  fui atraído, inquietado por el reverso de mi naturaleza, soñé en una acción que fuera agitación,  no me creí apto para la acción. Sólo el día en que reconocí,  admití, aprobé en mi la inmovilidad pude simultáneamente reconocer el principio de la acción que se hallaba en dicha inmovilidad. Digamos, entonces, estabilidad mejor que inmovilidad."

Interludio romano.  Pierre Drieu la rochelle. 





Tabaré. Juan Zorrilla de San Martín


Un día cualquiera, por azar , encuentras un poeta que,  tras los primeros versos leídos, hace reverberar aquellas fibras de tu interior que pensabas la poesía nunca haría vibrar. Yo sentía que la poesía no era para un cierto tipo de sensibilidad como la mía; y que quizás, no era algo que perteneciera a mi idiosincrasia. Ahora, al leer a Juan Zorrilla, descubro que la poesía se encuentra contigo a través del poeta adecuado. A partir de ahora,  leeré estos versos en los que me es grato y fácil sumergirme.Qué agradecimiento inmenso hemos de profesar hacia  aquellos escritores que nos ayudan en el incierto camino del desarrollo personal. Gracias,  Juan Zorrilla.

I

Levantaré la losa de una tumba;
e, internándome en ella,
encenderé en el fondo el pensamiento, 
que alumbrará la sociedad inmensa.

Dadme una lira y vamos: la de hierro,
la más pesada y negra;
ésa, la de apoyarse en las rodillas,
y sostenerse con la mano trémula,

Mientras la azota el viento temeroso
que silba en las tormentas,
y, al golpe del granizo restallando,
sus acordes difunde en las tinieblas;

La de cantar, sentado entre las ruinas,
como el ave agorera;
la que, arrojada al fondo del abismo,
del fondo del abismo nos contesta.

Al desgranarse las potentes notas
de sus heridas cuerdas,
despertarán los ecos que han dormido
sueño de siglos en la oscura huesa;

Y formarán la estrofa que reve-le
que la muerte, piensa:
resurrección de voces extinguidas,
extraño acorde que en mi mente suene.


II

Vosotros, los que amáis los imposibles;
los que vivís la vida de la idea;
los que sabéis de ignotas muchedumbres,
que los espacios infinitos pueblan,

Y de esos seres que entran en las almas,
y mensajes oscuros les revelan,
desabrochan las flores en el campo,
y encienden en el cielo las estrellas;

Los que escucháis quejidos y palabras
en el triste rumor de la hoja seca,
y algo más que la idea del invierno,
próximo y frío, a vuestra mente llega,

Al mirar que los vientos otoñales
los árboles desnudan, y los dejan
ateridos, inmóviles, deformes,
como esqueletos de hermosuras muertas;

Seguidme, hasta saber de esas historias
que el mar, y el cielo, y el dolor nos cuentan;
que narran el ombú de nuestras lomas,
el verde canelón de las riberas,

La palina centenaria, el camalote,
el ñandubay, los talas y las ceibas:
la historia de la sangre de un desierto,
la triste historia de una raza muerta.

Y vosotros aun más, bardos amigos,
trovadores galanos de mi tierra,
vírgenes de mi patria y de mi raza,
que templáis el laúd de los poetas;

Seguidme juntos, a escuchar las notas
de una elegía, que, en la patria nuestra,
el bosque entona, cuando queda solo,
y todo duerme entre sus ramas quietas;

Crecen laureles, hijos de la noche,
que esperan liras, para asirse a ellas,
allá en la oscuridad, en que aún palpita
el grito del desierto y de la selva.


III

¡Extraña y negra noche! ¿Dónde vamos?
¿Es esto cielo o tierra?
¿Es lo de arriba? ¿Lo de abajo? Es lo hondo,
sin relación, ni espacio, ni barreras;

Sumersión del espíritu en lo oscuro,
reino de las quimeras,
en que no sabe el pensamiento humano
si desciende, o asciende, o se despeña;

El caos de la mente, que, pujante,
la inspiración ordena;
los elementos vagos y dispersos
que amasa el genio, y en la forma encierra.

Notas, palabras, llantos, alaridos,
plegarias, anatemas,
formas que pasan, puntos luminosos,
gérmenes de imposibles existencias;

Vidas absurdas, en eterna busca
de cuerpos que no encuentran;
días y noches en estrecho abrazo,
que espacio y tiempo en que vivir esperan;

Líneas fosforescentes y fugaces,
y que en los ojos quedan
como estrofas de un himno bosquejado,
o gérmenes de auroras o de estrellas;

colores que se funden y repelen
en inquietud eterna,
ansias de luz, primeras vibraciones
que no hallan ritmo, no dan lumbre, y cesan;

Tipos que hubieran sido, y que no fueron,
y que aún el ser esperan;
informes creaciones, que se mueven
con una vida extraña o incompleta;

Proyectos, modelados por el tiempo,
de razas intermedias;
principios sutilísimos, que oscilan
entre la forma errante y la materia;

Voces que llaman, que interrogan siempre,
sin encontrar respuesta;
palabras de un idioma indefinible
que no han hablado las humanas lenguas;

Acordes que, al brotar, rompen el arpa,
y en los aires revientan
estridentes, sin ritmo, como notas
de mil puntos diversos que se encuentran,


Y se abrazan en vano sin fundirse,
y hasta esa misma repulsión ingénita,
forma armonía, pero rara, absurda;
música indescriptible, pero inmensa;

Rumor de silenciosas muchedumbres;
tumu1tos que se alejan...
todo se agita, en ronda atropellada,
en esta oscuridad que nos rodea;

Todo asalta en tropel al pensamiento,
que en su seno penetra
a hacer inteligible lo confuso,
a refrenar lo que huye y se rebela;

A consagrar, del ritmo y del sonido, 
la unión que viva eterna;
la del dolor y el alma con la línea; 
de la palabra virgen con la idea;

Todo brota en tropel, al levantarse
la ponderosa piedra,
como bandada de aves que, chirriando,
brota del fondo de profunda cueva;

Nube con vida que, cobrando formas
variables y quiméricas,
se contrae, se alarga, y se resuelve,
por sí misma empujada en las tinieblas.

Y así cuajó en mi mente, obedeciendo
a una atracción secreta,
y entre risas, y llantos, y alaridos,
se alzó la sombra de la raza muerta;

De aquella raza que pasó, desnuda
y errante, por mi tierra,
como el eco de un ruego no escuchado
que, camino del cielo, el viento lleva.


IV

Tipo soñado, sobre el haz surgido
de la infinita niebla;
ensueño de una noche sin aurora,
flor que una tumba alimentó en sus grietas:

Cuando veo tu imagen impalpable
encarnar nuestra América,
y fundirse en la estrofa transparente,
darle su vida, y palpitar en ella;

Cuando creo formar el desposorio
de tu ignorada esencia
con esa forma virgen, que los genios
para su amor o su dolor encuentran;

Cuando creo infundirte, con mi vida,
el ser de la epopeya,
y legarte a mi patria y a mi gloria,
grande como mi amor y mi impotencia,

El más débil contacto de las formas
desvanece tu huella,
como al contacto de la luz, se apaga
el brillo sin calor de las luciérnagas.

Pero te vi. Flotabas en lo oscuro,
como un jirón de niebla;
afluían a ti, buscando vida,
como a su centro acuden las moléculas,

Líneas, colores, notas de un acorde
disperso, que frenéticas
se buscaban en ti; palpitaciones
que en ti buscaban corazón y arterias;

Miradas que luchaban en tus ojos
por imprimir su huella,
y lágrimas, y anhelos, y esperanzas,
que en tu alma reclamaban existencia;

Todo lo de la raza: lo inaudito,
lo que el tiempo dispersa,
y no cabe en la forma limitada,
y hace estallar la estrofa que lo encierra.

Ha quedado en mi espíritu tu sombra,
como en los ojos quedan
los puntos negros, de contornos ígneos,
que deja en ellos una lumbre intensa....

¡Ah! no, no pasarás, como la nube
que el agua inmóvil en su faz refleja;
como esos sueños de la media noche
que a la mañana ya no se recuerdan;

Yo te ofrezco, ¡oh ensueño de mis días!
La vida de mis cantos,
que en la tierra vivirán más que yo...: ¡Palpita y anda,
forma imposible de la estirpe muerta!
(Del Canto segundo del Libro primero)

.............................


IX

Cayó la flor al río.
Se ha marchitado, ha muerto.
Ha brotado, en las grietas del sepulcro,
un lirio amarillento.
La madre ya ha sentido
mucho frío en los huesos;
La madre tiene, en torno de los ojos,
amoratado cerco;

Y en el alma la angustia,
y el temblor en los miembros,
y en los brazos el niño, que sonríe,
y en los labios el ruego.

Duerme hijo mío. Mira: entre las ramas
está dormido el viento;
el tigre en el flotante camalote,
y en el nido los pájaros pequeños ...

¿Sentís la risa? Caracé, el cacique
ha vuelto ebrio, muy ebrio.
Su esclava estaba pálida, muy pálida...
Hijo y madre ya duermen los dos sueños.

Los párpados del niño se cerraban.
Las sonrisas entre ellos
asomaban apenas, como asoman
las últimas estrellas a lo lejos.

Los párpados caían de la madre,
que, con esfuerzo lento,
pugnaba en vano porque no llegaran
de su pupila al agrandado hueco.

Pugnaba por mirar el indio niño
una vez más al menos;
pero el niño, para ella, poco a poco,
en un nimbo sutil se iba perdiendo.

Parecía alejarse, desprenderse,
resbalar de sus brazos, y, por verlo,
las pupilas inertes de la madre
se dilataban en supremo esfuerzo.


X

Duerme hijo mío. Mira, entre las ramas
está dormido el viento;
el tigre en el flotante camalote,
y en el nido los pájaros pequeños;
hasta en el valle
duermen los ecos.

Duerme. Si al despertar no me encontraras,
yo te hablaré a lo lejos;
una aurora sin sol vendrá a dejarte
entre los labios mi invisible beso; 
duerme; me llaman,
concilia el sueño.

Yo formaré crepúsculos azules
para flotar en ellos:
para infundir en tu alma solitaria
la tristeza más dulce de los cielos;
así tu llanto
no será acerbo.

Yo ampararé de aladas melodías
los sauces y los ceibos,
y enseñaré a los pájaros dormidos
a repetir mis cánticos maternos...
El niño duerme,
duerme sonriendo.

La madre lo estrechó; dejó en su frente
una lágrima inmensa, en ella un beso,
y se acostó a morir. Lloró la selva,
y, al entreabrirse, sonreía el cielo.
(Del Canto Sexto del Libro Tercero)

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IX

Por allá, entre los árboles,
apareció un momento
Tabaré, conduciendo a la española,
y en la espesura se internó de nuevo.

De Blanca se escuchaban
los débiles lamentos;
aun vierte, sobre el hombro del charrúa,
el llanto aquel que reventó en su pecho.

El indio va callado,
sigue, sigue corriendo,
siempre empujado por la fuerza aquella
que sacudió sus ateridos miembros.

Va insensible, agobiado,
y en dirección al pueblo;
siempre dejando, de su sangre fría,
las gotas que aun le quedan, en suelo.

Grito de rabia y júbilo
lanzó Gonzalo al verlo,
y, como empuja el arco a la saeta,
de su ciega pasión lo empujó el vértigo.

Los ruidos de su arnés y de sus armas,
al chocar con los árboles, se oyeron
internarse saltando entre las breñas,
y despertando los dormidos ecos.

Han seguido al hidalgo
el monje y los soldados. Allá adentro
se va apagando el ruido de sus pasos;
el aire está y los árboles suspensos

Un grito sofocado
resuena a poco tiempo;
tras él, clamores de dolor y angustia
turban del bosque el funeral silencio ...


X

¡Cayó la flor al río!
Los temblorosos círculos concéntricos
balancearon los verdes camalotes,
y, entre los brazos del juncal, murieron.

Las grietas del sepulcro
engendraron un lirio amarillento.
Tuvo el perfume de la flor caída,
su misma extrema palidez... ¡Han muerto!

Así el himno cantaban
los desmayados ecos;
así lloraba el uruti en las ceibas,
y se quejaba en el sauzal el viento.


XI

Cuando al fondo del soto
el anciano llegó con los guerreros,
Tabaré, con el pecho atravesado,
yacía inmóvil, en su sangre envuelto.

La espada del hidalgo
goteaba sangre que regaba el suelo;
Blanca lanzaba clamorosos gritos...
Tabaré no se oía ... Del aliento

de su vida quedaba
un estertor apenas, que sus miembros
extendidos en tierra recorría,
y que en breve cesó... Pálido, trémulo,

inmóvil, don Gonzalo,
que aun oprimía el sanguinoso acero,
miraba a Blanca, que, poblando el aire
de gritos de dolor, contra su seno

estrechaba al charrúa,
que dulce la miró, pero de nuevo
tristemente cerró, para no abrirlos,
los apagados ojos en silencio.

El indio oyó su nombre
al derrumbarse en el instante eterno.
Blanca, desde la tierra, lo llamaba;
lo llamaba, por fin, pero de lejos ...

Ya Tabaré, a los hombres,
ese postrer ensueño
no contará jamás... Está callado,
callado para siempre, como el tiempo,
como su raza,
como el desierto,
como tumba que el muerto ha abandonado:
¡Boca sin lengua, eternidad sin cielo!


XII

Ahogada por las sombras,
la tarde va a morir. Vagos lamentos
vienen, de los lejanos horizontes,
a estrecharse en el aire entre los ceibos.

Espíritus errantes e invisibles,
desde los cuatro vientos,
desde el mar y las sierras, han venido
con la suprema queja del desierto:

con la voz de los llanos y corrientes,
de los bosques inmensos,
de las dulces colinas uruguayas,
en que una raza dispersó sus huesos;

voz de un mundo vacío que resuena;
raro acorde, compuesto
de lejanos cantares o tumultos,
de alaridos, y lágrimas, y ruegos.

El sol entre los árboles
ha dejado su adiós más lastimero,
triste como la última mirada
de una virgen que fuere sonriendo.

Cuelgan, entre los árboles del bosque,
largos crespones negros;
cuelgan, entre los árboles, las sombras,
que, como ayes informes, van cayendo.

Cuelgan, entre los árboles del bosque,
tules amarillentos;
cuelgan, entre los árboles, los últimos
lampos de luz, como sudarios trémulos.

La luz y las tinieblas, en los aires,
batallan un momento;
extraña y negra forma cobra el bosque...
La noche sin aurora está en su seno.

Y, cual se oyen gotear, tras de la lluvia,
después que cesa el viento,
las empapadas ramas de los árboles,
o los mojados techos,

brotan del bosque, en que el callado grupo
está en la densa obscuridad envuelto,
ya un metálico golpe en la armadura
capitán o de un arcabucero;

ya un sollozo de Blanca, aun abrazada
de Tabaré con el inmóvil cuerpo, 
o una palabra, trémula y solemne,
de la oración del monje por los muertos.