le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

lunes, 21 de abril de 2014

Tu abrazar.







Es tu arropo; mi dulce navegar entre tu silencio. 

 Estremecido ante el sosiego desnudo que esparces 
sobre nuestros cuerpos en contacto; esa paz tuya, límpida.

 Dejas mi alma en quietud; entrelazados como una hiedra,
unidos en una inmovilidad eterna.

Puedo sentir,  en la dulce presión de tu pecho contra el mío,
cómo haces detener el tiempo, 
y me haces partícipe de tu paz interior.

Surtes mi alma con tu bondad, 
a través del puro aroma que impregnas,
y  transmites que no hay un final.
Aquel abrazo,  es seña de perpetuidad por un sentir sincero,
esa extraordinaria capacidad para la entrega desde el alma.

Nada da a su fin en la cándida calidez de tu seno;
nada perece ,  pues cuando me abrazas, 
me llevas contigo, a algún sitio,  o a ningún lugar,
- o quizás - , a ese recóndito estado del hombre, 
donde uno parece haberse olvidado de sus fantasmas;
durante unos instantes eternos.


"Aquel abrazo", pintura del artista Daniel Kaplan








Tu abrazar.







Es tu arropo; mi dulce navegar entre tu silencio. 

 Estremecido ante el sosiego desnudo que esparces 
sobre nuestros cuerpos en contacto; esa paz tuya, límpida.

 Dejas mi alma en quietud; entrelazados como una hiedra,
unidos en una inmovilidad eterna.

Puedo sentir,  en la dulce presión de tu pecho contra el mío,
cómo haces detener el tiempo, 
y me haces partícipe de tu paz interior.

Surtes mi alma con tu bondad, 
a través del puro aroma que impregnas,
y  transmites que no hay un final.
Aquel abrazo,  es seña de perpetuidad por un sentir sincero,
esa extraordinaria capacidad para la entrega desde el alma.

Nada da a su fin en la cándida calidez de tu seno;
nada perece ,  pues cuando me abrazas, 
me llevas contigo, a algún sitio,  o a ningún lugar,
- o quizás - , a ese recóndito estado del hombre, 
donde uno parece haberse olvidado de sus fantasmas;
durante unos instantes eternos.


"Aquel abrazo", pintura del artista Daniel Kaplan








martes, 15 de abril de 2014

Stop ya al arte-turismo.




Esta mañana, después de desistir en el intento de entrar con mi madre en un museo Thyssen abarrotado de turistas ordenados en columnas de a tres, me ha venido a la cabeza una idea muy sencilla para dar una explicación sociológica a esta orda de gente en museos, preferentemente de pintura:


" La gente va en masa a los museos de pintura porque no requiere ningún esfuerzo"


Cualquier ciudadano:  no necesita de preparación académica específica, de sensibilidad apropiada, o de inquietud cultural interna  para visitar un museo y echar "un vistazo" a esas cosas generalmente rectangulares que se sitúan en paramentos verticales,  o sea, paredes,  - si se pintan directamente sobre la pared, se llaman frescos-.   

Sin embargo, estas ordas consumistas no aparecerán jamás en un concierto de piano, puesto que ante un concierto de piano, sino hay un interés real por escuchar la pieza, con toda seguridad,  el tedio y la abulia se apoderará de estos individuos a los cinco minutos de empezar el concierto, por lo que es normal que huyan de este tipo de eventos, en favor de una paseo rápido y  distraido por las galerías de un museo, que si está lleno de gente, será más divertido, de paso.

¿Hasta qué punto es deseable una sociedad que se instale en este fraude sobre el concepto de "inquietud cultural"? . ¿Es acaso deseable crear este escenario masivo de interés social - virtual - por la cultura y el arte?; creo que es contraproducente, no tiene sentido pensar , - salvo como manifiesto intencional - que el arte y la cultura pueda llegar a ser del interés de todos, sobretodo si es de esta manera tan falsaria;  lo único que consigue es un autoengaño, cuando no por simple ignorancia,  de los propios asistentes en cuanto al sentido y origen  de su inquietud, y por otro, de paso, la aniquilación del disfrute de aquellos que sí se acercan a un museo a observar,  tratar de comprender y admirar las obras, con respeto.

Queridos políticos: habéis conseguido engañarles a unos, haciéndoles creer que ir a los museos en masa como borregos es avanzar  - más allá del avance de la cola para la ansiada entrada - ,   y fastidiarnos otros. Enhorabuena, habéis creado la cultura de la culturitis, habéis hecho democracia de lo único que no entiende de mayorias y minorias; el arte. Por lo demás, ninguna institución de nuestro estado es democrática. Bienvenidos a estado partitocrático y sus efectos colaterales.








El Concepto y su traslación a la escritura







<<   Tú, tu amor, el pensamiento de ti, sois como la columna y el ancla de mi vida.   >>


Esta maravillosa frase; breve, bella, intensa y precisa, fue escrita por Giacomo Leopardi a su hermano Carlo en una de las numerosas cartas que se escribían. En aquella época era muy normal utilizar la palabra amor como vehículo expresivo de la amistad y la admiración entre las personas.  He aquí un claro ejemplo de cómo la precisión en la utilización de las palabras puede generar un efecto tan intenso como elocuente,  para demostrar con exactitud un sentimiento. 

El milagro de la identificación nítida y fiel entre un sentimiento o pensamiento, y su traslación al correspondiente concepto o idea,  hecha palabra. Mente y corazón privilegiados, que albergando en su interior sentimientos y pensamientos del más alto calado humano, son capaces, a través de su inteligencia y sensibilidad,  exportarlas y hacerlas realidad. Porque todo aquello que no es expresado no existe; quedará inédito para la historia.


La estatua de Giacomo Leopardi en Recanati, su pueblo natal de Italia.

Alguna desventaja de la fe.





Excepción hecha con teólogos y otras personas de fe  que hayan dedicado su tiempo a la reflexión,  y son conocedores de la sabiduría humana a lo largo de la historia;  encuentro   un  peligro potencial  en las personas creyentes corrientes  -  no en su fe como opción- , sino en lo que puede derivar de esa “solución” que supone la fe:  un cierto desinterés por formarse humanísticamente con el objeto de ir encontrando sus propias respuestas a dilemas como la muerte  y su sentido último, por ejemplo.  

Es la curiosidad,  inquietud, o incluso la ansiedad ante la cuestión capital del sentido de nuestra existencia , la que puede incentivar a muchos hombres a crecer intelectualmente como resultado de esa búsqueda constante.