le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

jueves, 27 de julio de 2017

Interludio romano. ( versión en francés)





Il était riche indiciblement, veuve mûre. Sa conservation atteint grâce à l'égoïsme, l'inconscience et une bonne hygiène, était un monument à l'injustice

« On croyait spirituel parce qu'il était acerbe et cinglante n'a été mal contenue par la peur. J'avais peur de tout. »

Et dit à un Ellé fils que je l'mari en avais aimé la comtesse Fahvésy. Alors mon visage Que pour Montré que l'expression naïve, est notre vanité réveille Constamment, il is compliment pour tous, prêt ».


« Il avait trente-deux ans, n'a pas été un excès esclave de ma mémoire et ayant été rénové, le désir m'a empêché de voir ce qui allait devenir évident, à savoir que le destin et monotonies est rien de plus que la manie où la liberté couler lentement ».
« Je craignais que les faiblesses Marianne étaient au-delà de ma faiblesse de la force a le pouvoir infini sur la force et cela ne peut jamais battre que, au moins quand il l'a épousée. Cela peut être vu dans tous les mariages.

« Il y a toujours me sournoises ne cassera pas la dernière écluse d'un cœur féminin ne doit pas être traîné ».

martes, 4 de julio de 2017

Interludio romano, Pierre Drieu la Rochelle. - Selección de perlas - .


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"Era abominablemente rica, viuda y ya madura. Su perfecta conservación conseguida gracias al egoísmo, la inconsciencia y la buena higiene, eran un monumento a la injusticia".
 Nota: Esta frase estaba en una de las últimas hojas,  pero, por su  extrema  agudeza, merecía estar en los primeros puestos de esta relación.. 


"Se creía espiritual porque era mordaz y su mordacidad no era sino maldad contenida por el miedo. Pues tenía miedo de todo".



"...Y ella aseguró a su marido que yo había gustado a la condesa Fahvésy. Mientras mi rostro mostraba aquella expresión ingenua, que nuestra vanidad, constantemente despierta,  mantiene dispuesta para cualquier halago".
   
         
         Sobre Gabriele D'annunzio:

  "Por qué no visité a Gabriele?, no me gustan los hombres célebres: huí de ellos como huí de las más hermosas mujeres, por toda la herrumbre que les cubre. Sólo a mi pesar he mantenido algunos contactos y no hice nada para incitarles a una mayor intimidad. Prefiero haber conocido a ciertos espíritus ignorados, que solo más tarde serían turbados por la gloria,  y que me entregaron su relativa inocencia,  bastante  inclinada hacia la violación".

"Mi mirada estaba fija pero mi espíritu estaba ausente. Y el deseo pasa por el espíritu". 
  
"La condesa exigió un menú ridículamente escaso; lo que me hizo sentir incómodo frente al maitre: experimentar los supuestos sentimientos de los servidores era uno de mis defectos pequeñoburgueses". 



"La rigurosa simplicidad,  la inocente crudeza con la que se confesaba, me parecieron la prueba del único pudor verdadero,  el que resiste a la vida que despoja y desnuda. Pero el pudor es la propia palpitación del alma. Por lo tanto tenía un alma. Era precisamente porque tenía un alma que, según yo acostumbraba,  me había desorientado frente a ella".


"Las mujeres se quejan de la brusquedad de los hombres , pero cuando encuentran a un hombre que es sensible a las ceremonias del amor, jamás tienen tiempo para él". 


"Tenia treinta y dos años; no era en exceso esclavo de mi memoria y habiéndome renovado,  el deseo me impedía ver lo que más tarde se haría evidente, a saber que el destino y sus monotonías no es otra cosa que la manía en la que poco a poco se hunde la libertad".



"Temí que las debilidades de Marianne fueran superiores a mis fuerzas. La debilidad posee un infinito poder sobre la fuerza y ésta jamás puede vencer a aquella, al menos cuando se ha casado con ella: eso puede verse en todos los matrimonios". 


"Me ayudó la llegada de una pareja conocida. Era un inglés casado con una rusa; aquel hijo de lord se había hecho anticuario en la rue Saint - Honoré y se había casado con una hermosa rusa que era maniquí. Ambos eran de impecable belleza, y para prolongar el placer que experimentaba al contemplarles, les seguía a todas partes. Aquello me forzó a hacer el recorrido de los príncipes, los duques y los marqueses. Sentía junto a aquellos seres altos y rubios una comodidad deliciosa; todos mis pecados eran perdonados, dejaba de rebelarme  y revolverme contra el orden constituido. Puesto que el mundo contenía algo bello". 
 

"Existe siempre en mí la solapada voluntad de no romper la última esclusa  de un corazón femenino para no ser arrastrado".



" El desprecio hiere más a quien desprecia que al despreciado".


Sobre Roma:
 ".... una ciudad agotada por el tedio de vivir , y de seguir siendo grande e interpelar a un universo que no sabe que hacer con tanta magnificencia".


         Sobre la aristocracia italiana:
"...y se veía circular por los pasillos aquellas figuras fatigadas, replegadas sobre su prestigio, delicadamente desdeñosas,  lejanamente enlutadas..."


"La tomé en mis brazos y la traté con infinita consideración. Hicimos el amor por primera vez de un modo íntimo, verdaderamente carnal, es decir, verdaderamente espiritual". 

 
      "...todo indicaba que yo estaba condenado a la soledad. La soledad,  la maravillosa soledad. roma me pertenecía, como parís. Como toda la tierra. Sólo tenía que andar. ¿Qué falta me hacían los humanos?, no eran más que una fastidiosa multiplicación de mí mismo. estaba solo en medio del mundo".

"Me hallaba en uno de esos momentos en los que percibo a la perfección el carácter ascético de mi preferencia por las prostitutas. No quería ensuciarme con aquella carrera* que me tendía una trama mezquina. su belleza aparentemente generosa y la magnificencia de su cuerpo no me engañaban. Y tampoco quería humillar a Edwige, por la que sentía mucho respeto".
          carrera* -  La princesa Margarita Carrera



"Años de inconsciencia en los que se defiende el yo sin conocerlo; únicos años en los que el yo existe realmente, como una planta que crece. Luego, con la conciencia llega el conocimiento de la repetición, del otra vez".



"Fascinado, me era preciso mirar a aquellos humanos que no sabían, que no parecían saber que la muerte está en la vida y que el amor no aparece en los corazones más que para roerlos, destruirlos, o mejor, desvelar su abierto vacío".