“Lo importante es ser feliz”
“Lo importante es ser feliz”, esta es una afirmación
que inunda el panorama de lo “deseable” en esta sociedad infestada por medios
de comunicación que distribuyen de forma
masiva estados de opinión y
recetas sobre formas de vivir, recetas fáciles de consumo inmediato para que el
individuo no reflexione por su cuenta acerca de temas que le afectan en su vida,
sin ser ni siquiera consciente de ello.
Cada individuo debe encontrar su propia respuesta a
los temas que son comunes a todos, pero no
hay respuestas comunes, hay respuestas individuales a los temas comunes, al
menos así debería ser en una sociedad culturalmente avanzada.
Paradógicamente el exceso de información y sobretodo
la facilidad de propagacíon de la información nos está llevando a un nihilismo
apreciativo, a la uniformidad de criterio y crítica, algo muy peligroso porque
alienta sociedades sin capacidad de razonamiento crítico ni capacidad
analítica.
¿”Lo importante es ser feliz”?,¿Quién puede oponerse
a una frase que contiene un ambición tan
loable y bonita?, ¿es igual la forma en que lo consigamos?, ¿Cómo conseguimos ser felices?.
La frase “lo importante es ser feliz” a mi me deja
algo perplejo, me paraliza mentalmente, es curioso porque hace unos años no me
pasaba…, pero a base de pensar sobre el concepto de lo que significa la
felicidad, el escucharla así…, de repente, como conclusión…, se me antoja algo
caprichosa, algo superficial, e incluso tendenciosa porque mucha gente puede
interpretar la felicidad como un fin en sí mismo independientemente del camino
que nos lleve a ello.
Hablar sobre la felicidad y todo lo que
filosóficamente acarrea es complejo, es un tema difícil de tratar. Cuando
últimamente he hablado de este tema con diferentes personas he podido distinguir
salvo excepciones, que no tienen claro cual es su visión acerca del asunto, es decir,
es obvio que la apreciación de la felicidad es un concepto subjetivo de cada
persona y difícilmente podemos entrar a reflexionar sobre el grado de felicidad
que le aporta un mismo suceso a dos personas diferentes…, puesto que nunca
podremos compararlos ya que la propia apreciación ya es subjetiva de cada
persona.., pero…, sobre lo que podemos razonar es acerca de cual es el camino
que a tí te lleva a la felicidad, ¿Cuál es el tuyo?.
Quiero dar mi punto de vista acerca de dos debates
en torno a la felicidad, por un lado en
torno al debate que se suscita cuando a menudo la gente anhela la supuesta
felicidad de los individuos sencillos o rudos, y por otro lado dar mi opinión
acerca del concepto de la felicidad que me he ido formando hasta ahora. Es muy común la apreciación por parte de gente con
sensibilidad acusada de pensar en que las personas que son más sencillas, en
general, disfrutan de un grado de felicidad mayor puesto que la percepción de
la realidad se simplifica y eso revela un camino más corto hacia una sensación
de felicidad superior que la suya, como consecuencia afirman que anhelan dicha
felicidad y reclaman en cierto modo un simpleza mayor para sus vidas.
Bajo mi punto de vista cada individuo tiene la
responsabilidad de buscar su propio camino hacia la felicidad. Anhelar la
supuesta felicidad del rudo es faltarse el respeto a uno mismo, dado que, en
esencia, constituye una renuncia a su propio yo, y un fracaso en su proyecto. Quiero matizar que cuando afirmo que el individuo el
cual anhele otro tipo de personalidad se falta el respeto, no es tanto en
relación a el valor que otorga a su propio ser, como al poco respeto a la
naturaleza que le ha dado esa cualidad, la de ser sensible, lo veo como una
especie de gesto desagradecido.
En este debate es necesario incluir en concepto de
felicidad consciente o felicidad consciente. Muchos de los que anhelan esa
felicidad sencilla y primigenía no estarían dispuestos a vivirla como tal
cuando llegada la ocasión de sentirla así, se dieran cuenta de cuan vacía puede
llegar a ser una sensación agradable que no tiene fundamento en la consciencia
de estar sintiendo algo resultado de un proceso complejo, para simplificar,
nadie puede experimentar la felicidad sin haber experimentado antes la
infelicidad. El concepto de felicidad sólo es apreciable en tanto en cuanto se
produce la comparación entre la sensación de tristeza y la sensación de placer,
de ahí parte otra de mis denuncias acerca de la creencia popular acerca de la
consecución de la felicidad como fin en sí mismo.
No es que me niegue a la pretensión de una especie
de estado natural de placer constante, no es que no lo encuentre deseable, pero
hablar en esos términos de la felicidad
me parece prostituir el concepto. Curiosamente, aquellos individuos complejos y
sensibles, tienen ambos extremos de sensaciones más distantes de lo normal, por
lo que los momentos de desgracia serán más intensos en tanto que el contraste
con los momentos de placer es mayor que en las personas simples o rudas. Obviamente
este razonamiento es análogo para las sensaciones placenteras con respecto a
las sensaciones tristes.
Quiero profundizar sobre lo que supone la felicidad
consciente:
Supongamos que un individuo muy simple se declara
feliz de forma decidida, de alguna manera, admitimos que en cierta medida su
felicidad está basada en la dificultad para
percibir el mundo que le rodea, de su incapacidad para percibir los
matices de la vida diaria, aquellos que nos entristecen y aquellos que nos
hacen disfrutar.
¿Es envidiable este estado de felicidad inconsciente?
Quede claro que no se trata de vituperar al
individuo simple y rudo, pero tampoco se puede caer en el error de anhelar un
tipo de felicidad así, no ya por considerarla desde el prisma del individuo
sensible como felicidad inconsciente, sino por como he mencionado antes por
esta especie de incoherencia personal, la falta de asunción de su propia
esencia sensible, que es una cualidad innegable.
¿Porqué no prefieres un tipo de felicidad más
consciente?, su búsqueda será más compleja y ardua, pero hacer otra cosa sería
negarte a tí mismo, anularte. Entiendo que cuando un individuo sensible y complejo
se declare feliz en un momento dado de forma decidida, esta felicidad, será
seguramente el resultado de un proceso de maduración, por lo que su disfrute
será mayor.
Según Aristoteles , el fin supremo del hombre es la
felicidad, esta afirmación se me antoja más una declaración utópica, que un fin
supremo, me explico, la felicidad es un proyecto, no un fin.
Dejenme explicar el matiz: si lo consideramos un fin,
estaríamos despreciando el proceso vital que “hipotéticamente” nos lleva hasta
este fin feliz, el fin no puede ser la felicidad en sí misma, por el contrario,
sería el proyecto en tiempo real del concepto ser feliz. No se persigue la
felicidad, se proyecta, la palabra proyecto incide sobre la vivencia de la
vida, la vivencia del camino, con sus cosas buenas y malas.
¿La felicidad es una cualidad suprema?
Quiero cuestionar la sacralización del concepto ser
feliz, definido como aquel sentimiento de plenitud total, sentimientos agradables
por doquier, non–stop. ¡Seamos todos felices!, es triste, porque la sociedad se le transmite un mensaje
confuso y generador de frustración al no lograr estos fines tan supuestamente maravillosos.
Les voy a plantear una disyuntiva: ¿es posible que
haya habido multitud de personas desconocidas que hayan vivido una existencia
más feliz en términos absolutos que…, pongamos por ejemplo.., ¿Velazquez?,
¿Orson Welles?. Estoy convencido de ello, estoy seguro que Orson Welles ha sido
menos feliz que muchos otros seres humanos, La pregunta que le hago es: de
poder elegir, ¿qué vida habría elegido?,
¿preferiría haber vivido la vida que vivió Orson Welles o la vida que Vivió
Picasso?, o bien preferiría haber vivido la vida de un ciudadano de Washington. Yo lo tengo claro, es posible que ese ciudadano de Washington
haya sido más feliz, pero me quedo con la incomparable intensidad de vivencia existencial
que sin duda Picasso y Welles experimentaron. Goya tuvo una vida muy
desgraciada pero mucha gente querría vivir su vida.
Entonces…, ¿tan importante es ser feliz?, ¿es el fin
supremo del hombre?.
He aquí el punto del razonamiento en que expreso mi visión de la felicidad, o la forma en que
yo la traduzco. Para mi la felicidad no tiene sentido en sí mismo, creo mucho
más en la vivencia de una vida que se sienta plena por haber sido vivida de
forma profunda. La profundidad la cifro en la intensidad de la vida
experimentada, en la sensación de haber exprimido cada segundo de la vida
exponiéndote voluntariamente a vivir lo bueno y lo malo, ambos aspectos
formando parte indisoluble de un concepto único.., la vida, la vivencia
existencial sentida de forma verdadera. Por verdadero entiendo el no negarse a
asumir lo bueno y lo malo como parte de la esencia irrenunciable de la vida, al
contrario, seamos valientes y respondamos a la vida, dialoguemos con ella y no
dejemos de sentir la tristeza de un desamor por miedo al sufrimiento, por poner un ejemplo.
Por tanto, ¿qué importancia tiene ser más o menos
felices?, hay otros valores como la ética y la moral que considero superiores. La ética y la moral no dependen de la consecución de
determinados sucesos para lograrse como la gente considera en el caso la felicidad, no, son conceptos que uno lleva
dentro, y puede hacer cumplir una y otra vez con arreglo a su código ético y
moral, y si en un momento dado somos débiles y nos traicionamos implicaría el perdernos
el respeto a nosotros mismos.
Si cometemos un acto reprobable o que perjudique a
nuestros semejantes, no pasa nada mientras el individuo trate de mejorar, ese
es el quid, la voluntad de ser mejores con los demás y con nosotros mismos
siempre que no perjudiquemos a los demás.
Otro principio que considero fundamental es el
autoconocimiento, va aparejado al cultivo de la ética y la moral.
La aventura personal de construir tu propia
identidad con el paso de los años, respetando los códigos éticos y morales en
los que creas…, y si después de intentar a lo largo de tu vida con ahínco ser mejor persona ,el resultado de tu nivel de
felicidad es intrascendente, porque simplemente has hecho lo que tenías que
hacer…, lo que pasa.., es que como no podía ser de otra manera, las personas
que entiende su periplo vital de esta manera seguramente cuando lleguen al
final de su vida sientan una satisfacción personal, pudiendo mirar a la vida de
frente.
Me he centrado en valores como la ética y la moral,
pero hay muchos más que son encomiables, como la bondad, la compasión o el
perdón.
“No
puedes obligarte a tí mismo a sentir algo que no sientes, pero sí puedes
obligarte a hacer el bien, a pesar de lo que sientes”.
Una propuesta:
Esta imagen de concepto loable o deseable que tiene
la felicidad , puede tornarse muy peligrosa si para alcanzarla nos ponemos
objetivos únicamente personales , la consecución de la felicidad en estos
términos lleva aparejado el egoísmo. Llevado al extremo, la felicidad llega a
confundirse con el objetivo egoísta y como consecuencia se genera la ansiedad
por conseguir los objetivos, si esos objetivos no se cumplen, el individuo sufre,
y si se cumplen deviene la sensación de vacio o una sensación de frustración porque
siempre se desea más provocado por la avaricia, que es una consecuencia del egoísmo.
Este esquema cabe dentro de los planteamientos globales de la sociedad, en la
reflexión “lo importante es ser feliz”, se razona acerca de otras maneras de
ver el asunto.
Volviendo al razonamiento, parece poco inteligente
supeditar la consecución de la felicidad
al capricho de que las incontrolables circunstancias exteriores de la vida nos
permitan conseguir aquello que nos proponemos.
Existe otra manera de buscar la felicidad, es una opción por increíble que parezca no es la más
común ;), aunque es mucho más fácil de
conseguir.
Una felicidad basada en hacer el bien sobre el
prójimo. Este es un valor que sólo depende de nosotros mismos y no puede ser
cancelado por ninguna circunstancia exterior. Saber que ayudas a los demás es
una gran fuente de satisfacción, y lo puedes hacer siempre que desees, no se
acaba, y el porcentaje de éxito es del cien por cien, si, es total porque
aunque ayudando a alguien no logres el objetivo, la sensación de saber que
estas intentando ayudar a los demás ya es suficiente porque tu corazón sabe que
lo importante es que estás actuando bien, independientemente del resultado
final.
Así visto, resultan extremadamente torpes los
individuos que cifran su felicidad en conseguir cosas concretas para sí. Por
supuesto que las ambiciones personales son loables y necesarias pero llevadas al extremo se vuelven contra el individuo.
La felicidad como retrato de la personalidad del individuo:
Este verano trataba con una persona muy cercana a mí sobre la felicidad. Según esta persona, la felicidad dependía del porcentaje de consecución de aquellas expectativas que nos vamos marcando…, con esa frase me di cuenta de lo poco que nos parecemos.
Resulta curioso, sorprendente, que dos personas tan cercanas tengan visiones tan diferentes acerca de un tema tan importante como la felicidad.
He pensado muy a menudo en el concepto de felicidad, es muy complejo porque es muy difícil analizarlo sin desprenderse de la influencia de tu propia personalidad. Realmente parece que el concepto de felicidad va muy ligado al tipo de personalidad que uno tiene, esto apoya la línea de pensamiento que considera a la felicidad un concepto muy subjetivo, por eso me gusta tanto la frase lapidaria de Giacomo Leopardi: “cada uno es tan infeliz como cree ser…”
Creo que a través de la profundización a cerca de la opinión que le merece a una persona el tema de la felicidad podemos sin que ella misma se dé cuenta trazar las líneas maestras de su personalidad. En este sentido la subjetividad del concepto felicidad hace que se torne poderosamente objetivo el retrato psicológico del personaje en cuestión.
La felicidad es uno de esos temas que cuando salen en una conversación o crea un cisma o una identidad total, normalmente no hay términos medios entre los intervinientes. Por otro lado , también es de los pocos temas que considero difíciles de falsear, esto es, sabemos que muchas personas desean dar una imagen acerca de las opiniones que tienen sobre diversos asuntos, o, quizá, ocultar su verdadera opinión sobre un asunto por los motivos que sean. La felicidad es un concepto tan profundo e inaprehensible que precisamente ese factor que lo hace tan difícil de comprender es el provoque que la gente no sea capaz de manipularlo para dar una opinión que le interese en un momento determinado.
El pesimista y el Optimista, la actitud:
En el tramo central de este escrito, he tratado de presentar enfoques analíticos acerca de la felicicidad, tratando de que impere el raciocinio objetivo para acotar el tema aún siendo consciente de que estoy aportando mi visión personal del asunto, incluso he llegado a plantear la eventual intrascendencia del concepto felicidad, dejándolo relegado en un segundo plano respecto al valor promordial de la vivencia intensa de la vida, con todas las consecuencias que ello acarrea en términos de
Sin embargo, no podemos obviar que el sentimiento de felicidad es subjetivo.El pesimismo y el optimismo son dos conceptos contrapuestos que están intimamente ligados a cómo se siente la felicidad, si bien yo mismo en este escrito no he dado la espalda al sufrimiento en pro de una vivencia existencial enérgica y completa, una vez integrado esto, no tenemos por qué renunciar a saber engañarnos, me explico: Independientemente de la aparente realidad de un hecho, es claro que la percepción del mismo puede variar infinitamante según cómo lo asimile el protagonista. Vamos a ponernos en la hipótesis de sufrir un acontecimiento que podamos considerar por consenso negativo, ante este suceso negativo, antes he afirmado que es de una gran valentía asmililarlo, no darle la espalda, y considerarlo parte del proceso vital, lo cuasl redunda en el fortalecimiento del individuo.
Una vez que se ha asimilado el suceso, ¿podemos poner algo más de nuestra parte?, ¿podemos sacar partido de un suceso negativo o minimizarlo?, esta actitud posterior al asimilamiento del hecho negativo lo denominaría la actitud consciente, es muy típico de personas pesimistas el invalidar esta actitud positiva argumentando que supone una percepción distorsionada de la realidad, y que la actitud que toma el pesimista se corresponde con la asimilación de la realidad, en contarposición con una visión infantil y esquiva acerca de la realidaqd negativa de un suceso. Bajo mi punto de vista esta apreciación responde a identificación directa entre la realidad aparente y su asimiliación, sin embargo, el optimista divide el proceso en dos partes, primero hay una asimilación consciente de la realidad del suceso negativo, para después instalarse en una segunda fase en la que se incorpora la subjetividad en beneficio del protagonista. El problema del pesimista es que interpreta que el optimista ha interpretado la realidad del suceso negativo sin pasar por la primera fase y sólo ha interpretado la segunda fase que ya es subjetiva, y por tanto ve al optimista como un incosciente.
No hay que confundir al optimista con el inconsciente, este último, no es capaz de asimilar el la realidad de los sucesos, y sí que los interpreta todos en clave optimista, pero sin una asimilación previa, sería lo que denominamos comunmente un irreflexivo o atolondrado.
Una vez hecho este ejercicio crítico hacia el atolondrado, y asimilar su realidad, como optimista que soy paso a una segunda fase en que también puedo destacar cualidades asociadas a este tipo de personas atolondradas como puedan ser: intrépido, impulsivo, o impetuoso, cualidades que este tipo de personas atesoran por temerarios , pero que han conseguido grandes logros para la humanidad aunque sea de una forma algo inconsciente. Seguramente Cristobal Colon debía tener sufrir de atolondramiento agudo como para embarcarse en un viaje para dar la vuelta al mundo por el Oeste..., pero los pesimistas nos tendrán que reconocer que algo beneficioso fue para la humanidad...
Al final, independientemente de lo que nos pase en la vida, aunque suframos acontecimientos negativos podemos ver la vida siempre desde el lado positivo, sacando así lo mejor de nosotros mismos, provocando una actitud positiva que nos predispondrá mejor para que en el futuro la influencia de la mente ante las cosas negativas que nos pasen no nos condicione, no nos atasque, no nos provoque esa especie de handicap psicológico que se va posando sobre nuestra personalidad, y que impide a la mente sentirse capaz de superar un reto, porque la condición indispensable para superar un reto es sentirse capaz de conseguirlo, por eso normalmente las personas optimistas alcanzan sus metas, no viendose duramente penalizadas sino las consiguen, lo que implica indirectamente esa actitud a la que he aludido en este escrito acerca de la aceptación de las cosas como parte de la vivencia existencial, como suma, no como resta, independientemente se su caracter positivo o negativo.
Lo sencillamente Bello:
Anteriormente he defendido que los individuo más sensibles y complejos no tienen porqué envidiar la supuesta felicidad del individuo mas simplón o rudo, bruto. Así enunciado, y teniendo en cuenta la defensa que he hecho sobre el proceso de vivencia existencial que tienda en desembocar en una satisfacción o disfrute como resultado de un proceso no sencillo, complejo, puede justificadamente dar a entender al lector que de alguna manera lo sencillo es denostado, la percepción de lo simple es vituperada.
El individuo complejo y sensible puede caer en el error de considerar que todo lo que no esté rodeado de una aureola de complejidad y aparente trascendencia deberá ser alejado, eliminado, ya que se corre el peligro de embrutecerse o caer en la mediocridad.
Un paso más en la evolución supone el ser capaz de ver la sencillez de las cosas en determinados momentos, en ocasiones, las más maravillosas sensaciones aparecen en momentos intrascendentes, son sensaciones que suelen ir aparejadas a sentimientos básicos de la naturaleza, no obstante, mi intuición me dice que es posible que lo bello y sencillo, lo majestuosamente simple, lo admirablemente sintético, sea perceptible de manera tan nítida por personas que en su personalidad sean capaces de aunar la dualidad constante entre la complejidad y la simplicidad, viviendo un proceso constante de intercambio entre ambos extremos.
Esto que afirmo es una intuición, pero ignoro si un individuo muy simple, objetivamente mediocre, puede en un momento dado interpretar estos momentos sublimemente sencillos si no los puede poner en contraste con otro tipo de percepciones más complejas, lo ignoro, quizás no puedan, o quizás perciban otra categoría de sensaciones.
En cualquier caso, a donde quiero ir a parar es que igual que considero una gran cualidad la capacidad para ser trascendente, admiro igualmente la capacidad para ser superficial, ya que la superficialidad voluntaria me parece un paso más en la inteligencia emocional.
Aquel individuo que sabe interpretar cuando una situaciuón concreta merece ser tratada de forma superficial porque el guión así lo sugiere..., seguramente habrá exprimido ese trocito de vida hasta el máximo, no?, jaja.