le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

sábado, 26 de octubre de 2013

Ayer me formulaste una pregunta:





¿Cuál es tu objetivo en la vida?


Al ser preguntado en estos términos, parezca debas dar una respuesta en proporción a la grandilocuencia en la formulación de la misma. Ni siquiera sabemos el motivo o propósito de nuestra existencia como para saber si hay un objetivo implícito en ella, o si es menester creárselo,  a modo de receta existencial.

La vida es un milagro, una perplejidad constante ante el hecho existencial, que es,  al fin y al cabo, lo único que aparentemente parece “ser”, tener sentido autónomo y real.


En cuanto al propósito u objetivo que uno se crea en relación a su propia existencia, cabe preguntarse antes de nada si el objetivo de su existencia  esté cifrado bajo un código que trasciende al propio individuo, es decir, contemplar la posibilidad de nuestra incapacidad para decidir cuál es nuestro objetivo en la vida, ya que aunque nos fabriquemos una receta propia,  estamos supeditados al objetivo que la naturaleza le ha dado a nuestro hecho existencial: seguramente la simple perpetuación de la especie, lo cual nos trasciende.


Hecha esta contextualización, ampliemos la escala e instalémonos en la cotidaneidad de la vida del hombre común, nosotros.


Vuelvo a formular la pregunta que en yo escuche de tí:


Cuál es tu objetivo en la vida.

Yo me quedé pensativo, un tanto sorprendido de pensar que la vida pueda ser reducida a un objetivo que englobe, entiendo, la complejidad de la misma. Durante unos instantes, estuve pensando en aquellas cosas, facetas, o acciones en la vida que merecen la pena, y tras varias dudas, recordé esa admiración que me produce el ser humano en general, esa especie de amor a la propia especie, al común a tí en tanto que ser humano y el valor intrínseco de la acción humana en su generación de bien y mal. En el valor de la especie humana por haber desarrollado virtudes tan profundas como la bondad, la piedad, la gracia, y toda la espiritualidad en general.

Mi respuesta básicamente se dirigió hacia una especie de consecución del bien común en base al amor y admiración que me produce el semejante, sin embargo, siendo este un objetivo o línea maestra en mi intención diaria, creo que la vida es difícil de resumir en un objetivo, creo, más bien, que dada su complejidad, intervengan muchos pequeños objetivos de naturaleza diferente que difícilmente pueden confluir en uno solo, que los contenga.

Es por esto que me sentí algo incómodo, dado que ni siquiera estoy de acuerdo en la formulación de la misma, es más, creo que si hubiese estado presto y diligente, mi respuesta hubiera cuestionado tu  pregunta. No creo procedente la necesidad de resumir la vida en un objetivo, pues en el propio resumen está el error, seguramente. En cualquier caso, entendí el buen propósito de tus intenciones, dado que partiendo de una pregunta tan general - irresoluble – , sí que nos puede dar pie a ir desgranando aquellos aspectos de la vida que conforman el sentido vital,  y debatir.

Puestos a entrar en un juego de objetivos u objetivo, fíjate cómo el lenguaje es sibilinamente perverso en el sentido de la variabilidad en el matiz  de un concepto en función de la palabra que se escoja: 


Cuál es tu objetivo en la vida o cuál es tu misión en la vida.

Si me hubieras formulado la pregunta de la segunda manera, me hubiese seguido pareciendo demasiado generalista, pero creo que la hubiera entendido mejor. Cuando oigo la palabra objetivo me recuerda a aquellas personas que conciben la existencia por cumplimiento de objetivos más que por el propio  gusto por el camino a recorrer, es decir, dar sentido a sus actos en función de la consecución de un fin último, de manera que el camino a recorrer es prostituido o supeditado a la consecución de un fin. En este momento estoy entrando en el terreno de las ambiciones personales, no ya de un objetivo vital al que aludías tú, el cual puede ser muy loable y bueno.

Para que se entienda claramente, pondré un ejemplo que conozco bien: Existe muchos billaristas que juegan al billar con un objetivo: Ser campeón de España. Hay muchos que se han acercado al juego en pro de la consecución de una meta concreta. Pues bien, todos estos casos son víctimas de su propio destino, si cumplen su objetivo dejan automáticamente de jugar a billar, y si no consiguen su objetivo, dejan igualmente de jugar al billar en pocos años. En este sentido, estos individuos han utilizado el juego del billar como excusa,  porque podrían haber hecho lo mismo con el voleybol o el tenis. 

Estos individuos cifran su sentido vital en la consecución de un objetivo y desprecian el recorrido. Los que amamos al billar, nos hemos acercado a él por otro motivo; simple y llanamente por que el movimiento de las tres bolas  nos ha embelesado y,  en términos trascendentes,  el juego del billar te permite una auto realización personal constante en el ejercicio del autocontrol que un juego tan técnico necesita, por tanto, es en el propio recorrido de la acción billarística donde se encuentra el propio objetivo, que estrictamente no es tal. Este tipo de jugadores juega hasta que se mueren, porque han entendido la naturaleza del juego, y no lo han utilizado para Objetivos. Si uno se acerca al billar de esta manera respetuosa e inocente, la consecución de objetivos deportivos devendrá de forma natural, pero no será un objetivo, sino una consecuencia natural.
Tú haces windsurf porque disfrutas haciéndolo,  ni más ni menos,  pero no tienes un objetivo en sí, porque, es en el propio acto, en la propia acción , donde reside la esencia. Esta es la forma pura de acercarse a algo, la otra, la del objetivo, es una prostitución de la actividad, en este caso windsurf, en pro de la consecución de un anhelo personal, que generalmente tiene que ver con la falta de ego y el exceso de vanidad.


Te explico todo esto para que se entienda la aversión que le tengo a este “palabro”, muchas veces algo maldito y generador de frustraciones humanas.


Es la palabra misión un término que me produce mucha mayor tranquilidad, creo que la palabra misión es más bondadosa, y puede estar relacionada con los motivos que hemos ido descubriendo en nuestra existencia los cuales  nos hacen valedores de la misma, y pareciera que  se nos va revelando  cual o cuales direcciones  de nuestra existencia merece más la pena.



Y bien, tu respuesta fue la siguiente:



Mi objetivo en la vida es ser feliz.


En un inicio, tu respuesta, tan clara, concisa y terminante:  ¡me enervó!  Jaja.., sólo cuando te empezaste a explicar entendí el sentido que tú le dabas a tal afirmación.  
Argumentaste que  el obrar de acuerdo a tus parámetros de la conciencia , la cual obviamente es fruto de tus convicciones morales y éticas, te proporcionaba la felicidad. Entiendo que el objetivo es la felicidad y el medio es el cumplimiento de tu moral, a sabiendas de que  esa moral no entra en conflicto con los interesas ajenos, esto es,  “mi libertad termina donde empieza la tuya y viceversa”.

No puedo decir otra cosa que comparto plenamente esta visión en cuanto al medio, ahora, el fin, la felicidad, puesto que interviene ese concepto en lo nombrado, me lleva a otras cuestiones que me inquietan y me hacen recelar de dicho término.

Desde hace tiempo que la utilización maximalista del término felicidad me parece vacua, dado que no hay concepto que esté más a expensas de la subjetividad en su definición como el concepto de felicidad.




De ahí la vacuidad de frases como la que te cité ayer:



“Lo importante es ser feliz”



En la pronunciación de la misma,  hay una carga de profundidad que se enlaza perfectamente con la doctrina que reina en nuestra sociedad contemporánea: 

El individualismo sociológico:

Los individualistas promueven el ejercicio de los objetivos y los deseos propios y en tanto la independencia y la autosuficiencia.

Y el hedonismo:


Doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor y de las angustias, como objetivo o razón de ser de la vida. En estas condiciones de doctrina sociológica, es perfectamente entendible que una frase como:
"lo importante es ser feliz", esté contemplada como eslogan.

Si lo importante es ser feliz, y no añadimos nada acerca del camino que lleva a este estado,  estamos dejando inédito el propio concepto de felicidad. Si la sociedad sólo manda   mensajes acerca de objetivos sin hablar de los medios tenemos como resultado una sociedad sin moral propia,  sin criterio moral.
La felicidad como fin no puede ser un valor  universal porque sólo nos atañe a nosotros, es un estado individual, en contraposición con conceptos como "hacer el bien", que sí es universal puesto que parte del individuo para proyectarse en la sociedad. Uno sólo puede hacer el bien desde sí,  hacia su exterior y de ahí su universalidad.
Hablo de una universalidad que nace de la posibilidad potencial que tiene el individuo de "dar" a sus semejantes, en contraposición con la condición endogámica e individual del sentimiento de felicidad. Puede existir una felicidad compartida por un grupo o grupos, pero esta felicidad no es el concepto de felicidad entendido como ente profundo y general de la persona, la felicidad que comparten grupos de seres humanos es parcelada, parcial y ciscunstancial.
Todos conocemos más o menos en nuestra conciencia cual es el camino para hacer el bien. ¿Pero cual es el camino hacia la felicidad?, cada uno puede entenderlo a su manera, y aquí es donde está la laguna, la omisión intencionada de:  

"lo importante es ser feliz".

Lo importante no es ser feliz. Lo importante es hacer el bien, a través de este concepto tan general que todos entendemos podremos perfilar nuestro camino hacia esa felicidad tan entronada en nuestros días.
Si no hablamos de los caminos o de las formas de llegar a la felicidad estaremos abriendo la verja para que cada uno se erija en su propio hacerdor de felicidad, con el riesgo de que la consecución del fin felicidad conlleve acciones egositas y objetivamente perjudiciales para los que nos rodean. ahora se puede ser feliz pisoteando a los demás en pro del loable derecho a ser feliz, porque la consecución de la felicidad se ha convertido en un derecho sagrado del individuo.
No es que tengamos derecho a ser felices; tenemos la obligación de hacer el bien, en la medida que humanamente podamos. La felicidad, en cualquir caso, será una cuestión personal a desarrollar partiendo de la premisa anteriormente citada.
Entiendo que los medios que lleven a la felicidad variarán en función del tipo de moral que tenga cada sociedad y en particular cada individuo, pero sólo me he limitado ha precisar un concepto, un requisito, hacer el  bien.  considero este valor universal una acción que todas las sociedades saben acotar dentro de un margen  de acción vital conocido.
La generosidad, la compasión, la bondad, la caridad, la valentía, la solidaridad, son todos ellos conceptos que pueden englobarse perfectamente dentro de una actividad benefactora del ser para con su entorno.
Más que un objetivo, tenemos una misión, démosle a la sociedad un desarrollo del individuo dentro del respeto y la generosidad hacia los demás, y así, evitaremos que el individuo confunda el objetivo felicidad con cualquier medio a su  alcance. No todo vale para ser feliz.  

Paradójicamente, esta sociedad actual del individualismo y de  la consecución de la felicidad como derecho primero y objetivo primordial,  está alienando al individuo por cuanto  al perseguir este fin sin referencias etico-morales a las que asirse entra en una carrera sin final que nunca le satisface. 

Esto está relacionado con la condición egoista; el que sólo quiere para sí, nunca tendrá suficiente. Ésta,  es un particularidad en la esencia del ser humano que resulta inquietante;  el ser humano,  si no se le educa, cae a menudo en este bucle de ambición e insatisfacción que proviene del sentimiento de posesión inserta en su ADN,  probablemente relacionada con el instinto de supervivencia en la naturaleza, sin embargo, en los animales no se ha podido desarrollar como en los humanos, a modo de patología. 

Este estado de inteligencia, conciencia y consciencia al que ha llegado el ser humano desemboca a la vez en estados de sublimes sentimientos buenos y averrantes formas malvadas de conducta. Parece que somos una especie que ha llevado a los extremos sus capacidades para lo bueno y lo malo.

En definitiva, mi sentir acerca de esa declaración : "lo importante es ser feliz" , es el de advertir la consecuencia de una actitud ante la vida que va implcicita en su enunciado: "tu estas antes que los demás", postulado que es muy coherente con la línea actual de individualismo, egosimo y hedonismo; la realización personal sin parámetros que lo ponderen, sin caractización y, en última instancia, la ausencia de autocrítica.

Si a mí me dice la sociedad que lo importante es ser feliz y no se completa el mensaje; yo ya no estaré alerta a la autocrítica en mi conducta, porque sólo persigo el fin: la felicidad, sin prestar atención crítica en mi conducta hacia esa supuesta consecución del bien supremo: la felicidad.

Ese sacralizado valor actual, que es justo ahora, cuando más se preconiza, es cuando menos se desarrolla, los niveles de felicidad son bajos debido a esa constante ambición que nunca se acaba, que no tiene fin. 

He alertado sobre la trampa de este enunciado aparentemente inocente, puro. sólo he precisado, coo punto iniatico, la necesidad de centrarse en el medio o el camino como esencia rectora de nuestras vidas: los valores. Dejando así, la felicidad, para una fase posterior que deviene natural, sencilla.


ahora podemos adentrarnos en este mundo maravillósamente subjetivo que abarca la felicidad unja vez hemos advertido de que no todo camino es loable.

¿Qué actividades o cosas nos hacen felices?. Queé compendio de reglas ético - morales nos dirigen hacia lo trascendental en la felicidad?. Cada ser humano ve la felicidad y la siente, si es que podemos definirla, de una manera diferente. 

Repito una vez más aquella frase de  Giácomo Leopardi que me parece muy original por cuanto aborda la felicidad desde el  grado de carencia de la misma, y no, como suele ser habitual , por su grado de presencia.


"Cada uno es tan infeliz como cree ser"

Otra frase, en este caso de John Locke, aborda el asunto con mucha perspicacia:



"Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una dispodición de la mente y no una condición de las circunstancias"

Seguramente cada tipo de individuo, si los dividimos en tipologías, tendrá asociado una serie de parámetros de conducta vital que le sean favorables para sentirse bien.

A este respecto, me parece muy interesante la aportación de Madame de Chatelet. Nuestra sociedad anda algo huerfana de instrumentos para articular ese camino hacia la felicidad. No se trata de adoctrinar, se trata más bien, de un ejercico de constante  introspección para ir descubriendo los caminos que nos pueden guiar hacia un bien estar sin el perjucio sobre los demas, aquellos caminos que pueden ser recorridos según la personalidad y motivaciones de cada individuo.

El libro: "tratado sobre la felicidad" de madame de chatalet constituye un intento pedagógico muy notable paraz enseñar al hombre algunos caminos.










 














jueves, 3 de octubre de 2013

La Recta y la Curva






Parece que la naturaleza no tiene a bien  juntar tipos de belleza, no parece capaz de conjugar esas cualidades destacables en cada tipo de mujer, y , fundiéndose en un todo, mostrarse plena a los ojos del hombre.


Lo armonioso en un sentido clásico, siempre ha obedecido a la justa proporción entre las cualidades de la parte con respecto al todo.


El cuerpo de la mujer obedece a diferentes proporciones, unas veces , la naturaleza nos muestra una mujer curvilínea,  rotunda,  sensualmente expresiva en su movimiento a través de la forma hecha curva, otras, se nos manifiesta como recta literal , expresión de la contención, de lo bello y lo sutil. Existen,  asimismo,  según el tipo de mujer,  ciertos excesos o carencias en la forma  que resultan armoniosos,  hacen el conjunto más atractivo, puesto que en el reino de la lo armonioso una excepción formal se hace joya, complementa, más que distorsiona.



¿¿Existe esa presencia corpórea que se hace plena, y turba al hombre por cuanto es excepción en la naturaleza, potente adición de tipos bellezas diferentes, completándose para formar una sola, suma de las  anteriores, llegando a traspasar la barrera de lo conocido, para generar un Tipo de mujer nuevo, excelsamente bello??.





Es…, Irene:



Es recta y curva


Plano y esfera


Contención y exceso


Sutil y rotunda


Delicada y sensual


Espigada y  con presencia





Si proyectaras su imagen y la recorrieras con el fino rastro  de un  lápiz, empezarías recorriendo esas piernas interminables, extremadamente extensas , delicadas ,en combinación con curvas situadas en las fronteras entre recta y recta; un conjunto de recta-curva, sutil y al mismo tiempo sensual.  Al llegar a la altura de la cintura, has de sacar punta al lápiz, para marcar certeramente esas dos concavidades que forman simetría, separando visualmente las partes. 

Puedes seguir subiendo, pero cuidado, porque el plano alberga a la curva, aparente contradicción,  y el reino de la abundancia se hace presente  sólo donde  la naturaleza lo eligió. El trazo puede entretenerse ahora en esa maravillosa identificación formal entre extremidades: Extremidades estas,  las superiores, en insultante consonancia con las inferiores, curva y recta conviven milagrosamente sin lugar a la distorsión, todo es excelso, elongado y presente, es, al mismo tiempo cercanamente carnal,  y distante por su precisión visual.


Todo es aparentemente contradictorio por la tradición entre tipos de belleza que nunca conviven en un mismo ser, una contradicción hecha mito, por cuanto tiene de iniciador como belleza nueva, y aglutinante.


Ya  nos queda poco lápiz, esta mujer es alargada y curvilínea,  hemos gastado mucha mina ante tanto recorrido, pero aún nos queda por recorrer su cuello, rostro y… una extensión del todo, que es casi símbolo de su imagen.


Cuello fino y delicado, contenido y muy pertinente. Entramos en el óvalo…, y digo óvalo , porque lo es. Sutil elipse , enmarcada por unos ojos grandes, en los que , una vez más, se da la multiplicidad de tipos, grandes y rasgados. Sonrisa complaciente, no es excesiva ni generosa, es contenida, amable y bella.


Antes de terminar describiendo su símbolo, he de pararme en su nariz, porque es en este lugar, donde lo que he escrito más arriba tiene su refrendo; efectivamente, toda figura excelsa, bella y cuasi perfecta puede albergar un exceso con respecto a la armonía del todo, es su nariz, un elemento particular, que le confiere carácter, esa joya que he mencionado por cuanto tiene de complemento y rasgo personal del individuo.


Aún nos queda algo de mina , pero os tengo que decir que aunque nos quede solamente una parte por abordar, necesitamos estrenar otro lápiz y afilar bien su punta.

Es esta parte, para mí, su símbolo. Unos pensarán que son sus estilizadas piernas, otros las  gráciles proporciones de su figura, o la gracia de su rostro, pero todas ellas forman parte del conjunto, del todo. Sólo existe una parte de sí que es apéndice: su melena.


Es la melena ese complemento que no es cuerpo; va con él, pero es autónomo. Las mujeres siempre inciden en que a la hora de vestir son muy importantes los complementos, suele ser lo que más diferencia a unas de otras, pues bien, este “complemento”, en Irene, tiene una presencia tan arrolladora que es capaz , por sí, de liderar el ya competido espacio espacio vital que le rodea.


Una melena abundante, sana, rizada y lisa a la par; tan extensa, que se independiza de su cuerpo, tomando relevancia y ser propios. Un color castaño por definición: ¡Qué más da el color en el pelo de una mujer!, si tiene esa textura…, ese brillo, y ese dinamismo vizaz que lo hace tan cambiante a cada gesto suyo, cuando lo maneja con su mano.



Permítame conocer sus adentros, sin acentos, sin urgencia, ya que sus veleidades visuales me son tan gratas, permítase el permiso de concederse lo natural de una conversación, que provocará el  fluir de la conexión entre las almas, sin propósito, sin lugar al que llegar, simplemente por he hecho de la posibilidad de ser en contraposición al  no dejar:  ser.