le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

domingo, 14 de junio de 2015

La luz , el aire, Philippe Garrel.



Siempre, en cualquier film en blanco y negro, tenemos la sensación de que el claroscuro que se genera sobre las formas de los personajes, es el producto de cómo indiden los haces de luz ; la naturaleza rectilínea de los rayos sólo para su camino una vez se encuentra con las formas corporales. La luz, baña los cuerpos y modela los claroscuros. La luz es acción y los personajes son elementos pasivos.

Con Garrel, uno tiene la sensación de que logra invertir los papeles. La luz es el elemento pasivo, y el personaje,  en el transcurso de su acción, modela el claroscuro al tiempo que se produce el moviminto.
En los espacios de Garrel, -y digo espacios porque son volúmenes de luz-aire-, la luz no incide sobre los personajes;  la luz está en el volumen del aire, llenando la habitación; se constituye en fluido, no se transporta ni indice sobre las formas corporales. Son los cuerpos los que en su acción de movimiento, hacen patente la potencialidad de este fluido lumínico que colmata el espacio, de la misma forma que el humo de un cigarrillo hace patente el movimiento del aire.


     
 







jueves, 11 de junio de 2015

Sentir el silencio.




Hay pocas cosas tan bonitas como sentir el silencio, y entenderlo.  Las grandes emociones nos hacen sentirnos vivos, nos funden con la naturaleza. Lo otro, es entender el silencio;  es caer en la profundidad del abismo de nuestra conciencia, y escuchar que no se oye nada; es en ese momento donde la existencia se vuelve intensa, aunque apacible, sin sobresaltos. El tiempo  -el sentido de su cadencia y duración- ,  toma una presencia que le confiere otra dimensión, lo sentimos dilatado, y nuestra identidad, tan volátil y voluble en la vida real, parece ser una,  por unos instantes.



Esta divagación fue el resultado de visionar El nacimiento del amor, de  Philippe Garrel. A él le debo que, tras salir los agradecimientos finales sin audio, dejaran mi salón en un silencio que me hizo sentir la intensidad de ese momento, sugestionado, sin duda, por los retazos de verdad que este hombre imprime en cada plano, sin lugar a la afectación, o la opulencia.

11 de Junio de 2015.




martes, 9 de junio de 2015

Nuestra influencia sobre el otro.





Nos pasa más veces de las que imaginamos. Ante una situación que vivimos con otra persona,  interpretamos sus actos únicamente desde el exterior hacia el interior. Observamos al otro como si nosotros no existiéramos, y su actitud fuera el fruto de su esencia personal , únicamente influenciado por su propia personalidad y el entorno que le circunda en esa situación;  pero el observador -nosotros-,  como si no existiese;  pensamos que nuestra presencia no le ha condicionado. Nosotros, el juez que sigiloso interpreta la realidad sin tener en cuenta la constante retroalimentación – inevitable- entre individuos. Debemos juzgar las situaciones no sólo por sus resultados,  no sólo desde el exterior hacia el interior, sino también, desde el interior al exterior. ¿En qué manera mi presencia, mi comportamiento, está condicionando la actitud del otro? .  Quizás, su retraimiento, su actitud aparentemente afectada o falta de autenticidad no sea fruto más que del atenazamiento que sufre a resultas de nuestra sola presencia, de nuestra personalidad invasora. Los invasores son los líderes, los que influyen sobre los demás sin que ni siquiera pretendan hacerlo. Interpretemos la realidad como la amalgama resultante entre cómo los demás influyen en mí, y cómo yo influyo en ellos, evitando hacer juicios absolutos.