Dale al Play en el vídeo. Deja tu habitación a oscuras e imagínate que con los acordes de esta
canción estás en el asiento de copiloto en un coche; el conductor se
acerca, se desliza hacia ti lentamente con la cabeza apoyada aún sobre
el respaldo, tú a su vez, te acercas silente, también con
tu cabeza recostada. Ambos rostros están muy cerca y se
miran, mientras, sienten cómo la música de esta íntima canción se mezcla entre sus miradas. Es de noche, y la
oscuridad les aísla a ambos de la actividad de la cuidad. Poco a poco, al tiempo en que ya suenan los acordes de los coros armoniosos de esta
maravillosa canción, ambos se acercan más; sus cabezas han ido
ondulando suavemente en movimientos armoniosos sintiendo cómo la música les envuelve inundando toda la superficie de su pequeño habitáculo; mientras, se siguen contemplando, -no se ríen-, se dedican a admirarse
en la intimidad de su cálido recinto aparcado en una calle
anónima de Madrid.
Después de dos minutos, ya imbuidos de esta clima
de confianza y armonía, los labios de ambos se tocan, sus pliegues quedan solapados y ya no se
separaran más en los minutos restantes en que esta canción viva; los
movimientos de sus bocas serán suaves como los acordes de los coros, y
tan íntimos como la voz de su cantante. Todo resultará tan natural que
ambos percibirán que de repente han traspasado la barrera de las
distancias entre los individuos y se sentirán unidos el uno al otro a través del interior,
pudiendo mirarse ambos desde ese punto de inflexión en adelante como si ya sumaran un nuevo yo entre los dos.
Para cada uno de ellos, el otro le hará ser feliz en su presencia, de forma que ambos , en conjunción, muestren la mejor versión de sí mismos, unidos y formando un equipo que se proyecta siempre hacia el futuro con alegría"
Para cada uno de ellos, el otro le hará ser feliz en su presencia, de forma que ambos , en conjunción, muestren la mejor versión de sí mismos, unidos y formando un equipo que se proyecta siempre hacia el futuro con alegría"
Dedicado a Emily.