le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

jueves, 31 de enero de 2013

Pensamientos de un burgués en un café de París; "El Amor Después del Mediodía", Eric Rohmer, 1972.


Bernard Verley fantaseando en Amor después del mediodía, Eric Rohmer, 1972.

Si hay algo de lo que soy incapaz ahora, es de ligar con una chica. No veo qué podría decirle, y además no tengo ningún motivo para hablarle.

No quiero nada de ella, no tengo nada que proponerle. Sin embargo, el matrimonio me enclaustra, y me apetece evadirme. La perspectiva de una felicidad tranquila indefinida, me entristece. Empiezo a extrañar el tiempo, no tan lejano, en que podía sentir también la ansiedad de la espera. Sueño con una vida donde sólo haya primeros amores y amores con una duración.

Quiero lo imposible, lo sé. No envidio a nadie. Cuando veo dos enamorados pienso menos en mí y en lo que era, que en ellos y en lo que se convertirán. Por eso me gusta la urbe. La gente pasa y desaparece, no les ves envejecer. Lo que da tanto valor a mis ojos en la calle parisina , es la presencia constante y fugitiva de esas mujeres, que seguramente no volveré a ver.

Basta con que estén ahí, ajenas y conscientes de su encanto, felices de comprobar su eficacia conmigo, como la mía con ellas, por acuerdo tácito, sin necesidad de una sonrisa o  una mirada. Noto su atractivo sin que me atraigan. Y eso no me aleja de mi mujer, al contrario.

Esas bellezas son la prolongación necesaria de mi mujer, la enriquecen con su belleza, recibiendo la suya a cambio. Su belleza es la belleza del mundo, y viceversa. Abrazando a mi mujer, abrazo a todas las mujeres. Pero siento que mi vida pasa, y que otras pasan paralelamente a la mía, y me frustra ser ajeno a ellas, no retener a esas mujeres, aunque sea un instante en su marcha precipitada hacia algún trabajo, o hacia algún placer. Y sueño, sueño que las poseo a todas definitivamente.



¡Ya os lo habéis imaginado, ahiora a verlo tal y como Rohmer lo concibió!, oh la la..! con las Parisinas...










jueves, 24 de enero de 2013

La Montaña.






Yo lo intento, mentalízome de ello mientras conduzco mi coche hasta el punto de partida donde mi motor serán mis piernas.

Aquí está el momento del reto con uno mismo, la ascensión es constante, dura.


Estoy pedaleando, trato de dosificar mi ritmo de respiración, y busco con mi mirada a mis compañeros ya más arriba, como referencia de lo que me arrastra hacia la cima, mientras veo el paisaje, me inundan los arboles, la nieve me rodea y colapsa mis músculos.


Siento todo lo que me rodea, estoy inmerso en la naturaleza, enfrentándome a una ascensión , una hipotética victoria sobre la montaña meramente circunstancial, ella seguirá allí por siempre, cuando yo ya no esté.., en ningún sitio.


Sigo sintiendo la plenitud natural del paisaje, y mi corazón late fuerte, el latido es más fuerte que mi visión, y caigo en la desesperanza, sólo la referencia visual de los que lo pueden hacer y van delante me da esa fe que te hace continuar, aquella fuerza secreta e inexplicable que hace que el músculo sea más de lo que tú estimabas, eres más, sí.


Siento todo a mi alrededor, pero no poseo nada, no interiorizo lo que me rodea, no tengo tiempo, pedaleo rápido, más rápidamente, y el bosque se hace espeso ante mi mirada pasajera.

No hay tiempo para la recreación inmerso en la piedra, la nieve.

El olor del aire penetra inténsamente en mi cuerpo, lo consumo ferozmente, formo parte de la montaña, consumo sus brisas , y quedo mimetizado como una pequeña parte del camino..., lo utilizo, pero no me pertenece.


Mi compañeros ya ha llegado a la cima, y yo..., sigo luchando por mantener tensa la cuerda virtual que me mantiene sujeto al ritmo de ascensión..., sé que están en la cima, y no se marcharán.


Es hora de sentarte en tu bicicleta y sentarse encima de la montaña, una foto, un recuerdo, un momento compartido en armonía de compañeros. somos la circunstancia vencedora, pero ahí seguirá la montaña por siempre amigos, y vencerá.





Ella pudo más.





Nada es imposible; nos acostumbramos a los convencionalismos sociales y pensamos que hemos pasado a otra fase por la edad…, pensamos que no podremos sentir las cosas del pasado con la misma intensidad y que cada edad lleva consigo una manera de comportarse en sociedad. Obviamente cada edad lleva aparejada una serie de convenciones, pero hay valores o actitudes ante la vida que no deberían cambiar y conservarse con el tiempo porque son intrínsecamente buenas para todos.
Para  todos  aquellos  que  reprueban mis  citas con  veinteañeras  va  dedicado  este post, y para expresar lo que me transmitió una mujer de 20 años de edad, la cual posee una gran fuerza vital  que es capaz de irradiar al exterior , es una donante de energía positiva,  una  donante  de  afectividad  espontánea  ,  sin  ningún  tipo  de afectación.
Creo que cuando alguien te plantea qué te aporta a tí una conversación con alguien de edad diferente, en ese mismo enunciado queda patente que hay una pata de la mesa que no  usan…
Afortunadamente tengo conversaciones muy interesantes con gente desde los 20 hasta los 70. Tengo amistades con edades entre 50 y 70 que me aportan su experiencia a la hora de entender los acontecimientos de mi día a día, de las cuestiones que me inquietan y ocupan en mi vida.  
Cuando uno queda con una mujer, ya tenga 20, 30 o 40…, puede un solo gesto recurrente, la forma en que se acaricie el pelo,  la forma de emplear el léxico, un determinado tipo de modulación en el tono de voz.., yo que sé…, hay tantas cosas que pueden merecer la pena.., que me resulta muy revelador acerca de la falta de amplitud de miras y mentalidad cerrada a la hora de nutrirse de otros  que denota  las personas que critican el relacionarse con mujeres u hombres de edades dispares.
El que me pregunta qué es lo que espero que me aporte una chica joven me está dando a entender que no voy a recibir nada, incluso la frase lleva asociada una crítica en relación a mi falta de ambición.., o a un simplismo mío, una falta de inquietud mental …, y…, paradójicamente, lo que a mí me está transmitiendo su comentario sin que él parezca consciente es que es él quien adolece de simplismo existencial, porque sólo espera de cada persona una cosa, de cada edad una cosa, cualidades o roles concretos, ha decidido que cada edad aporta una cosa y se ha reducido a eso.., en definitiva, ha simplificado enormemente.
La cita:
Ya habíamos terminado de cenar, y yo la notaba nerviosa, una mesa no parecía el lugar adecuado para departir con esta chica.., no se terminaba de sentir agusto y yo mismo replantee la situación y le comenté que si le apetecía tomar una copa en el mismo local, pero en la barra…
Dos taburetes como apoyo,  pero esta vez sin frontera entre ambos, sin mesa,  lo un apoyo lateral que no haría sino acercarnos s.

Pedimos sendas copas y los taburetes nos acercaron, apenas 30 cm de distancia entre nuestros ojos. ¿Q esperaba yo?, seguramente una reproducción más relajada de la conversación que tuvimos en la mesa, pero en cualquier caso yo sabía que manejaría el tempo y controlaría la situación…, como en cierto modo por desgracia me suele suceder
Pero no.., ella,  pointensamente su mirada de Jean Moreau sobre los mis ojos, y empezó a mirarme fijamente cuando yo hablaba.., me empezaba a poner nervioso, porque  estaba invadiendo  mi intimidad, se estaba metiendo con sus ojos en mis adentros, y aquella actitud me estaba haciendo sentirme inseguro
No era una mirada normal.., era muy intensa, una mirada que albergaba todo el potencial interior de esta muchacha y lo proyectaba en …, era un ataque en toda regla. Que descaro tan dulce, una mirada desprovista de interés convenido, todo era muy sencillo y muy grande a la vez: cuando alguien es así de natural, merece la pena que nos muestre a los demás su autenticidad natural, su poder vital, aquella actitud que te llega a desarmar
Súbitamente me encontré  fuera de juego, no sabía como controlar lo que estaba pasando y me encontraba algo superado.., y…, de pronto, cómo un angel que viene a rescatarte …, ella utilizó su talento intuitivo y me tendió la mano; me cogió mi mano.., en un gesto de acercamiento total.

Ella supo entender la situación , aunque sea de manera intuitiva, (que quizá sea lo realmente grande),   recondujo la escena hacia donde ella podía darme todo su potencial, aquél escenario donde dos personas se desprenden  de las convenciones sociales y entran en un estado de embriaguez en el que los canales de comunicación sensorial se abren de par en par y por fín uno es: uno mismo, se produce la verdadera interacción afectiva entre dos seres humanos…
A partir de ese instante en que su mano cogió la mía, no quise soltársela…, nos convertimos en una pareja  que estaba viviendo un momento totalmente íntimo en un contexto de fría convención social, estábamos literalmente rodeados, rodeados de muertos, dos vivos rodeados de muertos.
Su mano presionaba a la mía, y penetré en su mundo, ya desinhibido. Con la otra mano empecé a acariciarle suavemente su pierna, primero sin presión, hasta llegar a utilizar finalmente  mi palma entera para rodear su muslo, en cada presión que yo ejercía,    un  paso  más  nos  acercaba,  estábamos     literalmente entrelazados  y preparados para lo que iba a suceder, ella lo sabía, y lo quería hacer.  Se dejó llevar por sus sensaciones y me miró a la cara acerndose a la mía…
Ya nos separaban lo 10 cm y con su mirada me expresó  que me lo daba todo, ella me  lo  daba  todo  a  mí  en  aquel  momento,  se entregaba  ,  a  otra  persona,  y, finalmente nos besamos.., como algo inevitable.  Totalmente armonioso de principio a fin….
El milagro había tenido lugar, se produjo la comunicación al más alto nivel,  y ya todo estaba hablado, dicho, expresado…, ahora lo quedaba seguir disfrutando de ese clímax…,
Menuda lección, menuda demostración de afectividad…, que pureza y autenticidad en su comportarse, que bello, intenso, natural, espontáneo, en definitiva, independientemente de la frescura ye inocencia que da una edad, fue toda una lección vital para todos aquellos treintañeros que estábamos allí presentes, ejerciendo las frías convenciones sociales que no nos dejan acercarnos y darnos mutuamente aquello que nos hace más hombre, más mujer, s, ser humano.