El idealismo es una herramienta muy poderosa , pero necesita de un buen nivel de madurez personal para saber canalizarlo. En ausencia de esta última , el idealismo, sigue las directrices de un corazón errante, con todos sus errores.
El idealismo es una herramienta muy poderosa , pero necesita de un buen nivel de madurez personal para saber canalizarlo. En ausencia de esta última , el idealismo, sigue las directrices de un corazón errante, con todos sus errores.
---Ya veo que sabes lo que te gusta , ¿y sabes lo que quieres.?
---No creo en las personas que dicen saber lo que quieren, o saber lo que buscan de otras personas. Prefiero que cada persona me vaya suscitando lo que deseo de ella, según la voy conociendo. Normalmente , la gente que suele presumir de saber lo que quiere, al escucharles, uno se da cuenta de que sólo desean cosas infantiles, sin profundidad alguna. Y sin embargo, se jactan de su determinación.
Las personas que ven la vida como algo más trascendente, consideran su existencia como un proceso de aprendizaje ; con más humildad, no como un tiempo empleado en " conseguir lo que quieres ".
Preferiría que me preguntaran cómo quiero ser, a qué es lo que quiero.
--- Cuéntame algo sobre ti que nadie sepa
--- Tampoco creo en ese tipo de preguntas. Son preguntas que hace la gente para tratar de conseguir información rápida, partiendo de la base del que responde no sabe que con una pregunta sencilla se le puede sacar una respuesta sobre la cual no sea consciente y por tanto, quedar expuesto.
Me parece éticamente cuestionable, incluso una falta de respeto. como te dije antes, creo más en el interés de emprender un proceso de conocimiento de los otros a través del los hechos del tiempo en la relación, más que en los atajos de supuestas preguntas audaces.
George Orwell, durante su periplo sin blanca por las calles de Londres, terminó trabando amistad con Bozo, un mendigo y pintor callejero, que le hizo la siguiente reflexión:
--Si tienes una educación, da igual que pases el resto de la vida en la calle.
--Pues yo he comprobado justo lo contrario--respondí--Por lo que he visto, cuando le quitas a un hombre su dinero ya no sirve para nada
-- No , no tiene por qué ser así. Si te lo propones, puedes vivir igual seas pobre o rico. Puedes seguir con tus libros y con tus ideas. No tienes más que decirte: "Aquí dentro soy libre" -- se tocó la frente con el dedo-- , y todo irá bien.
Ya al poco de conocerla, le dijo te quiero varias de veces con el pensamiento mientras la contemplaba de cerca en determinadas situaciones. Un día, no pudo reprimirse más y se lo susurró al oído lacónicamente con la esperanza de que no lo entendiera. Ella no dijo nada. Quizás el nunca sepa si lo llegó a escuchar , y menos aún, si le comprendió.
Cuando os golpee el aburrimiento,
id por él. Dejad que os inunde; sumergíos, tocad fondo.
En una situación desagradable, las regla es tocar fondo cuanto antes para volver con más rapidez a la superficie .De lo que se trata, diríamos parafraseando a otro gran poeta de lengua inglesa, es de dar un repaso a fondo a lo malo. La razón de que el aburrimiento merezca tal escrutinio es que representa al tiempo en toda su pureza, en todo su repetitivo, superfluo y monótono esplendor.
Por decirlo así, el aburrimiento
es vuestra ventana al tiempo, a esas
características del tiempo que uno tiende a pasar por alto para no poner en
peligro su equilibrio mental. Se trata, en definitiva, de una una ventana a la infinitud del tiempo, o, lo
que es lo mismo, a nuestra propia insignificancia en él. Eso es lo que
quizá explique el pavor ante las tardes solitarias y mortecinas, o la fascinación con que uno observa a veces
el polvo en un rayo de sol, y se oye de
fondo el TIC TAC de algún reloj; el día
es tórrido, y la fuerza de voluntad se
halla bajo mínimos. Una vez abierta la ventana, no intentéis cerrarla; al contrario, abridla de par en par. Pues el aburrimiento
habla el lenguaje del tiempo y vais a aprender la lección más valiosa de
vuestras vidas, la lección que aquí, en
estos verdes céspedes, no os han enseñado: la de vuestra absoluta intrascendencia. Una
lección tan válida para vosotros como para aquellos que con quienes os codeéis. “Eres finito -dice el tiempo con voz del
aburrimiento-, y cualquier cosa que hagas
desde mi punto de vista es vana”.
Puede que esto no resulta
precisamente agradable, pero la
percepción de la futilidad, de la limitada significación que revisten incluso
vuestras mejores y más vehementes acciones resulta preferible al espejismo de
su trascendencia y la correspondiente vanagloria.
El aburrimiento supone, en efecto, una irrupción del tiempo en vuestro esquema de
valores .Sitúa la vida en su justa perspectiva, lo cual da como resultado la precisión y la
humildad. esta última, observémoslo, engendra
la primera. Cuanto más conocemos nuestro
propio tamaño, más humildes y compasivos
nos volvemos respecto a nuestros semejantes, a ese polvo que flota en el rayo del sol o ya
inmóvil sobre la mesa. ¡Cuánta vida encierra ese polvo! No desde nuestro punto
de vista, sino desde el suyo. Nosotros
somos para él lo que el tiempo es para nosotros; por eso aparece tan poca cosa.
¿Y sabéis lo que dice el polvo cuando
limpian el de la mesa?
“recuérdame”
susurra al polvo.