Desde hace tiempo vengo observando
una especie de rivalidad entre la gente
del teatro y la del cine. Existe una tendencia a comparar ambas artes, y por lo
general las comparaciones las escucho por parte de gente del teatro hacia el
cine, e incluso de gente del cine hacia
el cine.
Los comentarios casi siempre
giran en torno a la superioridad del teatro sobre el cine en diversas facetas;
la autenticidad del directo, la experiencia temporal única, el hecho de que sea
una experiencia colectiva, la interacción actor-espectador, la magia del teatro…
Todos estos factores parecen
redundar en concluir que el teatro te proporciona una experiencia vital más
auténtica, intensa y de mayor calidad. Parece como si el teatro fuera jerárquicamente
superior al cine, y que este último fuera casi un apéndice, un arte secundario
respecto al primero.
Naturalmente, la mayoría de estos
comentarios proceden de actores.
Y digo naturalmente, porque
resulta que un actor, es un profesional del teatro. Una de las diferencias
fundamentales que aleja fulminantemente el teatro del cine es que en el teatro el actor
hace de actor, es decir, en el teatro el
actor interpreta un papel y además interpreta a un personaje, en esta dimensión,
el actor y el personaje son dos entidades diferenciadas que se transforman en una sola o se unen circunstancialmente en el
momento de la función. Una de las
esencias del teatro es el hecho de que el actor en ese momento se transforma en
un personaje concreto. En el teatro el actor es el núcleo de la obra y su
interpretación la expresión de sí mismo, y en segundo término, del autor de la obra.
Dicho esto, es claro por qué a los actores les encanta el
teatro, es el lugar y el momento en que pueden ser su personaje, y repetirlo de
manera diferente función tras función.
El Cine opera en una dimensión
totalmente distinta; en el cine el actor “es” el personaje, es decir, el actor
como entidad desaparece, sólo existe el personaje, y esto viene refrendado por
el hecho de que en el hecho fílmico; en la imagen, se representa un espacio de tiempo único y definitivo
que representa un producto finalizado, acabado.
El teatro trata de recrear la
vida , el cine quiere ser la vida misma, define un campo espacio temporal que
es real y único. El teatro es real en tanto que realidad presente, pero no como
realidad conceptual respecto a las directrices que expresan su arte.
Todos estos malentendidos entre
Cine y Teatro tienen su origen en el pensamiento de que el cine es una
evolución del teatro. Como si de esta manera estuvieran íntimamente conectados
y fueran comparables. El problema que ha
acarreado el cine como arte ha sido que en muchas de sus manifestaciones a la largo
de la historia, el cine ha sido concebido como un arte teatralizado, es decir,
en muchas de las películas que vemos los actores interpretan como si estuvieran
en la escena de un teatro, sobreactuando y escenificando.
El actor de cine ni sobreactúa ni
escenifica. Cuando digo que el de teatro sobreactúa no me refiero a que
interprete mal, sino que enfatice su condición de actor sobre el propio
personaje, esto en teatro tiene un pase porque el valor artístico puede estar contenido
en la performance del actor, el valor puede ser la personalidad del actor, que
le da su propia interpretación al personaje de Hamlet, por ejemplo. En el cine,
el actor sólo representará a un personaje real que no se repetirá jamás, porque en el cine esa historia sucedió una vez
y sólo con ese personaje, excepción hecha de los remakes, pero no a lugar.
En el cine el Actor no debe
sobreactuar, porque su personalidad no existe, no debe trascender a la
pantalla, el actor es únicamente el personaje real de un marco espacio
temporal, que quiere definir una
realidad que sabemos que es ficticia obviamente, pero artísticamente real, dado
que el cinematógrafo es capaz de captar la vida y el mundo, tal y como la ven
nuestros ojos a diario.
Todo esto que estoy comentando lo
enlazo con las teorías de Robert Bresson acerca de la esencia del cine. Sé que
hay varias formas de hacer cine, unas estarán algo más próximas a la
teatralidad, pero no serán cine estrictamente hablando. En cualquier caso este
es un tema a debate, ya que cierto es que se ha hecho gran cine sin esa
anulación del actor que bresson propone.
De lo que no cabe duda, y creo
que es una aportación de Bresson incuestionable, es el hecho de que el cine ha sido y es un arte contaminado
por la teatralización. El teatro molesta al cine, y lo contamina, el cine tiene
su propio discurso y sus propios medios, que son en su mayoría radicalmente
diferentes a los del teatro.
En palabras de bresson:
“Un film no puede ser un espectáculo,
porque un espectáculo exige la presencia en carne y hueso”.
En el cine, el actor es un
elemento más dentro de los elementos que forman el todo, y ese todo es un
producto que es concebido por sólo una persona que es el director; Antonioni afirmaba que el
director es la única persona del equipo de rodaje de una película que tiene la
película en su cabeza, los demás son ayudantes que él debe manejar pasa conseguir el producto
artístico que ha planteado.
Esto hace del cine un arte particular
y diferenciado del teatro, cada elemento de una obra de cine es estudiado y
manejado con precisión en pro de producto final
acabado. Esta visión del cine es
descorazonadora para los actores puesto que les relega a un plano casi utilitario,
pero es que en el cine lo bonito es cómo el personaje se confunde con la vida y
la vida con el personaje. Me imagino que para que un actor quiera ser actor de
cine ha de amar este concepto por encima de su ego interpretativo, su
interpretación está al servicio de la historia que se cuenta, del concepto. El
actor se pliega al film, y se entrega al director, el cual ha de ser lo
suficientemente audaz y capaz como para sacar del actor lo que él quiera
expresar sin que el actor tenga conciencia de estar actuando. El actor simplemente
debe dejarse llevar, debe casi: “no ser”.
Antonioni decía que prefería actores que no fueran especialmente
inteligentes, la razón era que aquellos actores que son inteligentes o con
mucha personalidad en su vida personal , tratan de poner su impronta, comprender
al personaje y darle su interpretación, y eso entorpece la labor del director. Son
preferibles aquellos actores lineales y
moldeables en pro de la obra.
Sé que esto resulta paradójico en
primera instancia, me imagino que lo ideal será disponer de un actor inteligentísimo
que de seje llevar al cien por cien, aunque esto es complicado.
El caso es que Antonioni se dio
cuenta de que el actor inteligente trata de dar su propia versión, pensando que
está aportando a la obra, el problema es que él no se ve, y la mayoría de las
veces distorsiona la esencia del personaje, aunque él crea que no.
En definitiva, y a modo de
conclusión:
Independientemente de que a mí me atraiga mucho más el arte del cine
que el arte del teatro, lo que he querido transmitir es que no tienen nada que
ver, y que la sociedad en general se confunde sobre la apreciación de lo que
significa el arte del cine, supeditándolo comparativamente al teatro, craso
error.
Aunque tengan elementos en común y
pertenezcan al ámbito de la comunicación las esencias de ambos son muy
distintas, y los instrumentos narrativos muy diferentes, de lo cual se deduce
que no tiene ningún sentido comparar cine y teatro en términos artísticos, sólo
cabe hacerlo en términos de gusto o tendencia personal, ya que el cine te da
unas cosas y el teatro te da otras bien distintas, así que, felicitémonos por
ello…