Viva la fotografía;
La
irremediable violencia de la mirada enfrentada
entre dos personas a corta distancia supone el momento de mayor tensión en la
comunicación. Es el mirar al otro, la mayor comunicación per sé entre las
almas.
Mirar de frente, ese mirar directo, de
ojo a ojo.
Mi plano visual son tus ojos en mi mirada, enfrentados.
Si
nos miramos a los ojos veré tu esencia tamizada
por la imagen que yo proyecto en tí, eres
tú con respecto a mi influencia, eres tú como respuesta e interacción con mi
ser.
Pero
todo exceso, todo cenit comunicacional conlleva la perdida de otros motivos que
, curiosamente, pueden definir o formar parte esencial de lo que una persona
transmite, lo que es en sí, por sí misma.
Es
por tanto, desde otras miradas , la
mirada escondida, aquella vigilante, que
desde un lugar cualquiera observa atenta
tu expresión ante el mundo, la verdadera
alma que ajena a la observación, te define tal y como tú eres. Define tu esencia pura.
Por
eso es tan bonito observar a las personas actuando ignorantes del ojo que las
escudriña, porque son tal y como actúan.
Cartier
Bresson afirmaba que la mayoría de los fotógrafos no saben captar “el momento”
; disparan compulsivamente en busca de
la gran foto, cuando probablemente es entre foto y foto, cargando el carrete, cuando sucedió el milagro de la imagen
reveladora….
Pues
he de reconocer, que el autor de esta foto, seguramente producto del azar,
captó la esencia, para mí, de esta chica tan bella.
.
Porque Carlota:
Es desde este ángulo en escorzo, a
esta distancia,
bajo esta expresión sonriente y con tu
mirada ajena al objetivo
donde se transmite tu mayor belleza y
la esencia de tu carácter.
Esa sonrisa complaciente, generosa,
tan poderosamente femenina.
La fuerza de tus ojos, a pesar de no
mirarnos; nos revela
una mirada inquieta, de gran
profundidad, mirada consciente, llena de vida.
La amable redondez de tus facciones,
la suave forma de tu barbilla,
tus pómulos al servicio de tu
expresión.
Armonía y belleza de la mano,
expresión y ser perfectamente identificados en una foto
que responde al milagro al que Bresson
hizo referencia.