Un
reloj de arena. ...Es curioso, ahora me viene a la memoria que en casa de mis
padres, también había uno de esos. El conducto a través del cual cae la arena es
tan estrecho que aparentemente , el nivel
del vaso superior permanece igual, ...no
cambia.
Sólo un
buen rato después se da uno cuenta de que la arena ha ido cayendo,...grano a grano, inexorablemente, hasta colmar
el vaso inferior.
Entonces
ya nada importa, ...se ha cumplido el
tiempo, ...y no queda un minuto para
pensar.
La
escena parte de la imagen del pianista
tocando una melancólica melodía…, pero pronto nos daremos cuenta, a través de
un movimiento de cámara suave y constante, de que este primer encuadre va a servir de apoyo al siguiente
encuadre, es una introducción.
En el
primer encuadre sólo se ve al pianista tocar, sin embargo, está mirando a algún
sitio mientras toca. Esto ya es un detalle importante, le está brindando la
música a Dirk Bogarde, que aparecerá posteriormente. Con su música y su mirada, acompaña en el
reflexionar de Dirk Bogarde. Después de esta breve introducción, la cámara
empieza su movimiento lento en busca de no se sabe qué aún…, aunque casi al final del movimiento Visconti muestra la Dirk Bogarde. Ahora el
origen del movimiento de cámara tiene mayor sentido, adquiriendo plenitud una vez
aparace Dirk Bogarde en el nuevo encuadre.
Entre
el primer encuadre y el segundo, el movimiento de cámara es lateral y hacia la
izquierda. Al movimiento lateral se le
suma una ligera inclinación hacia
arriba, una variación gradual de altura que logra encuadrar a Dirk Bogarde en la
imagen final justo a mitad de altura del encuadre, pero situado a la izquierda de la
composición, ya que cuando empieza a hablar hace mención a un reloj de arena
que está situado en la parte derecha de ese mismo encuadre, por lo que inicialmente
el encuadre sitúa a Dirk Bogarde y al reloj de arena en una situación dentro
del plano que podríamos calificar de equivalente o de equilibrio, aunque el mayor peso visual
corresponde a la imagen del actor.
Posteriormente,
cuando Dirk deriva su reflexión sobre el tiempo hacia la identificación con el final de la vida, el director , va aumentando el zoom del
encuadre, entonces el actor y el reloj llenan la pantalla.
La
credibilidad del personaje es total, Dirk se encuentra resignado, como
ensimismado, con la vista fija en ese reloj de arena que representa el tiempo
que nos queda..
Dirk mira sin ver, su mirada se pierde en la desazón
que le produce la trascendentalización del objeto que tiene delante, es el tiempo. A cada frase
que pronuncia, le sigue otra más profunda, con sus correspondientes pausas valorativas, hasta que finalmente, imbuido en su propia abstracción y navegando en un mar de pensamiento bucólico
con el piano como base auditiva…., da paso a la frase final:
“Entonces
ya nada importa, ...se ha cumplido el tiempo, ...y no queda un minuto para
pensar.”
Se ha
cumplido el tiempo…, parece como si le estuviera otorgando a la vida una
dimensión de acto de obra de teatro, el tiempo se inicia, y al final, el tiempo se ha cumplido,
el matiz que introduce esa expresión creo que tiene que ver con que de alguna
manera, se te es concedido un tiempo para hacer lo que tengas que hacer en tu
vida, por eso el tiempo cumple, y entonces, ya no puedes hacer nada más, es
igual que cuando estás en un exámen y el profesor exclama: “se ha cumplido el
tiempo”, y acto seguido, inexorablemente, el profesor recogerá los papeles de los alumnos
y ya no podrás escribir más…, se acabó tu tiempo, ya no queda ni un minuto…,
para pensar.
Ah!, y un último detalle!. Él, al final, de repente vuelve en sí, regresando de su estado absorto, para una vez recobrada la conciencia hacer un gesto de resignación vital según le da una calada al cigarro de una gran maestría interpretativa, un colofón maravilloso a una escena muy emotiva.
Ah!, y un último detalle!. Él, al final, de repente vuelve en sí, regresando de su estado absorto, para una vez recobrada la conciencia hacer un gesto de resignación vital según le da una calada al cigarro de una gran maestría interpretativa, un colofón maravilloso a una escena muy emotiva.