le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

lunes, 18 de junio de 2012

La lealtad. "Hasta el último aliento", 1966 de Jean Pierre Melville.



La lealtad es una virtud que desarrolla nuestra conciencia, su desarrollo nos hace emerger como una persona más evolucionada.
Es un valor que tiene su origen en el propio convencimiento de establecer una trayectoria vital concreta, es un valor que surge primero en el interior del ser, en su personalidad. No es un deber para con el otro, la lealtad es antes que nada una manifestación de la propia estimación de uno mismo, es decir, ¿hasta dónde quiero llegar yo, en cuanto a mí mismo?.
Por lo tanto, la condición indispensable para ser leal a otra persona pasa por ser leal a los principios de uno mismo, o mejor dicho.., el establecer la lealtad como principio rector individual o personal hacia nosotros mismos, después, como resultado de esta determinación surge la proyección de ese concepto hacia el exterior…, y tiene uno de sus terrenos de abono en la amistad.
La amistad tiene como principio rector fundamental  la lealtad mutua, sin esta cualidad, la amistad no se ve representada en su faceta más profunda o su máxima expresión. Las personas que cultivan este valor consiguen poner de manifiesto una de las cualidades más hermosas del ser humano.
La lealtad ni siquiera necesita de la amistad para manifestarse como “acto de humanidad”, a lo largo de la historia hemos visto grandes actos de unas personas hacia otras sin la necesidad de una amistad previa, es más bien una actitud personal hacia uno mismo y como consecuencia ante la vida. No obstante, una de las manifestaciones de la amistad con base en la lealtad es la cualidad de proyectar “humanidad” o hacer “actos de humanidad”… y por esta cualidad asociada… he escrito este post. Me ha parecido ver esta noble cualidad en una conmovedora escena de la película: “Hasta el último aliento”, 1966, del director francés Jean Pierre Melville.
LLegados a este punto, le invito a visionar la escana antes de seguir leyendo:




La película comienza mostrando el último tramo de la huida de tres presos en una cárcel, en este proceso final de la escapada uno de los presos muere,  quedan dos que finalmente logran burlar la seguridad y comienzan a correr bosque a través… cuando aparece en la escena un tren al cual ambos se van a subir para acelerar su huida.

Es en este último tramo de la escena cuando sucede algo que realmente me ha conmovido, y lo he percibido así tanto por la acción que se produce , esto es,  el acto de humanidad que queda ahí reflejado,  y la admiración que me transmite el hecho de contemplar que  ese acto de humanidad el protagonista lo hace y punto, sin ni siquiera advertirle de ello a su compañero, no es necesario,  es decir, no se recrea en dicho acto, lo hace porque es una muestra más de la coherencia personal en relación al origen de este acto: la propia estimación de sí mismo y el consecuente desarrollo del principio de lealtad en el marco de la amistad en este caso.

Por si hay dudas, el estimarse a uno mismo no tiene un sentido asociado de alter ego, el sentido de este término en el contexto que aludo tiene que ver con la fidelidad para con uno mismo, y por esa fidelidad se concluye que el individuo se estima, sobrentendiendo que esas convicciones sean para el bien general, dado que le otorgo al protagonista una intención de obrar de acuerdo a la consecución del bien ajeno y propio.   Por contra, el individuo que traiciona sus convicciones se desprecia a sí mismo de algún modo. Evidentemente esto es una reflexión en el plano filosófico,  aplicable a cada uno de nosotros con la precaución de saber que en la vida intervienen factores que nos pueden hacer actuar con variaciones a nuestras convicciones, cometiendo pequeñas traiciones personales. Pero lo importante es seguir una línea…, y eso sí que es permeable al juicio de los demás.


Análisis cinematográfico:

La película empieza sin audio y con esta frase escrita:

“En su nacimiento, al hombre se le concede un único derecho: la elección de su propia muerte. Pero si esta elección está dominada por la repugnancia por la vida, entonces su existencia habrá sido puramente ridícula.”

Ya el director contextualiza el film, al  menos da  una idea de lo que el director va a contar en esta película e indica que no es sólo una película de delincuentes mafiosos, tiene un trasfondo.

Esta escena es una obra maestra por varios motivos, primero el empezar con una acción tan intensa, la escapada sin rodeos mete al espectador en materia desde el inicio, ¡no hay luz!, sólo se adivinan las siluetas de los presos: ¡es  noche cerrada!, totalmente intencionado.

Pero esa escapada es el final que da paso a otro inicio: la película en sí, ésta tiene su comienzo con un travelling acompañando a la carrera de los dos fugitivos sobre el bosque pero con la particularidad del dinamismo que le da el hecho de que entre el plano de los fugitivos y el plano de la cámara estén los arboles como plano intermedio, esto además hace meter al espectador en la huida, estar dentro del bosque, si el director opta únicamente por situar la cámara en el plano de los dos fugitivos perderíamos el dramatismo de la sensación de estar dentro del bosque,”la angustia de la huida”. Por otro lado, Jean Pierre melville tiene la elegancia de aprovechar este proceso para presentar los títulos de crédito…

En el siguiente plano se ve a  ellos dos agazapándose.., nos ha avisado un poco antes el sonido del tren…, pero no lo vemos hasta la toma siguiente. Podría haberlo hecho a la inversa: haber enseñado el tren junto con su sonido y después pasar a la imagen de ellos dos tumbándose…, pero no, es más dramático el que el espectador sólo oiga el tren primeramente e interactúe con los actores en el motivo de su acción de tumbarse.

Ya ha pasado la locomotora y se disponen a correr para subirse en un vagón de mercancías. El más joven toma el liderazgo y se apresura a subirse con agilidad en el vagón, acto seguido se ve al otro fugitivo corriendo, es dramático pensar en la sospecha de que no va a poder subirse por su forma física, el joven le ayuda desde el vagón y finalmente, consigue subir a trompicones ayudado por su compañero.

Ahora llega el momento culmen, el joven se acerca al fugitivo más mayor que está extenuado tumbado sobre el suelo y le da un cigarro, para posteriormente despedirse de él con una suave presión sobre el hombro…, no se le ve la cara, sólo se ve su gesto…,he aquí la sorpresa del fugitivo mayor, cuando sin mediar palabra, se da cuenta de que su compañero sólo se ha subido al tren para ayudarle a él a subir, y que realmente no pensaba huir con él en el tren. Queda patente la cara de perplejidad del fugitivo en un primer plano de perfil al contemplar como el joven se baja del tren e inicia su huida en solitario, para finalizar con una bonita despedida a lo lejos…, qué gran escena y que sencillo gran acto de humanidad hacia el otro, una ofrenda a la lealtad mutua y el cultivo de la empatía.

Muchas gracias a Jean Pierre Melville por brindarnos tanto cine y lecciones sobre la lealtad en una sola escena…
Bueno, ¡y ahora!, querido lector, le invito a que vuelva a ver el video y saque sus propias conclusiones …, ¡aunque estoy convencido de que usted iba a volver a ver la escena otra vez!.






lunes, 11 de junio de 2012

Ascensor para el Cadalso.


 J  e  a  n  n  e       M  o  r  e  a u . . . 



            Desesperación...,nostalgia, traición, perdición, incertidumbre, ansiedad, pasión...



    ...en la noche, Por las calles de París.  



                                                                      


  Ascenseur pour l´échafaud. (1957)
                                 LOUIS MALLE.









           
             










Cosas que simplemente pasan.


Un paisaje en la mirada; Apenas treinta cm de separación entre ambos. Cuantas mujeres he mirado a esta distancia y he encontrado miradas de todo tipo…, pero desde hace mucho que siempre he visto los ojos, unos ojos que forman parte de una cara, diferentes tipos de miradas. Se advierten miradas dulces o de muchos tipos que te transmiten buenas sensaciones, pero no hay perspectiva, no hay más allá…., tienes ante tí el primer plano, pero no hay profundidad…, es estar tan cerca físicamente…. pero no percibir el todo…, hasta que…, llega un día (como siempre, el menos pensado), en el que sucede algo diferente, algo que por ser tan distinto eres capaz de identificar, retener y llegar a contarlo porque es algo excepcional.

Apenas treinta cm de separación…, y una mirada, un mirarse que no es mirada, es encontrarse, es estudiarse, es ver la profundidad. La conversación acaba y la mirada habla por los dos, y…, ya…, a partir de ese momento la mirada se prolongará en el tiempo sin necesidad de habla oral…

Es conmovedor cuando miras a una mujer a esta distancia y detectas el todo, detectas la gran intensidad de un mirar que está abriendo un canal de comunicación a un nivel muy superior, es como… si vieras un gran paisaje, es intenso.

Es una mirada muy particular, me dio tiempo a fijarme en el pequeño movimiento de ojos que se produce , pequeños movimientos de ojos y rápidos…, como observando la cara del otro pero no parándote en un detalle concreto..., estás viendo la esencia a través de la intensidad del intercambio de la mirada. Es una mirada de encuentro mutuo, por lo menos así lo sentí yo…

Yo sentía en mí ese mismo movimiento rápido de ojos que advertía en ella, y se producía la placentera sensación de sentir más allá del mirar y ver algo atractivo, o una sintonía, o una complicidad…,no, esto era un encuentro muy particular, era servirse de sus ojos para ver más allá y sentir algo especial. Es de ese tipo de mirarse que nunca tienes tiempo suficiente para agotar la cara del otro…, el tiempo no se acaba, sigue.., y sigue…, porque no estás observando una cara bonita, atractiva, sensual o enigmática, o yo que sé….,no, te estas asomando a un balcón con un paisaje que no se agota y que tiene un principio pero no se advierte final…, como esos enamorados que no pueden parar de mirarse y encuentran el uno en la mirada del otro su proyección y la felicidad de ser consciente de que el acto es mutuo, compartido y sin fin.






sábado, 9 de junio de 2012

GIACOMO LEOPARDI.




Giacomo Leopardi. Italia, (1798-1837). Pensador, Filósofo, Filólogo , Ensayista, Poeta y en definitíva erudito del Romanticismo. Personaje que desde muy joven desarrollo una sensibilidad personal extraordinaria, una capacidad especial para ser sensible al entorno tanto natural como humano. Nació en el seno de una familia noble provinciana en la región central de Italia. Todo lo que la naturaleza le dió en relación a su mente privilegiada, se lo negó en relación a su cuerpo, toda su vida sufrió diversas dolencias físicas que le hicieron sufrir, a parte de no disponer de un físico agraciado.
En muchas reseñas sobre Giacomo Leopardi se resume su aportación en clave de pensador pesimista y escéptico, bajo mi punto de vista, si bien es cierto que quizá su difícil aventura vital y sus dolencias físicas le instalaron en planos de reflexión como la muerte y el dolor humano entre otros,  la esencia de su pensamiento y por tanto de su personalidad muestran un amor por la naturaleza y por el ser humano extraordinarias, un soñador, un amante de la vida, una curiosodad sin límites por el hombre  y todas sus manifestaciones de comportamiento.

Sus poesías hablan sobre su dimensión romántica, pero es el Zibaldone la obra escrita desde la que podemos entender su personalidad. El zibaldone es un diario de pensamientos que escribió a lo largo de 15 años de su vida, cuatro mil páginas llenas de honda meditacion sentimental entorno al diálogo que siempre mantuvo consigo mismo y en relación a la naturaleza del comportamiento humano, los placeres, el amor, la razón, la naturaleza.Tenía un talento especial para saber entrever en los laberintos de las interpretaciones de la acción humana y la psicología del comportamiento, todo ello a menudo puesto en relación a la naturalezxa y su esencia, es decir, en su análisis del hombre nunca pierde de vista la influencia de la naturaleza.

 "El hombre interpreta a la naturaleza y la naturaleza explica el comportamiento del hombre" 


Giacomo Leopardi fue un gran humanista, si tuviera que entresacar la cualidad personal que le definía elegiría su capacidad para "conmoverse", esto es algo que inunda todo su pensamiento y detonador de la mayoría de sus reflexiones, es precisamente esa capacidad para  sentir el entorno, sentir la esencia de la naturaleza y la esencia del hombre la que hacen de este pequeño(bajito) gran pensador un ser humano admirable por su amor a lo que le rodeaba. He seleccionado una pequeña reflexión que hizo a la edad de 22 años y que quedó reflejada en su diario de pensamientos. En esta reflexión, que por otra parte resulta muy orifginal, queda patente su amor y admiración por el ser humano y su sensibilidad hacia los demás: 


Giacomo Leopardi.




-Zibaldone, 11 de Febrero de 1.821-

 
Yo, de niño, tenía esta costumbre. Al ver  marchar a una persona, por mucho que me fuera del todo indiferente, consideraba si era posible o probable que yo volviera verla otra vez. Si juzgaba que no,daba vuektas a su alrededor mirándola, escuchándola y cosas similares, y la seguía o con los ojos o con el oído todo lo que podías, dirigiéndome siempre hacia mí mismo y adentrándome en el alma y desarrollándome en la mente este pensamiento:

 
“He aquí la última vez, no lo vere nunca más, o quizás nunca más”

 
Y así la muerte de alguien que yo conociera y no me hubiera interesado jamás en vida, me daba un acierta pena, no tanto por él o por el que me interesara entonces, después de la  muerte, sino es por esta consideración que yo rumiaba:

 
“Se ha ido para siempre -¿para siempre?- si: todo ha acabado respecto a él; no le veré nunca más; y nada suyo tendrá ya nada en común con mi vida”.

 
Y me ponía a revisar, si podía, la última vez que le había visto o escuchado, etc; y me dolía por no haber sabido entonces que sería la última vez y por no haberme comportado según ese pensamiento.