550 km por delante y el desconocimiento de lo que te
espera. A mi derecha un compañero de espíritu tranquilo y habla sosegada, una
personalidad perfecta para un viaje en armonía.
Jorge y yo rodábamos camino a la feria de Sevilla,
por fin se dieron las condiciones adecuadas para visitar un lugar del que se habla
mucho pero se dice poco. Poco..., después de haber sufrido un torrente de
simbología social sobre la que era totalmente ignorante.
Estamos entrando en Sevilla; es por la tarde y la
luz ya tamizada del sol nos permite observar tranquilamente un paisaje cálidamente
iluminado. Ya es placentero el sentir las grandes avenidas con palmeras y la
certeza de que a un lado y paralelamente a nosotros discurre un gran rio, lo
puedes sentir porque aunque no veas su cauce captas la grandeza de su
espacialidad al mirar hacia el otro lado y ver que la línea edilicia de la otra
margen está muy lejos…
Bien…, me gusta. Hay tráfico, pero también lentitud,
sosiego en el rodar de los coches, que junto a la incipiente puesta de sol, nos
generaba esa atmosfera de calma.
¡A enfundarse los trajes!, es la 1:30 horas y
salimos directos a la FERIA. Nos dirigimos al primer taxi de la cola del hotel
y en ese momento no puedo por menos que acordarme de las anécdotas que mi padre
me ha contado acerca del sentido del humor de los taxistas sevillanos, me
pregunté si daríamos con otro de la
misma especie, y pensé que era harto difícil que el gracejo sea patrimonio legítimo
de este gremio de transportistas…., pues bien, según entramos, el fulano, un
tipo gordete y con mucha cara dura empieza a largar gracias como una ametralladora,
me es imposible recordarlas todas aunque
hice un esfuerzo de retentiva mientras por el walki el susodicho mentía a un
cliente diciéndole que estaba muy lejos del lugar que le pedía recogerle, al
unísono se daba la vuelta haciéndonos un gesto de displicencia despreciativa
hacia el “recogible”, convirtiéndonos cómplices de su bola. Incluso se permitió
aconsejar al “recogible” que le esperara abajo en un bar tomando un algo; todo
un mariscal. Sólo recuerdo una gracia, y es sobre la interpretación de la reacción
de la fémina sevillana tras haber tocado su parte trasera de forma impune.
Se da la vuelta y muy vehemente me espeta:
“Cuando le toques el trasero a una Sevillana, si se da la vuelta y te da
una bofetada es que no quiere nada, si se da la vuelta y te dice: “¿¿Qué
hasee??”, entonces es que quiere tema”.
Este fue el corolario de este señor transportista, ¡eso
es querer ayudara un madrileño ignorante!.
La noche convierte la feria en una especia de verbena
pueblerina de segunda, sólo puntualmente dignificada por algunas elegantes
chicas vestidas de flamenca, aunque lo de flamenca no implique la elegancia, es
condición necesaria pero no suficiente…., y chicos trajeados que deambulan entre las
casetas privadas de mejor ambiente.
Esa misma noche mis amigas sevillanas me decían: “Alvaro, debes ver la feria de
día, no tiene nada que ver…”
Y llegó la luz, pero ya muy de día, las 14:00 y
abriendo los párpados. En media hora con los trajes , encorbatados y prestos a
abandonar la habitación, fuera en el pasillo, una complaciente señora de la
limpieza nos sonríe al salir, cuando yo lo que esperaba es el típico gruñido
español-mediterraniensis .., pero esta gente es descomplicada como diría un
colombiano, nunca se enfadan.
Bajamos del taxi y…¡Toma ya!, ¡Luz cegadora!, un supersolazo
baña todo la Feria y de repente al dar los primeros pasos dentro del complejo,
que curiosamente carece de vallas, me encuentro un panorama que me va
impactando exponencialmente según me voy adentrando en las calles; Lo que he
visto en la feria de Sevilla no tiene nada que ver con una Feria. ¿Qué es la
feria de Sevilla?, ¿qué objeto tiene?.
Independientemente de que la Feria de
Sevilla partiera como lugar de encuentro para feriantes como venta de ganado.., sabemos que con el devenir de los años su uso va
evolucionado a una especie de espacio de festejo en un sentido amplio de la
palabra, eso es la feria de Sevilla, en principio.
LA FERIA COMO SÍMBOLO DE LA TRADICIÓN.
Digamos que suceden tantas cosas al mismo tiempo, y además
en movimiento, que cuando vas andando, el poderte fijar en todos lo que sucede
es imposible, no puedes prestar atención simultánea a todos los diferentes
elementos que intervienen en este macro acto social. De tal forma que uno se ve como superado por el
dinamismo de lo que le rodea, tanto en cantidad como en calidad.
Por tanto, para analizar tanta complejidad hemos de separar, y el primer aspecto que me ha
impresionado es la tradición; vivimos en un momento de la historia en el que
practicamente todas las tradiciones o están evolucionando a ritmo vertiginoso o
directamente muchas están desapareciendo como si fueran especies en peligro de
extinción. La sociedad de la comunicación masiva y la interconexión constante
nos está llevando a una empobrecedora homogeneización de las civilizaciones.
Mis pasos circulaban ya por el centro de la feria y
ese fue el momento en que empecé a detener mi mirada, siguiendo el movimiento de
los coches de caballos, y los jinetes con las amazonas a la grupa.
He aquí una de las esencias de la feria, esta suerte
de fieles seguidores de un protocolo perfectamente definido, en el que las
reglas del comportamiento social o convención están milimétricamente reglamentadas
y delimitadas.
Mientras observas el innegable atractivo plástico de
la combinación de maravillosos caballos , jinetes ataviados con elegantísimos
uniformes , bellas amazonas con sus trajes de flamenca, los coches de caballos
con seis, cuatro o dos caballos tirando, perfectamente adornados con vistosos y
elegantes complementos. Cuando todo esto te aturde; tanta plástica en movimiento,
tanto orden dentro del aparente caos de la feria, te viene el sentimiento de
encontrarte como dentro de un escenario que forma parte del pasado, es decir,
te ves transportado en el tiempo, son protocolos y actitudes de otro tiempo, ya
casi lejano, de tal forma que ya uno se siente abrumado, no puedo decir que me
emocionase ese sentimiento, quizás lo definiría bien si lo llamase perplejidad
ante lo que estaba presenciando. Este acto social, es uno de los más impactantes que he vivido nunca,
entre otras cosas porque posee esta singularidad de respeto máximo al protocolo
que marca la tradición, lo que lo convierte en una especie de joya ritual.
Es muy importante describir cómo la actitud de los
protagonistas es totalmente ceremonial, y en muchos casos solemne, es decir, son
conscientes de que su paseo es el objeto de todas las miradas circundantes, y
esa misma es la otra esencia de este rito: la exposición, el lucimiento. El lucimiento personal obviamente existe, gusta
gustar, gusta ser observado, sobre todo si los que te miran lo tienen que hacer
mirándote desde lo bajo, ya que tú te sitúas en un lugar elevado y discurres
por el centro de la calle, pero el lucimiento queda minimizado en tanto que el
acto social trasciende al protagonismo del propio individuo.
Qué fácil es caer en el snobismo, en la afectación,
en lo ordinario, o lo vulgar, pero no, en este acto el respeto a la elegancia y
al protocolo es tan escrupuloso que se consigue una apabullante unidad visual
que provoca el éxito total de rito, enhorabuena.
La fuerza de este acto social es impresionante y
creo que es lo más importante en la feria como símbolo de comportamiento
social, en el sentido de su complejidad organizativa y valor conservador de la
tradición.
LA FERIA COMO ENCUENTRO SOCIAL.
Seguimos separando, y ahora le toca el turno al mosaico
social que es capaz de albergar la Feria. Todo el mundo está en la feria, todos
caben dentro. Es verdaderamente bonito contemplar cómo este patrimonio feriante
pertenece a todos los sevillanos por igual, desde la persona de condición más
humilde a la más renombrada personalidad
de la ciudad, todo está ahí…, mezclado, como en una especie de caos.
Me llama mucho la atención como se mezclan personas
impecablemente vestidas con personas tremendamente horteras, pero he ahí la
grandeza, todos están ahí, y conviven en armonía. Esto me sorprende mucho
porque en Madrid, de donde yo soy, no es fácil mezclar ambientes sociales
diferentes porque rápidamente surgen roces. Quizás esta armonía tenga también
algo que ver con la evolución histórica de las clases sociales de Andalucía, en
la que las clases sociales privilegiadas ha empleado tradicionalmente a la población en sus campos,
generándose así una relación “dueño-sirviente”, que tiene consecuencias en
saber cuál es el lugar que cada uno debe ocupar, esto no es así en ciudades
como Madrid.
Hecha esta matización, el hecho es que la feria es un crisol de
clases sociales, y eso es otro factor enriquecedor de este gran acto social.
En la feria ves: vendedores ambulantes, gitanos,
viejetes con sus señoras, familias numerosas, paralíticos, niños descarriados,
niños pijos, los famosos canis de Andalucía, turistas japoneses, chinos u
holandeses, clones aznarines en traje, elegantes caballeros impecablemente
vestidos, mujeres horteras, mujeres gordas, mujeres de una belleza sublime, mujeres
horteras de cuerpos despampanantes. Puedes ver desde la vulgaridad más extrema
hasta la finura más sutil.
Sin embargo, aunque todos están juntos, ¡¡no están
mezclados!!, ¡¡conviven en armonía¡¡ , pero no comen del mismo plato,
milagroso, ¿cómo se puede organizar a tanta gente y que todo el mundo aceptes
las reglas?.
LA FERIA CASETERA.
Pensaba usted que
no se puede estar desde las 14:00 horas
hasta las 2 de la madrugada sin hacer técnicamente: ¿NADA?, pues usted no ha venido
a la feria de Sevilla.
Comer, bailar, charlar, a otra caseta. Comer, bailar,
charlar, a otra caseta,
Entremedias, por
el camino entre caseta y caseta:
“Uy que bonito ese caballo. ¿Te has fijao en esa mujer?”
Comer, bailar, charlar, a otra caseta. Comer, bailar,
charlar, a otra caseta.
¡¡Y asi 12 horas seguidas!!,
Créanme, que
yo lo he hecho y no me he muerto.
Ah!, y se me olvidaba, cuando estás en ese tiempo
intermedio entre que ya te has puesto hasta arriba de comida , llevas tres
jarras de rebujito, no tienes hambre y quedan dos horas para cenar, estás en el
denominado: “ tiempo tonto”, es decir, cuando ya no saben que hacer le dan un
nombre a ese tiempo, ¡¡ y entonces ese lapso de tiempo adquiere significado
propio!!, ¡¡porque hablarás de que estás en un tiempo tonto!!, ¡creo que esto
es otro descubrimiento social!, todo un hallazgo.
Pero aún hay más, siempre podremos decir que aunque
estemos en un tiempo tonto, lo importante es que en una hora viene “el grupito”
a tocar a la caseta, por lo cual el concepto de espera sale a relucir, ¡otra
calificación más¡, ¡son geniales!.
Tapita aquí, rebujito allá y ala, pal baño, una
sevillana un ratito cuando viene el grupito, me salgo a la puerta de la caseta
a ver el percal de la calle yyyy, me voy pa dentro otra vez.
LA ARQUITECTURA DE LA FERIA.
Tranquilizarsee, que no me voy a poner a hablar de la volumetría
de las casetas ni del estilo arquitectónico de las mismas, inexistente por otro lado, porque en la feria
de Sevilla, lo más arquitectónico que hay es su puerta. No digo que no me
agrade, creo que es un símbolo necesario para un complejo que no tiene valla…,
pero probablemente Calatrava podría haberla firmado de haberse graduado en los
años 30….
La riqueza arquitectónica de la feria viene dada por
la calificación del uso del espacio; ya he comentado antes que están juntos
pero no revueltos. En la feria hay una división básica: los que tienen caseta
privada con sus amigos , y los que no tienen caseta
privada.
El eje vertebrador lo constituyen las calles. Las Calles se dividen en principales y secundarias. A su vez, dentro de cada calle, existe un orden de simetria respecto al eje central, cada calzada de adoquines está flanqueada por sendas bandas con suelo de albero a modo transición entre la calle rodada y lo que marca los limites laterales de la calle: las casetas.
Cada individuo, dependiendo de su condición, sisfruta de dos o mas espacios para discurrir, en cualquier caso, aunque seas en menos potentado de Sevilla, puedes circular por las calles libremente, circulando tambien por las bandas de albero, lo que permite cierto solapamiento con el personal que frecuenta las casetas.
dentro de las casetas, la organización de usus es siempre practicamente la misma:
De la calle hacia dentro: sala de baile con posibilidad de mesitas y sillitas de la misma escala. limitando con la siguiente sala un espacio para el grupito, después sala de tapeo con su correspondiente barra, y al fondo el baño.
Cuando uno quiere tomar el aire, sales al albero, y ahí se produce un encuentro muy interesante: esa banda que esta anexa a la entrada de la caseta es comprtida por los que salen de la caseta, los que quieren entrar, y....., ¡¡las vendedoras de claveles!!, y para remate: el portero de la caseta.
La calle es un enjambre de personas de todo tipo y condición ,unos transportandose de una caseta a otra, otros simplemente paseando, otros disfrutando del ambiente visual de las casetas.., Porque oiga: ¿cual es la razón de que las casetas no tienen puerta?, todo el frente de las casetas es abierto, y se ve bien el interior, obviamente puede haber un factor climático, pero aquí de lo que se trata fundamentalmente es de que haya una continuidad visual entre los que que tiene y los que no. Los que tienen porque quieren que les vean y los que no tienen porque quieren ver a los que tienen.
En definitiva, La feria es un complejísimo sistema de interrelación social, con unos codigos protocolarios muy definidos y que todo el mundo respeta.
La feria se acaba, las luces de la puerta se apagan, y al final, después e tanto análisis he de decir que lo que finalmente me llevo de Sevilla es algo que se me ha quedado grabado a base de Sevillanas y Sevillanas bailadas, y es que:
Que en Sevilla hay que morir, hay que morir
Al llegar la primavera
Y Sevilla es toda entera
Rosa de puro carmín
Rosa de puro carmín
Hay que morir
Y al llegar Semana Santa
Entre claveles y cirios
Sevilla es quien reza y canta
Sevilla es quien reza y canta
Hay que morir
Y se te encienden las venas
Al pasar la Macarena
Y por fuerza hay que decir
Y es que en Sevilla señores, ole
Hay que morir
Que en Sevilla hay que morir, hay que morir.