le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

viernes, 25 de julio de 2014

Su mano en mi mesa.




Se sentó a mi derecha:



Y llegué a la mesa del banquete y ahí estaba, a mi derecha sentadita. Me tocó una buena mesa de banquete; la conversación era fluida entre los comensales, reíamos compulsivamente con los  comentarios dicharacheros de Lin y el inteligente sentido de humor francés de Nico. Ahora que lo pienso, nuestra mesa era muy internacional; dos suecos, dos franceses, una mejicanita y un servidor españolito.

Macarena, - así se llama esta mejicana que me fue concedida en suerte a mi derecha en la mesa-,  es de estas Mexis que llaman la atención, me explico;  son mujerones de gran presencia, como las de telenovelas que veíamos cuando éramos jovencitos;  un mundo muy distinto a nuestra austeridad  castellana.  Son altas, grandes y con una mezcla de estilo europeo dentro de un chasis sugerentemente latino.

Hay  muchas clasificaciones que uno puede hacer sobre mujeres respecto al físico, existen mujeres que están mejor desnudas que vestidas, y viceversa, otras son iguales arregladas que sin arreglar, lo cual te evita el susto del “a mí me vendieron otro producto ( no te quejes,  fue por la noche amigo) “. Hay otra clasificación que da mucho miedo: es la resultante de cómo percibes el rostro de la dama según la distancia entre el mirante y la observada va disminuyendo….  ¿Cuantos dramas en forma de ataque visual hemos padecido los hombres según nos acercábamos a un rostro que en la lejanía de los 4 metros de distancia nos parecía bello?. Es en el cara a cara donde llega la batalla final y no hay escapatoria posible, has se mirar a los ojos de la dama y su rostro ocupa un primerísimo plano de tu espacio visual. En ese momento tu cerebro empieza a recibir señales nocivas para tu sensibilidad estética; la cara no te convence, no te gusta el resultado, el conjunto expresivo no te es familiar y la armonía inicial se torna en rechazo. Conclusión: “ se acabó el feeling ”.

A Macarena la había observado en el cocktail y es una chica atractiva, pero no me mostré eufórico, fue cuando la tuve sentada con su rostro a 25 cm del mío durante varias horas por azar del destino cuando me di cuenta de que ella era el paradigma de la suerte contraria. ¿Cabe mayor gozo,  que el acercamiento entre cuerpos conlleve una mejora estética en la contemplación del rostro?. Macarena es la reina del plano medio y el primer plano, si fuera actriz yo la filmaría siempre bajo estos encuadres.

Trataba de captar su atención con una conversación agradable y ocurrente -pensaba yo-, pero ella , muy educada, después de escucharme giraba su cuello hacia Rasmus, un apuesto joven Sueco amigo mío, el cual parecía tenerla embelesada; mi impotencia era patente ante las constantes risas de Macarena por los comentarios de Rasmus, de tal manera que, siendo consciente de ser el segundo de abordo, me centré en observar plácidamente sus rasgos.


A mí me gusta un tipo de mujer que muestre en sus formas redondez, me parece armonioso la tez homogénea, pero sobretodo, que la forma redonda no provenga del exceso, sino de la contención. Es un punto medio entre la redondez y lo huesudo; a menudo muchas mujeres tienen brazos o manos aparentemente armoniosas pero a costa de falta de carne, lo anguloso no me gusta, me recuerdan a las de una ancianita.





Todo empezó en las manos: 



Me hallaba observando  la estupenda tabla de quesos franceses que nos acababan de traer y de repente me fijé en sus manos.  Mi madre siempre me dice que tengo unas manos bonitas, las mías comparadas con las de Macarena eran de segador o descargador de muelles; claro que las manos de un hombre son más fuertes , -  es otro tipo de belleza - , pero en este caso no cabía comparación en ningún modo, ella posee unas manos delicadas, con unas proporciones perfectas entre los dedos y la palma que los anudan. Son dedos gráciles, largos pero no en exceso, y sobretodo, con un cariz de elegancia y finura exenta de angulosidad, eran todo lo delgadas que podían ser manteniendo esta redondez que tanto me gusta.Las uñas parecía de anuncio, y finalmente no pude evitar, en un ataque de confianza, tomar sus manos entre las mías y decirle mirándole a los ojos que tenía unas manos de anuncio, y que debías ser fotografiadas.


Es curioso porque cuando digo estas cosas las mujeres no saben si soy un simple zalamero, estoy de broma, las tomo el pelo, busco sólo conquistar o seducir, o realmente me han cautivado aquellas manos. Y lo bueno es que es todo al mismo tiempo y nada de ello, hay halago pero proviene de la sinceridad, y este juego me es muy agradable.


Tomé mi móvil he hice la foto colocando sus manos a mi antojo, ante la permisividad complaciente de macarena, lo cual me agradó ya que pude descartar que tuviera este síndrome tan característico de las mujeres españolas: “ la inseguridad  que les provoca no dejarse llevar por nadie en circunstancias fuera de lo estándar, por eso son tan aburridas y mediocres muchas de ellas”.


He aquí el resultado, y no me complace, pues la foto no hace justicia a estas bellísimas manos, la mínima distorsión de la lente del iphone alteró tan divina y delicada proporción de formas, pero bueno, háganse una idea de que lo que ven, en la realidad es mejor, aún.








Esto es lo que pude hacer con una vela por foco de luz, tratando de generar un claro-oscuro en sus manos.


Si se fijan, podrán observar que donde terminan sus manos empieza una muñeca simplemente gloriosa,  perfecta solución de continuidad entre mano y antebrazo, seguido de un  hombro que da debida respuesta a la armonía del conjunto. Desde el hombro a la punta de sus dedos Macarena es una diosa Griega, una venus sentada al lado de mí, con una tez  homogenea , morena y tersa,  característica de las latinas.



Su rostro:


De vez en cuando conversábamos,  y es a escasos 20cm, cuando su rostro se revela en plenitud. Todos sus rasgos faciales funcionan, se mueven, y se expresan pareciendo converger hacia una sola zona: sus ojos. Toda la expresión de su cara converge en ellos y cada vez que hablábamos mi mirada se centraba en sus ojos. Son grandes y algo almendrados, de un color parecido a la miel, con quizás  tonos verdosos, es difícil de definir. Son unos ojos muy impactantes,  nítidos, cristalinos y su gran tamaño acentúa la expresividad. 

Su mirada resulta serena y pasional al mismo tiempo, exenta de ambiciones espúreas. La expresividad de un rostro es claro que depende en gran parte de las facciones, pero en este caso, además de unas facciones generosas se une la componente de un carácter muy afable, alegre y cordial; todos los musculos de su rostro se ponen en marcha y denotan la gran pasión con la que vive en su interior cada pensamiento.

Pero si los ojos son el centro  captor de mis miradas,   su boca es el complemento sensual que te hace vibrar. Una sonrísa amplísima, una boca salida de un anuncio de pasta dentífrica donde Marta Gómez Téllez no tendría ningún negocio, pues todo es perfecto; unos labios muy generosos y sensuales que te embargan; cuanto me atrae de una mujer que tenga rasgos físicos sensuales  y al  tiempo haga  uso de ellos con la mayor gracia de una dama elegante, fínamente;  gloriosa combinación!.

 


El brunch del domingo:


Llegué sobre las 13 horas al magnífico brunch que Marja y Thibault nos habían preparado, el lugar era el mismo que el de la cena de la noche anterior. Estuve un buen rato conversando con un matrimonio formado por un colombiano llamado Gerardo y una francesa que siempre que los veo me resulta muy gracioso observar lo bien que se llevan entre ellos, y esas discusiones en las que ella le habla en un español afrancesado-colombiano de lo más original, siempre empleando un gran sentido común, a lo cual Gerardo interpela con gran inteligencia pues es un tipo con talento; el caso es que veo entendimiento en esa pareja y funciona, porque  se dicen lo que piensan mutuamente sin tapujos, aunque siempre con respeto.

Al cabo de media hora, después de que Gerardo me diera cuenta de las veleidades de la ciudad de Medellín, noté que la conversación en la mesa empezaba a afrancesarse, dado mi escaso conocimiento del francés giré mi mirada buscando ayuda y vi al fondo de la sala una mesa de mejicanas conversando con Alex y su novia estadounidense Cally, y  allá que me fui raudo y veloz  buscando la madre patria linguística.


Me senté muy agusto a conversar con todo el grupo. Hablamos de cómo los mejicanos y los españoles tenemos una buena sintonía, incluso mejor que con los venezolanos o colombianos.
Yo no esperaba más de aquella soleada mañana en el apacible chateau de Saint Malo; cuando Macarena despertó de nuevo mi sensibilidad:

Se sacaron en la mesa varios temas de cierto calado, pero se alternaban con otros más prosáicos;  Macarena intervenía con una autoridad y un sentido común que me impresionó para bien, - me hizo ver cuanto me importa que una mujer tenga criterio propio-,  y tuvo su cenit cuando en medio de una conversación sobre cosas del tener, o del poseer, alzó su voz reinvindicando para sí el privilegio del que ostenta la virtud de querer ayudar a los demás; fue cuando expresó apasionadamente que en su caso lo que le gustaría hacer es algún tipo de labor social para con sus conciudadamnos más desfavorecidos, mezclando orgullo patrio con mentalidad emprendedora de empresaria independiente.

Esto ya me encantó, porque de golpe se unieron aquellas virtudes estéticas con las virtudes humanas, circunstancias harto difícil de confluir en una misma fémina.



 
El pintalabios:

El debate se terminó relajando, yo intervine algunas veces, y Macarena aún tenía una perla más que ofrecerme; en este caso yo la tildaría de cinematográfica. Aquella escena la viví como un encuentrro dramático entre dos culturas opuestas que comparten frontera. Hablo de Mejico y Estados Unidos. Lo explico y  me entenderéis:

Yo me hallaba situado , - como si de un juez de silla en un partido de tenis se tratara - , en medio de Macarena y de Cally,  ambas, por tanto, estaban cada una en un extremo diametralmente opuesto la una de la otra en la mesa redonda, y yo en medio, perpendicularmente a ellas. 
Macarena - en otro gesto que me sorprendió - , mientras hablaba con autoridad pero sin prepotencia sacó su pintalabios. En ese momento Cally la estaba escuchando, y cuando Macarena empezó a pintarse los labios de una manera tan natural y femenina, mientras hablaba con tal desparpajo de cualquier tema, pude apreciar la expresión de absoluta impotencia y admiración de Cally ante tal exhibición de pura femenidad y sensualidad unido a un desparpajo y  seguridad sorprendentes. 

La mirada de Cally era como la del que ve a Marilyn Monroe en la escena de la falda agitándose,  o cualquier gesto de autoridad femenina de Greta Garbo, sabedora de que jamás podría reproducir semejante gesto. Lo que hace más dramático el asunto es que ni la propia Macarena fue consciente en ningún momento , ni seguramente nadie en la mesa, de lo que que ahí se estaba produciendo, y lo que de valor tiene este acto de superioridad (bien entendida), es el hecho de que Macarena no lo hizo con ánimo de exhibirse, o al menos así lo percibí yo, sino más bien sólo hizo aquello que le es connatural, lo cual hace de la escena una situación digna de ser filmada.  Ni que decir tiene que no es demérito de Cally,  sino virtud de Macarena, y que a buen seguro Cally podría mostrar sus skills en otros que haceres propios de su cultura, como por ejemplo la clase y el cariño que siempre ha demostrado en el trato que me dispensa por haberle presentado a Alex, años atrás.

Como postre,con tanto ajetreo de percepciones, creí que debía aprovechar para inmortalizar alguna pose de Macarena,  en un momento dado se quedó pensativa mirando al infinito, y capté el momento con el móvil disimuladamente; aquí tenéis el resultado:






Quiero terminar esta crónica hablando de esta foto, pero no de lo que me inspira como suelo hacer, sino del valor de la fotografñia en sí.  Roland Barthes siempre fue muy crítico con el retrato consciente, es decir, aquel en el que nos sabemos fotografiados y nos convertimos en objetos culturales de la imagen que se espera de nosotros, no  retratan nuestro yo, sino la imagen que la sociedad quiere de nosotros, es un acto cultural, pero no es íntimo, no te pertenece, tu identidad te es usurpada y sustituida por la imagen cliché.

Nadie es él mismo cuando se sabe retratado. Sólo es pertinente el retrato consciente cuando lo que se quiere mostrar del individuo es su capacidad para mostrar un tipo cultural concreto común a un grupo, por ejemplo una fotografía del típico negrito en la época de los campos de algodón en Estados Unidos, la época de la esclavitud. En su mirada a la cámara vemos dibujada la esencia de un tipo, de una etnia en su sufrimiento , pero no la del individuo en su forma íntima;  no, esa sólo se extráe cuando el sujeto es fotografiado ignorante del disparo del fotografo, siendo captado en algún momento de su intimidad;  y este momento es uno de ellos, por lo que,  Macarena,  puedo decir tambien que: éste es tu instante.











sábado, 19 de julio de 2014

Estudio con Manos.






La textura orgánica y estructura diversa de la piel frente a la frialdad y uniformidad de la piedra tallada con geometrías puras.  Las manos se sirven de la superficie inerte del plano pétreo para evidenciar su riqueza expresiva y multiplicidad  formal, reflejo de su extraordinaria complejidad; no en vano, las manos son , después del  rostro, el elemento más expresivo e identitario, por ende, del cuerpo humano.