le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Todo principio no es más que una continuación, Tres colores: Rojo, de Krysztof Kieslowski.



"Pasé las fiestas de Navidad en 1993 en Varsovia.
El tiempo era malo; pese a todo, los vendedores ambulantes habían instalado sus tendederos de libros usados.
En uno de ellos encontré una recopilación de poemas de Wislawa Szymborska, una muy célebre poetisa polaca contemporánea, ganadora del premio Goethe en 1991.
Es sin duda la poetisa preferida de Roman Gren, la traductora e intérprete del equipo de TRES COLORES.
Le compré el libro para regalárselo, Wislawa Szymborska y yo no nos habíamos visto nu ca antes.
No sé tan siquiera si tenemos amigos en común.
cuando estaba dando un repaso al libro encontré , en una de sus páginas , un poema titulado "Amor a primera vista".
En éste hay una idea muy próxima a lo que es la última película de la trilogia de los tres colores; ROJO.
Es por eso por lo que decidí quedarme el libro para mí."

Krysztof Kieslowski.





AMOR A PRIMERA VISTA

Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,
una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.

Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.



Wislawa Szymborska- Polonia
Versión de Abel A. Murcia







martes, 21 de mayo de 2013

Conversar.





De la misma manera que para que una historia de cine sea creíble  es necesario  que la existencia de la trama principal esté apoyada por subtramas que situadas en la periferia del conflicto fundamental  sean coherentes con aquella, dando sentido a la historia , para que una conversación sea un diálogo verdadero o fructífero es necesario que  aparejado al debate sobre el argumento esencial de la conversación, vaya de la mano la irrupción periódica de aquellas ideas, que no formando parte de la esencia del razonamiento , constituyen la llave para la evolución conjunta del pensamiento en dicha conversación.
El diálogo verdadero necesita de las frases o ideas puente; esto se produce cuando uno de los participantes complementa el razonamiento del otro introduciendo un elemento de razonamiento  a la cuestión que se esté tratando y que introduce un elemento nuevo, este elemento es el punto de enlace para la evolución de la conversación. En esto consiste saber conversar.
Se necesita el talento intelectivo de correlacionar temas, es la capacidad para contemplar todos los aspectos que inciden sobre un asunto o cuestión. La capacidad de correlacionar, de sacar a la luz toda la información que uno tiene sobre un tema tanto respecto a su esencia como a  todos los elementos circunstanciales que afectan esa esencia argumental. Lo que conduce a las frases puente son los elementos argumentales que están en la periferia del núcleo conversacional, éstos, son los que hacen derivar la conversación y hacer que evolucione.
En ocasiones, cuando conversamos con otra persona acerca de un tema y tenemos la impresión de estar espesos, torpes,  suele obedecer a que uno de los dos interlocutores no es capaz de sacar a la luz los elementos periféricos de la cuestión que se esté tratando, de manera que deviene el estancamiento de la conversación.
Estaríamos ante un caso de monologuismo, uno de los intervinientes expone su idea principal pero su interlocutor se va a limitar en centrarse en esa idea principal, para apoyarla o bien rebatirla, pero no aportará nada nuevo, ya que para que el razonamiento evolucione conjuntamente es necesario que el receptor haga un esfuerzo y trate de entender cuáles son los elementos periféricos o subtramas que bajo su punto de vista intervienen en la esencia de lo que el interlocutor trata de transmitirle.
Si este proceso no se produce periódicamente en la conversación, el diálogo habrá fracasado en el sentido de que ambos  interlocutores no han conseguido evolucionar en el pensamiento de forma conjunta, imposibilitando  así que se haya producido una conversación en toda la extensión del concepto.
Cuando este proceso de intercambio tiene no se completa cíclicamente en la conversación entre ambos, el diálogo en términos de evolución de pensamiento se termina y el emisor de la idea principal tiene la sensación de que él mismo está espeso y no es capaz de transmitir las ideas; lo cual es un espejismo, en el sentido de que no es responsable de tal parón intelectual, simplemente su interlocutor no introduce a debate cuestiones relacionadas que hagan derivar o profundizar la conversación.
En este sentido, es paradójico que cuando esto sucede, muy posiblemente el interlocutor que ha escuchado los argumentos del emisor piense honradamente que la conversación del emisor es carente de interés, hasta incluso el emisor al no ver que haya intercambio contempla su propio discurso como ridículo en la presencia de esa persona que le esta escuchando.
El mismo tema a tratar escuchado por personas diferentes puede llegar a tener un sentido muy pertinente, o..,en el peor de los casos ser absolutamente prescindible o convertirse en mediocre, lo cual hace que uno se pregunte si lo que quiere expresar no lo esté haciendo de forma correcta, generándose hacia sí un pequeño sentimiento de culpabilidad y  sensación de estar dando al receptor la impresión de querer hablar de ciertos temas o cosas forzadamente, temas que en realidad  a los ojos del interlocutor parecen que te son ajenos aunque quieras hablar de ellos.
Pues bien, a mi entender,  esta especie de cisma que se produce, dando por hecho que en esa conversación el grado de lucidez del emisor de la idea argumental sea suficiente, tiene como motivo principal la ausencia de esas frases puente que hagan entrar en juego los elementos periféricos que a juicio del receptor intervengan respecto a la argumentación principal que el emisor le está planteando. Si esto no se produce el diálogo termina, y necesariamente se pasa a otra conversación, sin agotar intelectualmente el tema que se planteaba, en realidad no se ha producido el dialogo, no ha habido conversación, el pensamiento no ha evolucionado de forma conjunta. Si el receptor de la idea es capaz de a su vez plantear nuevos elementos que tengan que ver con lo sustancial del argumento entonces se produce el milagro de la conexión entre los dos.
La gandeza de este intercambio estriba en que ambos, al percatarse de que el dialogo es fluido, mejoran inconscientemente su intuición debido a la emoción que les produce la fluidez en el intercambio, generándose así la predisposición psicológica más favorable para que cada interlocutor se siente relajado y empiece a generar nuevas ideas que ni él mismo sabía que tenía en su interior.., ése es precisamente el valor de un verdadero diálogo, la conversación como elemento catalizador del pensamiento conjunto.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Hasta qué punto...










Admiro al director de cine polaco Krystof Kieslowski;  tiene una gran capacidad para plantear y representar dilemas morales de gran calado sin  tomar partido, al menos no directamente, lo cual es algo que caracteriza a los grandes cineastas. Esta clase de directores le da al espectador los elementos para inducirle a reflexionar. El cineasta sólo expone el problema, empleando la poética de las imágenes pero sin apegarse a ninguna opción moral de forma clara. 

Es más sencillo plantear una cuestión, un conflicto , y desarrollarlo según tus propias convicciones, sin embargo, aquellos directores que son capaces de identificar los aspectos sustantivos que conforman un conflicto humano y lanzarlos  a la palestra,  se sitúan en el  lugar de todos los personajes que intervienen después de haber profundizado en su situación, empatizan con él.

En una de las  películas  de su obra de diez filmes:  “el decálogo”, hace una reflexión que acerca de hasta qué punto el ser humano tiene el derecho a querer tenerlo todo, podríamos decir que de alguna manera se posiciona, pero al ver el filme entero, lo que queda en el espectador es la inquietud de reflexionar sobre el dilema que se ha planteado, teniendo claro que todas las partes tienen su porcentaje de razón, como suele ser en la vida real si hacemos un análisis imparcial .Esta capacidad constituye  una cualidad añadida en lo que un director puede aportar con su obra a la sociedad.
  

“Nadie debería desear tenerlo todo, es vanidoso.”

Esta frase es pronunciada como corolario a una intensa conversación entre una mujer y un médico , aquella que se encuentra ante una incómoda disyuntiva. La mujer le plantea al médico el siguiente dilema moral:

Ella está felizmente casada,  su marido está en el hospital aquejado de una grave enfermedad, debatiéndose entre la vida y la muerte. La mujer le pregunta al médico si su marido va a vivir, y él le responde que no pueden saberlo, es una incógnita. Acto seguido la mujer le confiesa al médico que está embarazada,  pero no se su marido,  sino de otro hombre con el que mantiene una relación paralela hace años y que junto con su marido, forman sus dos pilares. Ambos son imprescindibles para ella, cada uno le aporta una parte esencial de su vida. La mujer le dice al médico que quería saber si su marido vivirá porque en el caso de que muera, ella tendría el niño, pero si el sobrevive, abortará…


Después de esta intensa confesión la mujer enciende de pie un cigarrillo , mientras, el médico la observa sentado . Ella, se queda mirando unos instantes al suelo, emocionada, con los ojos humedecidos por sus lágrimas, y con un leve giro de cabeza retoma la conciencia y mirando al médico apesadumbrada le dice:


“Nadie debería desear tenerlo todo, es vanidoso.”

A lo que alude esta frase  deberíamos al menos tenerlo en cuenta algunas ocasiones en nuestra vida, sin perjuicio de cultivar las  loables ambiciones personales que nos hagan crecer. En la sociedad actual la cultura del hedonismo lleva aparejado esa ambición de que parece posible tenerlo todo, pero, ¿realmente tenemos derecho a pensar así ?, ¿es una ambición loable? quizás sea un tanto vanidoso…