Yo
lo intento, mentalízome de ello mientras conduzco mi coche hasta el punto de
partida donde mi motor serán mis piernas.
Aquí
está el momento del reto con uno mismo, la ascensión es constante, dura.
Estoy
pedaleando, trato de dosificar mi ritmo de respiración, y busco con mi mirada a
mis compañeros ya más arriba, como referencia de lo que me arrastra hacia la
cima, mientras veo el paisaje, me inundan los arboles, la nieve me rodea y
colapsa mis músculos.
Siento
todo lo que me rodea, estoy inmerso en la naturaleza, enfrentándome a una
ascensión , una hipotética victoria sobre la montaña meramente circunstancial,
ella seguirá allí por siempre, cuando yo ya no esté.., en ningún sitio.
Sigo
sintiendo la plenitud natural del paisaje, y mi corazón late fuerte, el
latido es más fuerte que mi visión, y caigo en la desesperanza, sólo la
referencia visual de los que lo pueden hacer y van delante me da esa fe que te
hace continuar, aquella fuerza secreta e inexplicable que hace que el músculo
sea más de lo que tú estimabas, eres más, sí.
Siento
todo a mi alrededor, pero no poseo nada, no interiorizo lo que me rodea, no
tengo tiempo, pedaleo rápido, más rápidamente, y el bosque se hace espeso ante
mi mirada pasajera.
No hay tiempo para la recreación inmerso en la piedra, la nieve.
No hay tiempo para la recreación inmerso en la piedra, la nieve.
El
olor del aire penetra inténsamente en mi cuerpo, lo consumo ferozmente, formo
parte de la montaña, consumo sus brisas , y quedo mimetizado como una pequeña
parte del camino..., lo utilizo, pero no me pertenece.
Mi
compañeros ya ha llegado a la cima, y yo..., sigo luchando por mantener tensa
la cuerda virtual que me mantiene sujeto al ritmo de ascensión..., sé que están
en la cima, y no se marcharán.
Es
hora de sentarte en tu bicicleta y sentarse encima de la montaña, una foto, un
recuerdo, un momento compartido en armonía de compañeros. somos la
circunstancia vencedora, pero ahí seguirá la montaña por siempre amigos, y
vencerá.