Toda cultura se reserva
el derecho de enjuiciar a otras culturas bajo sus criterios morales en el marco
de su territorio, fuera de este acto íntimo
y local, toda intromisión e imposición de nuestros valores morales sobre
otras culturas dentro de su marco territorial, no es lícito. Por aberrantes que nos parezcan las costumbres de
otros pueblos o injustas que pensemos sean sus organizaciones o jerarquías
sociales, no tenemos ningún derecho a entrometernos, perturbar y modificar los dogmas de otras culturas.
Occidente
ha llegado a la firme convicción de que debe abanderar el liderazgo del mundo.
Siente una autoridad moral para dictar a
los demás pueblos las reglas sociales, cívicas, éticas y morales.
En el hecho de que se hayan podido desarrollar culturas muy diferentes entre sí , el factor incomunicacional ha sido condición necesaria. Los pueblos se desarrollaban
independientemente los unos de los otros, de manera que la construcción de sus escalas de valores , reglas
cívicas y sociales, han crecido sin interacción directa entre culturas, al menos no
en una escala que tenga ni parecido a la capacidad de interacción entre culturas
del que disfruta la sociedad de hoy.
El
aislacionismo que daba el territorio y
las distancias geográficas entre los pueblos generó con el paso de los siglos
la multiplicidad de culturas que hemos heredado.
El
mundo occidental, como primera potencia de poder del planeta, tiene reservado
para sí la función o derecho de influir en el equilibrio geoestratégico de
manera que los enfrentamientos entre países y los conflictos que puedan acaecer
, sean gestionados de manera que occidente salga beneficiado. Hasta aquí, por
muy injusto que nos parezca, occidente sólo está llevando a cabo una función
básica de la naturaleza: “el que domina, manda”, esto es así, y si no fuera así,
devendría el caos. El problemqa de occidente es que ha rebasado la línea y también quiere someter culturalmente a otros culturas en sus propios territorios.
La
cultura occidental está plenamente convencida de que sus valores deben ser
exportados al resto del mundo, para mejorarlo. Esta visión colonizadora se ha
extendido en los últimos decenios en planos como la moral, la ética y los valores
cívicos y sociales.
Nos
sentimos con derecho a juzgar a las demás culturas cuando en estas encontramos dictámenes que contravengan
nuestra moral, por ejemplo.
Todos los días vemos en nuestros telediarios noticias del mundo árabe, noticias que tienen
que ver con la condena occidental a costumbres musulmanas como por ejemplo la
devaluación de la mujer hasta una posición de neta inferioridad respecto al hombre.
Constantemente los paises europeos se asoman en forma de noticieros a los problemas y
enfrentamientos que acaecen en lugares a menudo muy distantes, exponemos
los conflictos y acto seguido damos nuestra opinión, condenando a una de
las partes implicadas en el conflicto , o bien aplicando la receta moral
que pensemos va a solventarlo.
¿Puedo
preguntar a los señores de los telediarios qué carajo me tiene que importar a
mí que en kazajistan haya no se qué conflicto?, o que en no se qué país árabe
se ha producido una injusticia social?. ¿Tenemos que tener controlado desde el
sofá de nuestra casa lo que pasa en
todos los lugares de mundo?, ¿Por qué tenemos esta necesidad de controlar?.
Esta
actitud de aparente preocupación existencial por el prójimo, aunque este se
encuentre a 12.000 km de distancia y hable un idioma extrañísimo, nos debe
importar, así seremos ciudadanos occidentales de primera, ciudadanos con
sensibilidad social; poco importa que a pocos metros de nuestra casa haya dos
vagabundos que pasan frío por la noche.
Esta
actitud de occidente, a mi juicio afectada, tiene su raíz u origen en la
necesidad de justificar de alguna manera la perseverante imposición de nuestros
patrones occidentales mediante esta especie de “sentido de protección “ o
sensibilización para con otros pueblos.
Es
una colonización masiva sobre otras culturas. Lo teñimos todo de
occidentalismo, es más, utilizamos los rasgos que consideremos criticables en
sus culturas para reafirmarnos a nosotros
mismos; es el caso del feminismo, que utiliza la indudable denigración
de la mujer musulmana para su autopromoción como colectivo de poder dentro del
mundo occidental.
Otro
motivo subliminal de esta “preocupación”
por las desgracias del mundo tiene una lectura bastante decepcionante, pero
también es condición humana, así que de alguna manera es natural; nos
regocijamos inconscientemente viendo las desgracias ajenas, reafirmándonos una
vez más en nuestra fortuna.
Occidente
presenta su intervencionismo cultural camuflado dentro de un marco de respeto
por las demás culturas, uno de los valores más importantes de Europa es la
libertad, la libertad del individuo. Así las cosas, Europa no tiene más remedio
que acoger todas las culturas en su seno, y así lo hace, en un ejercicio de
coherencia que le va a llevar a su desaparición
En un escenario en el que el panorama mundial pasa por nuestro
filtro cultural , enjuiciándolo todo en un ejercicio de intromisión permanente,
Europa ha tenido que ser consecuente y al haberse permitido el lujo de decirles a las demás
culturas cómo deben vivir, qué cosas o costumbres deben cambiar, que es lo
bueno, y que es lo malo.., entonces no tenemos más remedio que acogerles en
nuestro seno cuando reclaman nuestra ayuda, y
celebrar que se instalen en
nuestros países, ya que nosotros les hemos vendido que nuestra cultura es la
mejor, la más justa en términos cívicos y sociales , entre otras cualidades.
El
hecho migratorio y la correspondiente instalación de masas de ciudadanos de
otras culturas en nuestros países sería razonable siempre y cuando,
estos, se integren en nuestra sociedad, respetando los valores fundamentales que
han fundado nuestra cultura Europea.
El Error de Occidente es
doble , el primero consiste en la intromisión sobre otros territorios, cuando
lo que debería hacer es ni tocarlos, respetarlos. El segundo es aún más grave;
consiste en dejar que estas culturas se instalen en nuestros países europeos y
se desarrollen independientemente de nuestra cultura, sin integración, en vez
de obligar a estas culturas a integrarse en la nuestra. La consecuencia natural
de esta falta de integración es la pérdida de nuestra identidad cultural, lo
que en un tiempo menos dilatado de lo que pensamos devendrá en la desaparición
de europa tal y como la conocemos. Occidente y particularmente Europa se
verán desintegradas como cultura, siendo fagocitados por la cultura o culturas
que logre desarrollarse más rápidamente en nuestro interior, como un cáncer,
borrando así nuestra identidad.