Uno de los pilares básicos del principio de
identidad es la ratificación del yo a partir del principio de elección y consecución de
nuestra voluntad, pero nuestra voluntad, en muchos casos, está condicionada por las circunstancias.., de
manera que siendo estrictos, no tenemos una identidad nuestra como tal, no
somos dueños de la misma en tanto en cuanto la que nos hemos forjado, no nos
pertenece, nos la ha dado la naturaleza con el ADN y la han terminado de
completar nuestras decisiones, voluntades que están condicionadas por el caos
de las circunstancias que nos rodean.
Sólo tenemos el derecho a elegir entre las
opciones que se presentan en función de nuestra actividad diaria, pero nuestra
actividad diaria también está condicionada por
el entorno.
Es paradójico que el ser humano hoy piense
más que en ninguna época, en que es dueño de su destino; que es libre para tomar
decisiones para elegir su propio camino en la vida…
Me parece paradójico puesto que por un lado vivimos un momento de desarrollo tecnológico y social que supuestamente te permiten elegir tu propio camino en la vida con más independen cia y libertad que nunca, pero la homogeneidad mediática de la información, dado su eminente caracter global , te condiciona en tus elecciones; la potencia con que la información se entromete en tu vida es enorme, y la mayoría de esa información está filtrada, es partidista o interesada.
El invasión de la información opinada en nuestras vidas es tan grande, que finalmente el acceso a la información, en vez de dar independencia y criterio, se convierte en un instrumento fuertemente homegeneizante, lo cual incide en una falta de criterio personal que sea original.
La creencia actual de que la
construcción de nuestro yo es más fiel que nunca a nuestra esencia identitaria , en
realidad, no es más que una apariencia.
En la antigüedad la falta total de
información te permitía vivir mucho más fielmente a tu instinto de vivir, a
aquellas conclusiones que el ser humano sacaba de su entorno inmediato, por lo
que en esencia, la pureza de su identidad era mayor, digamos que su
personalidad estaba menos manipulada.