Sucede que no recuerdas su rostro. Intentas rememorar su voz, sus gestos, sus facciones en movimiento. Nada puedes evocar. Cada encuentro se convierte en un evento anhelado y renovado; mantengo la ilusión de saciar mis sentidos en cada cita a sabiendas de que en la siguiente, su cara y sus gestos vendrán a mí como algo nuevo por descubrir, pues ella y su expresión, su gestualidad y coqueta dulzura, agotan mi percepción en cada cita provocando el colapso de mis sentidos, que nada pueden recordar expuestos a una tormenta de sofisticada belleza natural.