le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

domingo, 24 de octubre de 2021

Dovstoievski y "la infinita clemencia del Zar Nicolás".

Al Alba del 22 de diciembre de 1849 condujeron a Fiódor  Dostoievski de 28 años a plaza Semionovski  de San Petersburgo junto a sus compañeros de prisión. Sobre la nieve había una fila de soldados con rifles frente a 3 postes de madera gris cercanos a la pared. Se hizo formar a los conspiradores y se leyeron sus nombres seguidos de las palabras “condenado a muerte por fusilamiento”.Era la primera vez que escuchaban un su condena y fue como un jarro de agua fría.

Obligaron a los prisioneros a arrodillarse en la nieve y un sacerdote leyó en voz alta por encima de sus cabezas las palabras que exigía el ritual. Años después Dostoievski describiría en tercera persona lo que sintió mientras esperaba que se cumpliera la condena:

Había una Iglesia cerca con su tejado dorado brillando bajo el sol recordaba haber mirado con gran intensidad el tejado y los rayos de sol que brotaban en él no podía apartar sus ojos de ellos le parecían su nueva naturaleza y sintió que en 3 minutos de alguna forma se fundiría en ellos.

Hicieron avanzar a los 3 primeros prisioneros y los ataron a los postes con cuerdas,  los brazos firmemente inmovilizados hasta la espalda y las cabezas envueltas en capuchas de lino. Dostoievski era uno de los tres  siguientes. El oficial dio la orden y los soldados del pelotón de fusilamiento alzaron los rifles.

De repente se oyó el sonido de cascos al galope.  El jinete detuvo su caballo junto al oficial y le entregó un paquete sellado el oficial rompió el sello y leyó el mensaje:  Por la infinita clemencia de su majestad el Zar Nicolás se había conmutado la las condenas de los prisioneros. Más tarde Dostoievski escribiría “ No recuerdo el día más feliz de mi vida”.  Tuvo suerte: otro de los conspiradores se había vuelto loco tras la experiencia que en el fondo no había sido más que una cruel farsa desde el principio ideada por el Zar mismo para enseñar a Dostoievski y los demás prisioneros una lección que no olvidarían nunca. Dostoievski siempre recordaría esta experiencia,  pues más tarde escribiría:  “ ¿sabéis lo que es una sentencia de muerte? . Quien nunca ha mirado a la muerte a la cara no lo puede entender”.  

Una persona que ha pasado por tales experiencias no solo toma las cosas a la ligera lo que sin duda se ha aplicado estoy aquí a su vida y a su obra.

Paul Strathenrn