Difícilmente podremos
encontrar mayor prueba del potencial del intelecto humano , ni su inmensidad, que la comprensión por parte del hombre se su
propia pequeñez.
El hombre es el
único ser en la tierra que observa su entorno, comprende la inmensidad del
universo que le rodea, de la extensión de las galaxias y hasta incluso ha sido
capaz de dar un concepto de lo inabarcable por antonomasia, lo infinito.
Es el infinito un
concepto que resulta enormemente atractivo al hombre, precisamente por su
incomprensión a pesar de tener una atribución
asociada, esta vaguedad definitoria ha sido la base sobre la
cual el hombre ha instalado en dicho
concepto el edificio para combatir su miedo, su
terror, el pánico al reconocimiento de su
propia pequeñez dentro del universo como principio y final de su existencia.
Es claro que la
mayoría de las religiones se sirven del
concepto de infinitud para dar salida digna a "la insoportable" , al parecer, pequeñez del
ser humano.
Dios es infinito,
de esta manera nos enlazamos con lo inmenso, o lo inmenso nos es familiar, ya que lo infinito representado en nuestro
creador nos ha engendrado o nos rige de alguna manera.
Cuando un hombre se
da cuanta de la incontrovertible inmensidad que le rodea, de la maravillosa
pluralidad de las cosas, cuando se siente una infinitésima parte de los
sistemas que componen el mundo, es el momento en el que se queda estupefacto,
comprende su absoluta pequeñez, sintiéndola de manera muy profunda , le lleva a
navegar en la vastedad de la incomprensión de la existencia y con esta
sensación el hombre da la maravillosa prueba de su nobleza, de una maravillosa
capacidad dentro de su pequeño cerebro, ser capaz de haber comprendido su
nimiedad dentro del sistema que le rodea.
Al contrario de
lo que se considera habitual, mayor es la inmensidad y el poder del ser humano
cuanto mayor es su capacidad para darse cuenta y reconocer su inmensa pequeñez.
Es la rebelión
del pequeño frente a lo infinito, el inmenso poder personal que le da asumir
su pequeñez, eso lo hace…, casi infinito.
He empleado la
palabra asumir, pero no me gusta demasiado porque normalmente asumir algo se
relaciona con el reconocimiento final de una situación que normalmente no nos
gusta o nos desagrada, al contrario, esa consciencia de la levedad del ser, es
algo de una dignidad incomparable, la dignidad del ser que se identifica con su
esencia, no la niega, al contrario, la reconoce por que es su condición, y esta
fidelidad a su realidad es lo que le hace grande y digno.
Creo que aquellos
que lleguen a profundizar en este autoreconocimiento del hombre de ser parte
infinitésima de la naturaleza sin necesidad de autoreferenciarse a sistemas
superiores (religiones), le llevará a la
paz interior total, a la paz consigo mismo, paz que también es alcanzable mediante la fe, quizás con menos esfuerzo, lo ignoro.
Esta tarea es complicada, cuantos
casos hay de grandes ateos que en los albores de su desintegración se han
convertido a la religión…, ¿será fruto del pánico a la no existencia?, es
comprensible, hay que ser muy valiente. Si
tuviera que visualizar lo que defiendo como actitud ante la pequeñez del ser
humano lo podría representar como aquellos hombres que han muerto por sus
ideas, la imagen de ese hombre que cree en sus ideas y es sacrificado, pero el
hombre mira al verdugo con descaro y desprecio
, no tiene miedo porque sabe que la inmensidad de su pensamiento es
superior a la propia muerte, y esto lo hace digno.
De esa fuerza hablo
cuando el hombre es capaz de reconocerse a sí mismo como algo infinitésimo y
sentirse orgulloso de ello, tiene algo que es inconmensurable, la aceptación
convencida y noble de su identidad natural.
Pero no sólo este
concepto del autoreconocimiento natural
del hombre es digno y fiel a su ser, existen muchos aspectos en la vida
terrenal del hombre que son inconmensurables. Bajo mi punto de vista no tendríamos
que buscar lo infinito fuera representado
en algo superior que nos ha creado, que da sentido a nuestra existencia y da
conveniencia a nuestra muerte física.
Creo que la inmensidad está aquí con nosotros y entre nosotros, está en la
pasión, la dulzura, la prudencia, la armonía, la belleza, el encanto , el amor, la piedad, la virtud, la ética, la moral, …, todas
las formas de representación de la esencia humana es infinita por desconocida y
su cultivo a lo largo de nuestra existencia ya le da una majestuosidad
maravillosa a nuestra vida.
Imaginemos un
proceso vital intenso mediante la búsqueda de todas las formas de esencias del
comportamiento del ser humano, de todas sus virtudes y defectos , pudiendo
llegar al final de nuestra vida estando orgullosos de haber de alguna manera
aprovechado esta maravillosa oportunidad que es la existencia, que es lo
primero que nos es dado en nuestra vida sin ni siquiera pedirlo. Creo que todo
individuo tiene el deber moral de hacer fertil su existencia de un modo u otro, aunque cierto es que si la
existencia la da la naturaleza y no un ente inteligente superior ,
probablemente nadie espere que actuemos en agradecimeinto a nada, la naturaleza
simplemente es, si es así, hagámoslo por
respeto hacia nosotros mismos, por la valentía de hacer de nuestra existencia
algo especial.
He terminado esta
reflexión acerca de la grandeza del hombre con un alegato a la vida, lo cual
realmente no es patrimonio de ni de los tienen fe ni de los que no creen, esto
es algo que nos une a todos.