le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

lunes, 14 de mayo de 2012

La grandeza del intelecto humano.


Difícilmente podremos encontrar mayor prueba del potencial del intelecto humano , ni su inmensidad,  que la comprensión por parte del hombre se su propia pequeñez.
El hombre es el único ser en la tierra que observa su entorno, comprende la inmensidad del universo que le rodea, de la extensión de las galaxias y hasta incluso ha sido capaz de dar un concepto de lo inabarcable por antonomasia, lo infinito.

Es el infinito un concepto que resulta enormemente atractivo al hombre, precisamente por su incomprensión a pesar de tener una atribución  asociada, esta vaguedad definitoria  ha sido la base  sobre  la cual el hombre ha  instalado en dicho concepto  el edificio para combatir su  miedo,  su terror,  el pánico al reconocimiento de su propia pequeñez dentro del universo como principio y final de su existencia.
Es claro que la mayoría  de las religiones se sirven del concepto de infinitud para dar salida digna  a "la insoportable" , al parecer, pequeñez del ser humano.
Dios es infinito, de esta manera nos enlazamos con lo inmenso, o lo inmenso nos es familiar,  ya que lo infinito representado en nuestro creador nos ha engendrado o nos rige de alguna manera.

Cuando un hombre se da cuanta de la incontrovertible inmensidad que le rodea, de la maravillosa pluralidad de las cosas, cuando se siente una infinitésima parte de los sistemas que componen el mundo, es el momento en el que se queda estupefacto, comprende su absoluta pequeñez, sintiéndola de manera muy profunda , le lleva a navegar en la vastedad de la incomprensión de la existencia  y con esta sensación el hombre da la maravillosa prueba de su nobleza, de una maravillosa capacidad dentro de su pequeño cerebro, ser capaz de haber comprendido su nimiedad dentro del sistema que le rodea.

Al contrario de lo que se considera habitual, mayor es la inmensidad y el poder del ser humano cuanto mayor es su capacidad para darse cuenta y reconocer su inmensa pequeñez.
Es la rebelión del pequeño frente a lo infinito, el inmenso poder personal que le da asumir su pequeñez, eso lo hace…, casi infinito.
He empleado la palabra asumir, pero no me gusta demasiado porque normalmente asumir algo se relaciona con el reconocimiento final de una situación que normalmente no nos gusta o nos desagrada, al contrario, esa consciencia de la levedad del ser, es algo de una dignidad incomparable, la dignidad del ser que se identifica con su esencia, no la niega, al contrario, la reconoce por que es su condición, y esta fidelidad a su realidad es lo que le hace grande y digno.
Creo que aquellos que lleguen a profundizar en este autoreconocimiento del hombre de ser parte infinitésima de la naturaleza sin necesidad de autoreferenciarse a sistemas superiores (religiones),  le llevará a la paz interior total, a la paz consigo mismo, paz que también es alcanzable mediante la fe, quizás con menos esfuerzo, lo ignoro. 
Esta tarea es complicada, cuantos casos hay de grandes ateos que en los albores de su desintegración se han convertido a la religión…, ¿será fruto del pánico a la no existencia?, es comprensible, hay que ser muy valiente.  Si tuviera que visualizar lo que defiendo como actitud ante la pequeñez del ser humano lo podría representar como aquellos hombres que han muerto por sus ideas, la imagen de ese hombre que cree en sus ideas y es sacrificado, pero el hombre mira al verdugo con descaro y desprecio  , no tiene miedo porque sabe que la inmensidad de su pensamiento es superior a la propia muerte, y esto lo hace digno.
De esa fuerza hablo cuando el hombre es capaz de reconocerse a sí mismo como algo infinitésimo y sentirse orgulloso de ello, tiene algo que es inconmensurable, la aceptación convencida y noble de su identidad natural.

Pero no sólo este concepto del  autoreconocimiento natural del hombre es digno y fiel a su ser, existen muchos aspectos en la vida terrenal del hombre que son inconmensurables. Bajo mi punto de vista no tendríamos que buscar lo infinito fuera  representado en algo superior que nos ha creado, que da sentido a nuestra existencia y da conveniencia a nuestra muerte física. Creo que la inmensidad está aquí con nosotros y entre nosotros, está en la pasión, la dulzura, la prudencia, la armonía, la belleza, el encanto , el amor, la piedad, la virtud, la ética, la moral,  …, todas las formas de representación de la esencia humana es infinita por desconocida y su cultivo a lo largo de nuestra existencia ya le da una majestuosidad maravillosa a nuestra vida.

Imaginemos un proceso vital  intenso mediante la búsqueda de todas las formas de esencias del comportamiento del ser humano, de todas sus virtudes y defectos , pudiendo llegar al final de nuestra vida estando orgullosos de haber de alguna manera aprovechado esta maravillosa oportunidad que es la existencia, que es lo primero que nos es dado en nuestra vida sin ni siquiera pedirlo. Creo que todo individuo tiene el deber moral de hacer fertil su existencia de un  modo u otro, aunque cierto es que si la existencia la da la naturaleza y no un ente inteligente superior , probablemente nadie espere que actuemos en agradecimeinto a nada, la naturaleza simplemente es,  si es así, hagámoslo por respeto hacia nosotros mismos, por la valentía de hacer de nuestra existencia algo especial.

He terminado esta reflexión acerca de la grandeza del hombre con un alegato a la vida, lo cual realmente no es patrimonio de ni de los tienen fe ni de los que no creen, esto es algo que nos une a todos.