La palabra tradición siempre me ha gustado,
creo en la conservación de la tradición sin renunciar a la evolución que dará
origen a futuras tradiciones, sin embargo, no creo en la destrucción de la
tradición que tanto se ha promulgado en la primera mitad del siglo XX, nunca me
ha gustado la idea, pero no sabía el porqué de mi inclinación, … pero mira tú
por donde, hoy también, en esta dichosa piscina, ha venido Orson Welles a explicármelo , a explicárnoslo a todos; porqué hay que respetar la tradición:
En una entrevista, el cineasta Orson Welles era preguntado acerca del
valor de la tradición, Welles supedita la tensión misma de la vida a la
existencia de la tradición, esto es, el artista necesita una tradición que atacar,
si no existe la tradición no hay nada, ni vanguardia, ni experimentación. Sin
una tradición, la experimentación no tiene sentido. En lo que al arte se
refiere, según Welles: “ya
antes de la primera guerra mundial se destruyó la tradición, con el
surrealismo, el dadaísmo, etc, y ahora no queda nada…, ahora no se hace otra
cosa que imitar los ataques contra la tradición y no tiene demasiado interés el
resucitar las reacciones que se pudieron suscitar en 1920…, por eso yo me
coloco del lado de la tradición, creo que hay que mantenerla”
Aunque en este fragmento Welles particulariza en la tradición dentro del arte y no en la tradición como concepto global
de la sociedad, si partimos de la base
de que la tradición es parte esencial de la culturalidad de las sociedades,
creo que el alegato de Welles viene a reforzar la idea de que la tradición es
algo intrínseco, la esencia de una sociedad, de una cultura.
Me resulta muy interesante la reflexión de Welles acerca de cómo las muchas
vanguardias artísticas han tratado de negar la tradición de forma total, creo
que aporta luz acerca de la crisis del arte actual, ahora vemos en nuestros
tiempos como el arte moderno parece haber llegado a un punto de estancamiento
total, todo se basa en hacer revivals
de estilos o vanguardias que tuvieron su sentido quizá en ciertos contextos
históricos, pero el resultado de la negación de la tradición ha sido el de que
efectivamente no hay nada, sólo la recreación sistemática sobre estilos que tienen
50 años ya, repitiendo las obras una y otra vez, sin aportar nada sustantivamente
nuevo u original, más bién, se hacen variaciones que tienen más que ver con la
creación de productos estéticos, productos más o menos artesanales que tienen
como esencia comunicadora su estética, tiene más que ver con el valor de la
imagen sin que haya una representación trascendente, pero no se genera arte. Como
diría Antonio García Trevijano, para que una obra de arte lo sea, aporte algo,
debe tener la cualidad acumulativa.
Las creaciones deben sumarse a la acción acumulativa del arte
universal, deben ser capaces de dar una versión original, nueva, de los eternos
problemas, inquietudes y conflictos del ser humano, de manera que se añada al
sumatorio del acerbo cultural del arte , garantizando así su continuidad.