le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

martes, 3 de junio de 2014

Proposiciones ilusionantes: Ejemplaridad pública.



Tolerancia, relativismo y oligarquía de partidos; el desmoronamiento de la sociedad:


Recuerdo aquel razonamiento sencillo y clarividente de Antonio Garcia trevijano en torno al dogmatismo y su pertinencia:  "Si mañana me levanto y veo el cielo azul, y miles de personas me dicen que está lloviendo, yo seré dogmático y afirmaré rotundamente, en contra de la multitud, que hace un dia soleado".

El entronamiento actual de la tolerancia - estableciéndola como un valor supremo e incuestionable - , abre  la puerta de par en par al relativismo; ese cancer que se extiende entre nosotros silenciosamente y del que nadie es capaz de medir sus consecuencias,  pues son impredecibles.

Nuestra sociedad confunde tolerancia con respeto, pero no es por casualidad; es el fruto de una labor de manipulación cuyo origen - ya lejano-,  proviene del igualitarismo; una corriente que  naciendo con el mejor de los propósitos,  -todos los hombres somos igualmente dignos independientemente de nuestro origen o condición -,  ha terminado por pervertirse en el siglo XX,  mostrando sus efectos degenerativos en conceptos como  el relativismo moral,  dado que todo vale, o es posible  en base a la tolerancia.

El dogmatismo no ha de ser  una norma, - evidentemente -,  pero es un mecanismo  necesario en situaciones extraordinarias para contarestar los excesos connaturales de una sociedad que asimila razón a mayoria numérica, como resultado de una errónea extensión a todos los ámbitos de la vida  del sistema de mayorías y minorías de la democracia,  un concepto de  ámbito político.

De la misma forma que no es deseable construir una sociedad en base al dogma; irse al otro extremo: el relativismo, es aún mas pernicioso, puesto que cuando uno asimila los dogmas, sabe a lo que atenerse y el dogma no es manipulable, es claro. De un régimen dictatorial se puede salir,  ya que al menos uno sabe lo que hay,  y  puede luchar contra ello. De un régimen que se supone con libertadades y democrático, en el que los propios ciudadanos son ignorantes de estar secuestrados por el estado de partidos o partitocracia;  el pueblo no es consciente de su problema,  y jamás saldrá de esa situación. Por lo tanto, es mucho más abyecto un régimen falsamente democrático que una dictadura.

El panorama es desolador; tenemos una sociedad incapaz de evolucionar, instalada en el relativismo,  e ignorante de carecer de  una forma de estado que los haga verdaderamente libres y los represente. Quizás en España el individuo disfrute de régimen de libertades, - digo quizas -,  porque como el relativismo lo inunda todo, debido a que su definición conceptual se basa en la ausencia de límites,  le hace penetrar en la sociedad sin poder medir hasta dónde va a llegar su acción; y pocos individuos tienen herramientas para pensar por sí mismos en otras opciones que no sean las preconizadas desde los medios masa -  controlados por el estado- .
 
Nuestro estado oligárquico nació fruto de una transición ya viciada por el consenso entre los partidos ya existentes, que se repartieron la tarta,  impidiendo un periodo constituyente lo suficientemente dilatado para que en España se formasen nuevas opciones políticas nacidas en el seno de la sociedad civil;  pero último esto no interesaba, suponía el riesgo de perder el poder de los que ya estaban constituidos como fuerzas políticas,  y se recurrió al fantasma del miedo a golpes militares para convocar rápidamente las elecciones.



Tenemos una sociedad desdibujada;  sin rumbo en lo moral y lo ético, tiránamente dominado por la imposición de un estado de opinión mediático casi único, sabiamente impuesto por el  estado de partidos, en connivencia con los grandes empresas, grandes medios de comunicación, o grupos de poder económico.
Esta connivencia es posible gracias a la falta de división de poderes real;  si  los partidos políticos nombran a los jueces, éstos,  convenientemente dictarán sentencias que favorezcan a los  grandes gupos de poder económicos, que,  a su vez, le devolverán el favor al gobierno en forma de estado de opinión manipulado a través de los grandes medios de comunicación.

                                                         



Ejemplaridad pública:



                                                             ¿Pero, Qué podemos hacer?.


Es vital la aparición de nuevos valores, o la reformulación a modo de nueva propuesta de los ya conocidos para contrarestar  la degradación social que supone la vulgarización de las costumbres y la utilización del relativismo como norma rectora para poder destruirlo todo o construir muy poco, y confuso.

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de charlar con el filósofo Javier Gomá en un desayuno, conjuntamente con otros invitados. Gomá propone a la sociedad civil, - partiendo de la comprensión profunda de los fenomenos sociales e intelectuales y su  evolución histórica - , una ilusionante tarea a la que el ha llamado ejemplaridad pública.