Esta tarde, mientras subíamos con
nuestros coches camino al Castillo de Castellar, apareció en la margen derecha
de una curva cualquiera un cartel que
indicaba el camino hacia el monasterio de la Almoraima, cuya construcción data del siglo XII. Algo debe tener este lugar, que constituye un gran latifundio, y en él, Paco de Lucia compuso uno de sus mejores albumes, titulado precísamente Almoraima.
Seguía con mi conducción a través del sinuoso
trazado y me ha dado por pensar en ese
contraste que me suscitaba el avance del coche, dejando atrás el monasterio; yo
en movimiento en ese ínfimo lapso de tiempo presente, dejando atrás la huella indeleble de la
historia; de una historia de cientos de
años. Yo estoy aquí y ahora , estoy vivo y sin embargo mi relevancia es nimia
respecto al peso histórico del monasterio. Pasaré por este mundo y cuando desaparezca, el monasterio seguirá viendo las mañanas con
sus noches, al igual que lo ha estado haciendo mucho tiempo atrás, antes de que
yo siquiera existiera. Si uno piensa en
estos términos se da cuenta de que realmente mi paso por aquellas curvas cercanas
al monasterio - sintiéndome dueño de mi tiempo - , es un momento despreciable, intrascendente
dentro del entorno milenario en el que me hallo.
Resulta irónico que el vivo
juegue con la fuerza que le da su existencia, la capacidad para utilizar su
presente y hacerse notar dentro del gigantesco escenario de historia acontecida
que nos circunda. Soy como un jinete insolente, un
jovenzuelo inconsciente de su fugacidad y de su irrelevancia dentro del entorno que le
rodea. Juego con mi minuto de gloria pensando que soy la plenitud, simplemente
porque tengo algo mágico; y eso es el tiempo, soy dueño de él en este momento. La naturaleza te da las llaves del paraíso para
un día, pero duras tan poco… que tu
prepotencia se vuelve flor de un día dentro de la inmensidad del pasado
ensordecedor que grita en el silencio del poso de los años , presente bajo las
huellas de cada paso que tu devenir traza.
Me pregunto qué es más importante
jerárquicamente en términos de necesariedad para el objetivo final (si es que
lo hubiere), de la vida en la naturaleza:
el presente, el pasado, o el futuro. El presente realmente es tan dinámico que
es pasado y futuro casi al mismo tiempo. Existe el presente, - a cada segundo - , pero
sólo parece existir como vehículo circunstancialmente necesario para el avance.
¿Realmente el presente es sólo un soporte necesario para el devenir?, ¿o el
sentido final del tiempo reside en el ahora?.
El devenir es la evolución misma,
¿es la evolución el objetivo en sí mismo?, ¿y el presente cambiante a través del tiempo
su soporte?. El pasado simplemente parece ser un residuo acumulativo necesario.
Aunque el pasado puede ser visto como el patrimonio de la naturaleza en una
visión más romántica, también.
Siento miedo al captar mi
fugacidad dentro de este mar de historia, pero al mismo tiempo siento la
grandeza de formar parte indiscutible, por pequeño que sea, de esta aventura
inexplicable; quiera o no formo parte de ella. Vendrá
la oscuridad , mas disfruto del placer de la consciencia de estar subido
en el carrusel del tiempo, testigo, por un instante, de este milagro natural
que es la vida. Y por eso siento una sensación de
cierta plenitud y estremecimiento al ir surcando estas curvas que derraman
historia y naturaleza a ambos márgenes de este sendero, haciéndome divagar, y ayudándome a sentirme vívidamente vivo...
Celebremos la virtud evocadora e inspiradora de este precioso parque natural que es Almoraima a través de Paco de lucía: