le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Estreché su mano.




El otro día visité por la tarde a mis padres. Subí a su habitación y estaba  mi madre echándose la siesta. Me senté en un sofá  que está al lado de la cama. Conversamos unos minutos; quizás por comodidad, me acerqué a ella y me tumbé a su lado, los dos seguíamos hablando de varios temas intrascendentes y algo divertidos. En un momento dado la contemplé mientras  hablábamos, noté la complicidad  que estábamos disfrutando;  casi sin darme cuenta, fui más allá en mi pensamiento; me fijé en cómo movía su mano derecha, la cual estaba a mi alcance; súbitamente, me percaté de que hacía mucho tiempo que no le cogía su mano, -al menos no en un contexto nada usual como ese-, al pensar en ello, me dio algo de pudor, pero debía hacerlo; lo hice.  Abracé su mano con mi mano, y sentí el placer de la confidencia, de la unión madre e hijo; un respeto inducido por la mano que me ha visto nacer, me ha criado y me ha educado. Fue un acto de  comunión íntimo y que viví con gran intensidad, como si el tiempo se dilatara. Después,  tras salir de su casa,  reflexioné sobre este momento, y me alegré de haber arriesgado mi mano en busca de la suya. A menudo,  entre padres e hijos no hay señales de cariño, en otros casos, estos son constantes y rutinarios.  Aunque yo soy de naturaleza cariñosa, quizás sería bonita la dosificación de los gestos de cariño entre padres e hijos;  Tal como plantea el gran Robert Bresson en sus films, en los que la aparente sobriedad comunicante de cada escena encierra un silencioso pero constante caudal acumulativo emocional. El sentido del  film contiene  un recorrido hacia el final,  toda  la energía emotiva de los personajes se libera a modo de clímax en la última escena,  y por fin entiendes la dimensión espiritual del film,  lo sientes dentro de ti;  pues así fue, cómo si todo el tiempo que pasó hasta que abracé  la mano de mi madre con la mía representase el cenit de un proceso de pequeñas confidencias y complicidades acumulados desde hace tiempo.