le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

domingo, 16 de agosto de 2015

¿Seres irrelevantes?



Es Tendencia natural en el hombre, - si no profesa una religión - ,  limitar su sentido de pertenencia a la tierra al lapso de tiempo que su salud le otorgue vivir, ignorando que su hoy,  es el resultado acumulativo de todo el pasado, y que el futuro,  una vez su vida se extinga,  quedará  condicionado irremediablemente por toda su acción;  de manera que bajo esta visión, a cada ser le corresponde patente de pertenencia al mundo desde los inicios en los que el tiempo y el hombre hayan coexistido.


Uno es pasivo heredero de toda una pléyade histórica que le precede, y, cuando aterriza en este presente misterioso que le lleva de la mano el tiempo, pasa, de ser condicionado, a condicionar. A partir de su acción inconsciente,  el futuro será descrito con nuevas sendas. Nadie es el resultado de sí mismo, sino de una gigantesca cadena temporal de actos o sucesos.




No somos irrelevantes:

Aquellos que entienden que la vida del ser humano es tan efimera como irrelevante, se equivocan;  no son conscientes de que cada ser humano, tras pasar por esta vida, deja tras de sí un condicionamiento total de la cadena de sucesos global en el mundo. Ya nunca la tierra será igual después de sus acciones, aún más, no cabe duda de que a más tiempo transcurrido desde su muerte, la influencia de sus acciones vitales tendrán mayor repercusión, pues el fenómeno causa efecto tiene una condición acumulativa, un efecto de red en crecimiento constante.



 Inmortalidad:

Desde este punto de vista, el ser humano una vez que muere, no deja de existir para la naturaleza, estará presente en ella hasta que la tierra llegue al equilibrio termodinámic ( véase apartado de entropía),  o incluso podrá trascender a su propia especie,  ya que aunque el ser humano desaparezca de la tierra, su influencia  en términos de acción causa-efecto  sobre la evolución  no se extinguirá, y como he afirmado, su inlfuencia será mayor cuanto mayor sea el tiempo transcurrido desde su desaparición.

Inconscientes permanecen los hombres acerca de la repercusión de sus acciones en la naturaleza. ; guiados unas veces por el egoísmo y otras veces por el amor, otras por un afán virtuoso o por motivaciones de índole pasional,  pero al fin y al cabo, inconscientes de su repercusión.  De manera que, resulta llamativo el contraste entre la irrelevante entidad de la mayoria de las motivaciones en las acciones del ser humano desde un punto de vista moral, y la trascendencia de su repercusión , la cual podríamos denominar como definitiva independientemente de la trascendencia subjetiva que el hombre le otorgue. 

Queda claro que la clasificación del hombre entre acciones  nímias y otras decisivas,  o histótricas, no es más que una interpretación sesgada y ficticia de la verdadera realidad, dado que es imposible prever la repercusión de cada acción en el devenir del hombre; y no cabe duda de que a medida que pase el tiempo, el efecto de aparentes  sucesos importantes y aparentes sucesos nímios,  tenderán a equilibrar su poder de influencia, siendo conscientes también de que un suceso nímio puede acarrear uno posterior mucho más importante, acto seguido.





El acto o suceso, la evolución:

Todos tenemos la misma relevancia y ningún ser habrá prevalecido sobre otro  independientemente de la época en que vivieran y la relevancia personal de cada individuo haya podido tener; lo mismo da el Emperador Adriano de la Roma imperial que el herrero de una abadía en el medievo; ¿quién es más importante?, ¿el propio emperador; gran estadista, pensador y guerrero conquistador,  o aquel antepasado suyo que en tierras itálicas  tuvo por divina decisión aparearse con aquella muchacha anónima que , tras varias generaciones hizo florecer a este personaje romano?.  Ciertamente, sólo la evolución, -sin protagonistas- , es lo que realmente importa, la interconexión entre todos los sucesos acaecidos es total y  absoluta.  Las infinitas piezas que integran el mundo juegan en un tablero de reglas marcadas, las piezas interaccionan ignorantes de la trascendencia de cualquier acto por  nímio que sea éste, o por grandilocuente que pueda considerarse;  ninguno prevalece sobre el otro ni tiene mayor importancia, todos son lo mismo; sucesos de un mismo fenómeno en el que su origen , causa y consecuencia son un mismo todo en el que lo único sustantivo y esencial es el propio acto o suceso, única condición necesaria para que el devenir tenga lugar.





La entropía:

Esta magnitud física viene definida por la derivada del calor absorbido con respecto al tiempo. 

   dS= dQ/T

Aplicada esta ecuación al devenir de sucesos a lo largo del tiempo, viene a describir el grado de desorden que hay dentro de un sistema, en este caso la tierra. 

El grado de desorden dS es mayor cuantos más procesos de intercambio de calor ocurran, así, la entropia o desorden será mayor según transcurra el tiempo.En un límite temporal lejano, cuando el sistema considerado en cuestión haya producido todos los intercambios de temperatura posibles por la interacción de los elementos a distintas temperaturas, habremos llegado a la entropía máxima de ese sistema. Si el sistema alcanza el equilibrio de temperatura, es decir, todos sus elementos han alcanzado la misma temperatura, se habrán producido todos los sucesos termodinámicos de intercambio de calor entre focos frios y calientes, - motores del intercambio de energía - , y llegaríamos al final de la vida energética del mismo, de su actividad, siempre que no aparezca en escena otra masa exterior a la tierra y en base a la ley fundamental de gravitación, pudiera colisionar con la tierra,  liberando energía, con lo que se reabriría otro proceso entrópico. La atracción gravitatoria entre masas es independeunte del tiempo, la entropia sí necesita del tiempo en tanto que debe su existencia al ntercambio. La materia, por su parte,




¿La necesidad de una religión?:

¿Puede haber mayor símbolo  de inmortalidad que el ser consciente de que la acción del sujeto vaya a tener influencia eterna sobre la naturaleza, una vez él pierda su vida?. ¿Por qué hemos de apelar a Dioses que provienen de manuscritos y leyendas de seres superiores ?. ¿Acaso podríamos encontrar algo más nuestro que la pertenencia per sé a la naturaleza por el mero hecho de existir, y representar la trascendencia de nuestros actos en vida en la proyección de los mismos en el devenir futuro, ya sin nosotros?. Creo que esta forma de inmortalidad es más terrenal, más apegada a aquello que podemos tocar, oler y percibir, y con  un cuerpo teórico cimentado en las leyes de la naturaleza, que hoy en día es lo único que realmente conocemos, governando todo lo que hacemos y generando esta curiosa relación de interdependencia entre las leyes y nuestro actos, una identificación que nos llama a nuestro origen y nos proyecta hacia el futuro haciendonos sentir que somos naturaleza, con el tiempo como motor necesario de la evolución.