A veces, me sorprendo a mí mismo
sintiendo cierta sensación de alegría inesperada. Siento desconcierto. ¿Por qué
de repente me siento contento?. Transcurrido apenas un minuto, al volver a mi
estado normal de apatía, ese dolor constante
que llevo tan encima y del cual permanezco inconsciente por la continua persistencia que ejerce el peso de su lastre, queda
eclipsado por un pequeño momento de distracción que sólo evidencia cuan hondo recalaba el umbral de mi tristeza. Cualquier mera distracción me proporciona un alivio; así es de relativa la percepción de la felicidad. Ya hace algunos años que vengo valorando vivir a diario
en un piso muy discreto, y reservar los fines de semana para una serena villa.