A menudo se considera que aquel
hombre ejerce su hegemonía sobre las mujeres es un hombre exitoso. Coleccionar amores
siendo la parte dominante de una pareja - el conquistador - puede tener su
atractivo. Sin embargo, es un papel en
realidad epidérmico, teñido de vanidad y
falta de ambición espiritual; pero nadie
puede elegir tropezarse con su femme fatale para revelar la banalidad de sus amoríos
pasados. Creo que pocos hombres conocen a aquella mujer por la que pierden toda
voluntad, aquella mujer que cuando está
presente delante de ellos, dejan de ser
ellos mismos para quizás ser aquel ser que realmente son, porque su sola presencia ejerce un poder de atracción tan irracional
como peligroso para ese hombre; son cielo e infierno a la vez, lo sublime y la
fatalidad al mismo tiempo.
sólo es esa mujer que de entre todas, te vuelve el ser más vulnerable, y ese sentimiento de debilidad primigenia, -casi embrionario-, abre la senda para desmontar las capas más íntimas del corazón de un hombre; al contrario de lo que la creencia social hoy en día piensa, le hace a uno sentirse más hombre que nunca, sacando a relucir la conexión más intensa entre la percepción de uno mismo y el sentimiento de estar intensamente vivo. Nunca me he sentido tan hombre como cuando su presencia me debilita y desnuda mi esencia masculina más íntima en interacción irracional con su poder femenino.
sólo es esa mujer que de entre todas, te vuelve el ser más vulnerable, y ese sentimiento de debilidad primigenia, -casi embrionario-, abre la senda para desmontar las capas más íntimas del corazón de un hombre; al contrario de lo que la creencia social hoy en día piensa, le hace a uno sentirse más hombre que nunca, sacando a relucir la conexión más intensa entre la percepción de uno mismo y el sentimiento de estar intensamente vivo. Nunca me he sentido tan hombre como cuando su presencia me debilita y desnuda mi esencia masculina más íntima en interacción irracional con su poder femenino.