Muchos de
ustedes pensarán que nada mejor que contratar un grupo de animadores para hacer
que una fiesta en su casa sea especial, ¡o quizás un mago!, o qué se yo…, ¿una
actuación musical?, por ejemplo.
No, están
muy equivocados, si verdaderamente
quieren que su morada se convierta en un referente de experiencia vital para
todos sus invitados lo tienen fácil, sólo han de tener entre los asistentes a
un GRAFOLOGO.
Si, si, un
GRAFOLOGO.
Un grupo muy
selecto de personal vino a mi casa;
gente educada y cordial, todo transcurría con normalidad y la armonía creciente entre los asistentes se hacía
patente en cada conversación.
¡Por fin una
fiesta sin altercados!, ignorante de mí…,
Todo empezó
con la inocente frase: “… yo es que
estudio grafología”, es de estas frases que suscita un incipiente interés inicial,
para quedar finalmente diluida en anécdota debido al desconocimiento de la materia por
parte de personal en general.
Pero entre
nosotros había un enemigo….., ¡¡¡¡“el papelito….”!!!!,
Una porción
ridícula de papel era suficiente para
llevar al más pintao a la silla del juicio final….; pero vayamos por pasos:
¿Así que estudias grafología eh?,
Si, dame un “papelito”, escribes algo y ya te interpreto…
La grafóloga
no daba crédito a la avalancha de papelitos
que parecían contener en su palabra
impresa el elixir que curase su ansia de saber quienes son ellos mismos en
realidad.
Ante tal vehemencia
de la masa presente, ya con la fiesta fuera de control, la pobre grafóloga se
dispuso a nutrir de carne fresca (no le quedaba otra si quería sobrevivir) al
selecto grupo de invitados ya convertidos en algo parecido a la muchedumbre de
ciudadanos iracundos que asaltaba la Bastilla y que terminó degollando al
comandante de la Bastilla Launey, clavando su cabeza en una pica la cual
pasearon por la ciudad, esto sirvió como comienzo de una mórbida tradición
revolucionaria.
Pero en nuestra
fiesta no queríamos que la sangre llegará… a la pica, así que nuestra
incipiente grafóloga empezó con sus descripciones:
“pues mira eres algo egoísta, muy pasional y te asustas de tí mismo”
¡Toma ya!,
una capacidad para soltar adjetivos dilapidantes sin parangón, cual implacable
juez, acompañado de una seguridad en el tono que resultaba insultante, lo cual
convertía al interpretado en un
personaje del tamaño comparable a la diminuta porción de papel que dictó su
sentencia de muerte.
¡¡He aquí la
metáfora de su destino!!, el ridículo tamaño de cada papel se iba
correspondiendo con el menguante tamaño
virtual del analizado, expuesto al juicio cruel del vulgo , a cada adjetivo pronunciado por la voz de
Dios, su tamaño disminuía para convertirse en un papel donde ni siquiera una
mísera letra, la unidad alfabética, pudiera constituirse de por sí; la nada más
absoluta.
Esto hecho
es el detonante de toda la excitación general, te pueden decir muchas cosas
sobre tí, pero al fin y al cabo viene de otro ser humano, igualmente subjetivo
que tú, con defectos y virtudes parecidos.
Sea ciencia
o no, que lo es, ¿ hasta qué punto el
análisis de la letra nos pueda dar una visión certera sobre la personalidad de
alguien?, lo que sucedió en esta fiesta fue una especie de exposición en plaza
pública de personas , personas expuestas sin sus ropajes, desnudas ante la atenta mirada de los demás, siendo
descritos por la divinidad que otorga el poder de la ciencia.
No olvidemos que
también la exposición del otro ante los demás genera un morbo intrínseco,la
curiosidad morbosa es algo antropológica, esa fue quizás la principal
motivación de aquel acto que incendió el
edificio de la armonía reinante.