De cada mujer trato de apartar la cortina que
está proyectando sombra sobre su perfil de personalidad, trato de ponerla a un
lado y dejar que mis ojos sean la luz, la fuente de luz que se proyecte sin
solución de continuidad sobre sus ojos, trato de iluminar su rostro, sus formas
corporales, y finalmente, bañar la retina de sus ojos para emprender
viaje al centro de su alma, sus personalidades, sus anhelos, sus miedos y creencias
más intinas, aquellas respuestas a mis preguntas que por fín se oyen sinceras.
Existe un momento especial en la interacción con una mujer, es aquél momento en el que llegas al centro de su corazón a través de ese viaje hacia la confianza que genera el tiempo y la actitud sincera.
Sólo se descubre la esencia de una mujer
cuando consigues que saque de su interior lo que le da miedo, sus
inseguridades. Para una mujer, sus
inseguridades son parte de su ADN , y forma parte importante en más casos de los que se piensa de su personalidad. Por supuesto, no es que sólo sus inseguridades
sean su personalidad, pero sí que es testigo oculto del porqué de su forma de
actuar, de ahí la frase:
“no hay quien comprenda a las mujeres”
Una mujer siempre te hablará de lo que le
gusta o de lo que detesta, pero todas mantienen soterrado aquellos aspectos de
sí mismas que les generan incertidumbre. En contra de la creencia popular, al hombre
le cuesta menos hablar sobre sus inseguridades, entre otras cosas porque en la
mayoría de los casos no las ha analizado…, la mujer lleva consigo el auto cuestionamiento
constante.
Quién descubra la cortina tendrá el
privilegio de contemplar a una mujer hablando de sí misma, de sus miedos y sus
anhelos, es el momento de la verdad, se acabó el maquillaje, se descubre a la
mujer de verdad. Bajo estas condiciones la mujer crece y notas
cómo es en ese momento cuando más mujer se siente…, un paso más hacia el
encuentro consigo misma, la aceptación de sí misma. Es el momento en que se
libera de toda la presión y habla por ella misma, no por ella misma en tanto
que a su porcentaje de fidelidad con respecto al canon dictado.
Por eso creo yo que hay muchas mujeres que
dan una imagen al exterior y luego internamente son muy diferentes.
La mujer ha recibido unos cánones muy precisos y difíciles de cumplir por la sociedad acerca de cómo se espera que debe ser y comportarse, más si
cabe en todo lo concerniente al aspecto físico, siendo conscientes de la
importancia que da el hombre a este factor, debido a la preminencia del uso del
sentido de la vista por parte del hombre.
Por su capacidad analítica, siempre ha sido
de personalidad más compleja que el hombre en general, pero a este factor antropológico, las precisas reglas o expectativas sobre las que
la mujer debe encajar de forma estricta no hacen sino acentuar más su dialogo
interno acerca de si cumple o no con lo que se espera de ella, y las consecuencias
de estos condicionamientos sobre una personalidad como la de la mujer hacen que
se generen como dos personalidades paralelas, la que ven los demás, lo que
muestra de cara a lo que la sociedad quiere de ella, y la suya propia, que
puede sacar a relucir y desarrollar en esos momentos en que por fin no es
necesario el maquillaje.
El hecho de que esa confesión de sus
verdaderas personalidades sea manifestada a un hombre tiene un mayor efecto en sí mismas dado
que es el hombre el que indirectamente y de forma involuntaria ha generado ese estado de dualidad de
personalidades.