Ayer
noche, se abrió la puerta del ascensor
para subir a casa y no había nadie; eso vieron mis ojos, hasta que una vez
dentro, el olor intenso de un perfume de
mujer colmaba todo el aire y se hacía
presente en el espacio, sí, allí estaba ella, sin estar.
Usue.
Alvaro, estoy en el Hall de la ECAM, ¿a dónde debo ir?
Alvaro.
Estoy próximo a la entrada principal, ¿ves
unas escaleras en el exterior del acceso?
Usue.
Sí,¿ bajo?
Alvaro.
Si, sal y baja por las escaleras y
cuando llegues al final mira a tu derecha y al fondo me verás.
Y
ahí estaba yo esperando, parado, con mi
mirada fijada en la escalinata. Unos arbustos me impedían ver parcialmente su
desarrollo. Esperé unos segundos, en los que pude regocijarme en la certeza de
que iba por fin a conocer a la actriz que con la que había concertado el rodaje
del corto, una persona desconocida para mí. Yo seguía mirando fijamente a la
escalinata, la veía lejana y bañada por
la luz cegadora del 30 de Julio.
Un
extraña sensación de placer nutria mi vista al contemplar la vaciedad de
aquella enorme escalinata, sabiendo que
de un momento a otro, una mujer aparecería en mi visión, ¿qué aspecto tendría? ,
¿qué indumentaria llevaría?, ¿sería alta?.. bastantes preguntas a la vez,
esperando tener respuesta en forma de imagen, y…., con andar sereno, apareció ella el encuadre.
Rápidamente,
me identificó al girar su mirada a la
derecha y divisarme a lo lejos, yo estaba solo en medio de uno de los
despejados caminos de los alrededores de la ECAM. Indefectiblemente, ella debía
caminar hacia mí, y aquella circunstancia me iba a brindar la oportunidad de
contemplar su caminar hacia mí, pudiendo fijarme en cada detalle de su andar y
gesto. Pero no lo hice, sólo parcialmente, alterné miradas hacia ella con
miradas a los lados del paseo, ya que me parecía poco amable escudriñar su
andar expuesta a mi juicio. Su
andar era decidido y bastante femenino, sobretodo me transmitió seguridad, pero
una seguridad sin prepotencia, era un caminar natural y seguro, era el suyo, sin afectación. Nos
presentamos y fue cercana, llevaba gafas de sol, así que no pude
intercambiar mirada. Yo
fui corriendo a cogerle el guión que ella me pidió, y le comenté que se
reuniera unos metros más adelante con mi otro compañero director y otro actor. Tardé
un par de minutos en volver al
restaurante con el guión y cuando entre estaban sentados los tres en una mesa,
me senté en frente de ella y por fin la miré a los ojos ya si su parapeto de
gafas de sol.
Hace ya muchos años que soy fan y defensor de las mujeres que tienen expresividad en el rostro, que tienen vida, que transmiten su personalidad y sentimientos en cada gesto de su cara. Ese encanto, una mueca, una media sonrisa. Unas miradas que te penetran y exportan su interior hacia tí, complementado por el conjunto facial, que se expresa con movimientos que completan el mensaje.
Veo en el gusto de los
hombres en general, una reducción paupérrima de
los atributos a considerar o admirar en una mujer, la paleta es muy
limitada, y bastante burda. Por ejemplo, si ven una mujer muy alta y delgada ,
aunque sea un espárrago desgarbado dirán que es espectacular, el sentido de las
proporciones no existen para la mayoría. Si lleva shorts y las piernas
son delgadas tendrá unas piernas maravillosas, sin fijarse en si la forma de las piernas es
armoniosa , y así todo.
Volviendo
al caso que nos ocupa…. Cuando todo este carrusel de dinamismo expresivo viene
complementado con una conversación que en su modulación , en su estilo, las
pausas, el tono, transmite ideas propias
, ahí lo tienes : algo especial. Este
tipo de mujeres escasea.
Imagínense ustedes cuando la susodicha actriz empezó a conversar en el restaurante; Yo tenía curiosidad. Se supone que las actrices tienen rostros expresivos, ¿ pero quién sabe si ella sería así?. Me miró a los ojos y me sentí atacado, en el buen sentido. Recibí un flash intenso de insultante expresividad, hasta tal punto que me sentí agredido positivamente, o sea, me colmaba, me superaba tanta expresividad inesperada y concentrada en tan corto lapso de tiempo…Esperaba que fuera expresiva, pero no un tsunami de comunicación.
Imagínense ustedes cuando la susodicha actriz empezó a conversar en el restaurante; Yo tenía curiosidad. Se supone que las actrices tienen rostros expresivos, ¿ pero quién sabe si ella sería así?. Me miró a los ojos y me sentí atacado, en el buen sentido. Recibí un flash intenso de insultante expresividad, hasta tal punto que me sentí agredido positivamente, o sea, me colmaba, me superaba tanta expresividad inesperada y concentrada en tan corto lapso de tiempo…Esperaba que fuera expresiva, pero no un tsunami de comunicación.
No contenta con tal inauguración gestual, en el transcurso de la conversación dirigió el debate hacia temas muy trascendentes, en lo que concernía a la elección de su profesión y el estilo de vida que esto implicaba, además de las correspondientes renuncias, pero al final , resumiendo, afirmó que su vocación de actriz estaba por encima de todo y su determinación era interpretar…Todo esto expresado de una manera que exalaba autenticidad y verdad por todos sus poros.
Claro,
esto fue ya el remate. Ella
ya está presentada, ahora entramos en el rodaje, y observo su desenvoltura:
Lo primero que hizo, a diferencia del otro actor del reparto, fue presentarse a todos y cada uno de los miembros del equipo de rodaje por separado, yendo por su propio pie a su encuentro .
Una
vez se puso en situación, me pareció observar en ciertos momentos algo de
preocupación en su rostro, fruto la lógica responsabilidad que supone para un
actor intentar darle máximo siempre. No obstante, se mostró en todo momento
cercana y comunicativa con todos los técnicos, y por supuesto con Ernesto, al
que ya conoce hace tiempo.
Pasados
unos minutos, ya quedó claro que estaba disfrutando con lo que hacía,
independientemente de que las condiciones de rodaje no fueran las adecuadas. Empezó
a interpretar, y cuando ella consideró que debía intensificar el gesto expresivo,
sufrí otro shock; sucedió cuando mirando
desprevenido al combo su actuación, quiso expresar sensualidad y parecía que se salía del monitor e invadía
tu intimidad, todo ello se amplificaba por el hecho de que te estaba mirando a ti
a través del combo, pero se lo estaba diciendo a él, al actor, muy curioso.
El
rodaje transcurría con lentitud debido a los cambios que íbamos haciendo sobre
la marcha en planificación, todo ello supervisado por Ernesto, nuestro
profesor. Todo
parecía ir bien, y mi papel en el plató no era preminente, estaba más de
observador que en posición protagonista…, hasta que…, sin previo aviso y
delante de todo el equipo, me suelta la siguiente perla:
“emm,
tuu…, mmm", (con una media sonrisa , con seguridad en sí misma y con un tono
algo prepotente), "¿cuantos años debes tener? ”
Pues
otro shock, porque no me esperaba una pregunta personal aunque sea de tipo
cronológico – biológico delante del equipo de rodaje y en alto. Se
tomó la confianza, y yo, tuve la suficiente entereza para reconducir la
situación como a mí me interesaba, más que nada porque no me apetecía que me
interrogara delante de la gente, haciendo gala de su seguridad, así que le dije
que después se lo diría, con posterioridad…, en un tono parecido al de su
propuesta…, el caso es que aunque me pareció
una sobrada de : “aquí estoy yo”, no tanto por la mera cuestión concerniente a mi
intimidad cronológica sino por la manera en la que se expresó, pues bueno, he
de decir que, joder, me atrajo la forma en la que lo dijo, así, un poco
desafiante.., esa es la palabra.
Posteriormente,
ya cuando conseguimos finalizar la grabación, me acerque a ella cuando estábamos separados del resto le comenté
el asunto de la edad, que sabía le sorprendería.
Mientras
dialogábamos , ella interrumpió y me pregunto por mi perfume, apostando por una
esencia, pero no acertó. Mientras ella me preguntaba por el perfume yo también
percibía el que ella portaba ,era un perfume que no había olido nunca con
anterioridad, me resultó muy agradable,
pero el sutil aroma de su fragancia me mantuvo lo suficientemente ensimismado
como para no estar al quite y preguntarle qué esencia era la suya.
Y
por ese ascensor que cogí en la noche de ayer, infestado de su perfume, su recuerdo vino hasta mí, provocándome escribir sobre aquella jornada de
rodaje en el que conocí a una actriz: Usue.