Hay veces que miras a una mujer y
percibes en su mirada algo que transmite eternidad. Son esas miradas que
parecen proyectarse hacia el infinito.
En una ocasión escribí
sobre los ojos: “los ojos miran, y extraen del interior del alma nuestro yo
hacia el mundo” ; nuestra personalidad se manifiesta a través de la mirada.
Aunque, si aislásemos los ojos, ¿sentiríamos
esa transmisión de la mirada?, creo que más bien la personalidad está contenida
en toda expresividad facial , en un compendio de formas y pequeños movimientos
que transmiten un mensaje al receptor. Los ojos, en todo este compendio que es
la faz, son los encargados de transmitir el mensaje del todo; tú miras a los ojos de la
persona pero estás percibiendo al unísono toda su expresividad facial y lo que
ello transmite, por lo tanto, son
interdependientes, forman un menaje completo. Los ojos son los dos focos del rostro, pero
necesitan de las facciones y su movimiento para completarse, sólo a través de
la influencia de todas las portes en conjunción con los ojos percibes el todo.
Hay personas que son
más ambiguas en la transmisión de su mirada, pero en general uno ve la mirada
de alguien y todos percibimos inconscientemente el tipo de persona que tenemos
delante, y en ocasiones, no nos queda duda aún no hayamos entablado
conversación; una vez empieza la conversación y tiene lugar el festival de
poses, gestualidad, y mirada combinada, uno empieza ya a captar esa esencia del
interlocutor, o, al menos, rasgos generales de personalidad. Ese factor de
percepción del subconsciente de la personalidad del otro a través de su mirada
no es más que la incapacidad para identificar y codificar la complejidad de los
mensajes que estamos percibiendo en tiempo real, pero nuestro cerebro está
acostumbrado a codificar por la fuerza de la costumbre del mirar, percibir e interpretar, una actividad que hacemos sin pensar, es automática en nosotros,
por eso no sabríamos decir cuáles son los cientos de pequeños factores que inciden,
y quizás, he aquí el maravilloso misterio de la mirada, y los sentimientos que puede
generar en el ser humano; esa emoción del mirarse.
El valor de la mirada
en la veracidad del mensaje radica en que la expresión y la mirada son
actividades muy ligadas a la personalidad del individuo y muy difíciles de
controlar o manipular, por eso será que dicen que la cara es el espejo del
alma.
Eternidad:
Vuelvo a esa condición
de eternidad, de la cualidad inconmensurable que hay en algunas miradas. Esta
cualidad se puede manifestar en su más detestable esencia y consecuente estética;
esas miradas ambiciosas que parecen no tener fin en la capacidad para proyectarse hacia fuera…,
son miradas que tienen esa fuerza de la violencia interna. Pero también…, en
ocasiones, este factor de eternidad viene a representar cualidades maravillosas
como la “entrañabilidad”…., y esa cualidad en la mirada da a la persona que la
posea una cualidad que traspasa tu percepción y te emociona, porque es verdad
que al mirar esos ojos, esa mirada te abre las puertas hacia una vista que no
parece tener fin, que efectivamente se proyecta …, y hace de estas personas
unos seres que poseen eso que se da en llamar “el encanto “, cualidad que ha
desaparecido del ideario contemporáneo por la tiranía de la estética que premia
la contundencia y la rudeza como signo de fortaleza, de independencia y libertad
personal , Todos estos valores que se han confundido y mal interpretado.
Por eso, deseo para mí
aquellas mujeres con estas maravillosas miradas dulces, entrañables y llenas de
vida, en detrimento de aquellas miradas fuertemente opacas, que reivindican única
y exclusivamente su yo, su individualidad, cerrando la puerta hacia la
interacción sincera con el entorno, la hostilidad de nuestro tiempo, La tan mal interpretada nueva feminidad como
supuesta contraposición al machismo.