le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

viernes, 20 de noviembre de 2015

El amor moderno.



El amor nos hace vulnerables. Si el amor es verdadero, debe existir la entrega hacia el otro. La entrega implica ceder una parte de ti para ofrecerla al otro. El amor así entendido poco éxito puede tener en nuestros días. Las sociedades tecnificadas tienden, por su imparable desarrollo tecnológico,  a generar innumerables parcelas de seguridad; estas parcelas redundan en disfrutar de una vida que logra vencer en gran medida la contingencia que dicta nuestras vidas. Sentirnos seguros nos da estabilidad, nos tranquiliza. Buscamos la estabilidad;  cada vez más,  a través de la comodidad que nos confiere el tenerlo todo controlado, y además del control, hay que añadir la circunstancia de que ese control sobre nuestras vidas cada vez es más sencillo ejercerlo en base a las facilidades de la tecnología nos ofrece. Estamos educados en esta búsqueda de la simplificación, aunque por otro lado, esta simplificación del control de nuestro entorno nos da la posibilidad de estar atento a un mayor número de cosas al mismo tiempo, por lo que finalmente, la inducción al estrés es inevitable. La mente trabaja con muchas variables diariamente, las controla de forma sencilla y eficaz, pero el aumento cuantitativo de las mismas , provoca estrés, y lo que es más grave aún: impide a la mente reflexionar. 

Mantenemos el tiempo ocupado en muchas actividades simultáneamente; la facilidad para llevarlas a cabo no requiere de la implicación total del individuo para acometerlas por las facilidades de la tecnología. Todo este proceso induce a la simultaneidad de tareas simplificadas, por lo que hablando  claro:  hacemos muchas cosas, pero no profundizamos en ninguna. No hay implicación del individuo en las tareas que acomete. El devenir diario nos dirige hacia basar nuestras experiencias en la rapidez en que la experimentamos, y la rapidez con que se renueva, es decir, la renovación constante de las acciones como base de la propia experiencia. 

Así las cosas, el mundo de las relaciones personales, y más concretamente el de las parejas, se está viendo afectado por una asimilación de la vida en común a otro compartimento más de nuestras actividades tecnológicas. Un factor definitorio de todo este mar de rápidas acciones simultáneas diarias  es su esencia transitoria; todo es susceptible de cambiar rápidamente si encontramos otra cosa que nos atraiga y que tengamos acceso rápido a ella. Esta dinámica de comportamiento diario la hemos trasladado a las personas. Las relaciones se ven afectadas por la falta de compromiso. 

Nadie quiere implicarse con otra persona porque anhela poder cambiar de elección constantemente;  asimila la inacabable oferta diaria de items para pasar el tiempo a sus relaciones de pareja: " hoy estoy bien con esta persona peros pero mañana puede que se me presente otra que me gusta más", o peor aún, otra que me permita cambiar. He ahí - en el poder cambiar- el meollo del asunto, porque se hace la asimilación del fulgurante e incesante cambio que rige nuestras vidas en lo material, a la parcela de lo personal.  La esencia es poder cambiar constantemente,  "el cambio" , rige nuestras vidas , que se convierte en un cúmulo de pequeñas experiencias cortas y epidérmicas. 

Todos estos comportamientos son la antítesis del caldo de cultivo para el desarrollo del amor. La sociedad actual sigue añorando el amor verdadero, lo busca, pero se da de frente una y otra vez con la transitoriedad, con el permanente disfrute superficial, con la necesidad de saciar el instinto más terrenal a nivel cognitivo. ¿Dónde está la vulnerabilidad en este tipo de modus vivendi?; simplemente no tiene cabida. La vulnerabilidad requiere de un proceso de apertura, de una decisión por desprotegerse y ser consentir que el otro penetre en ti. Todo ello requiere de tiempo, de reflexión, de tomar la decisión, de una cierta espiritualidad que no existe en nuestra estructura diaria construida sobre unas bases tan efímeras. Así pues, ¿cómo va a encontrar el amor verdadero el hombre moderno?. La tentación de llegar a amores de intercambio,- que no de entrega-, donde cada uno de los dos amplía su seguridad en su vida diaria a la parcela de su relación;  su zona de confort la traslada al ámbito de las relaciones íntimas; difícilmente , en un ambiente de amenazante transitoriedad de un estado amoroso se puede cultivar la entrega, ¿cómo me voy a entregar al otro si estoy con otro el rabillo del ojo contemplando la posibilidad del cambio?. Malos tiempos para el amor verdadero.