Constantemente
la vida nos pone en situaciones en las que hemos de elegir. De nuestra
iniciativa puede depender cambiar la realidad que nos rodea y las realidades
que nos constituyen, o que las realidades nos sobrevengan sin nosotros
intervenir en ellas, al menos no conscientemente. Uno de los grandes asuntos de
nuestra vida es el amor. Ahora mismo me encuentro en una encrucijada; ¿qué
hacer si conoces a una mujer en la que vislumbras un potencial que sientes
puede llenarte hasta el resto de tus días, y ella, a su vez, -otorgándote un
valor humano con el cual desea interaccionar-, no llega a decidirse por
profundizar, ya sea bien por estar en un
momento de desarrollo personal, o bien porque quizás no vea claro que yo sea
esa persona que la pueda complementar per sé, como yo si lo intuyo?.
A
menudo ser sabio significa dejar las cosas fluir, no intervenir dejando que sea
el destino el que dicte la evolución de los acontecimientos; esta inacción puede ser una señal de respeto
hacia nosotros mismos, una especie de renuncia a forzar las cosas y un gusto
por no desear aquello que no nos es dado de forma natural, sobre todo en el
amor. Sin embargo, me alberga la duda de si esa intuición que me acompaña cada
vez que ella está en mi pensamiento, - de si debiera luchar por ello, por
intentar sugestionarle el horizonte que veo y que ella lo pudiera llegar a
sentir como yo- sea la mejor opción. ¿Puede una mujer tomar conciencia amorosa por la perseverancia de un
hombre?. ¿Hasta qué punto o límite
podemos - legítimamente - luchar por la mujer que creemos puede ser la de
nuestra vida, sin caer en una obstinación que nos despoje de cierta
dignidad?. Quizás esta
sea la primera vez en que siento que he conocido a una mujer a la que seguir; sí, una mujer a la que admirar también; pero sobre todo, a la que deseo acompañar en
su periplo vital, al
mismo tiempo que ella me complemente a mí en mis inquietudes vitales.
Muchas de estas inquietudes son compartidas, curiosamente, por tener un tipo de inteligencia similar, y un espíritu deseoso de crecer.
Muchas de estas inquietudes son compartidas, curiosamente, por tener un tipo de inteligencia similar, y un espíritu deseoso de crecer.
Qué bonito es encontrar a alguien a quién
seguir, alguien con quien quieras estar a su lado en sus proyectos, -
haciéndolos tuyos- . Me alegro de haberme topado con ella, me ha dado
esperanza, pues he despejado la duda de
si yo estaba buscando una mujer que no existía, y haber ratificado que mi entusiasmo por encontrar una mujer a la que admirar y seguir no era una idea utópica. Desde esta
experiencia vital que he acumulado y la cantidad de mujeres a las que he dicho
no, ahora puedo sentirme tranquilo – en
realidad lo estaba- pues tenía claro que debía escuchar siempre a mi
corazón; pero, ¿acaso mi corazón buscaba sensibilidades femeninas extrañas que no
existen, personalidades quiméricas?; ¿quizás mi búsqueda era producto del hastío de tanto conocer, en una búsqueda
de cierta singularidad que atenúe el tedio de lo standard?. Bueno, hace tiempo
que me llaman la atención mujeres singulares, lo que pudiera considerarse
un capricho por lo novedoso, he confirmado que puede integrar el tipo de mujer que
necesito en mi vida; pero, cuidado, que hay pocas como esta, así que: ¿dejar
marchar con posibilidad de vuelta, o intentar perseverar por conseguirla?.