Perdón por entrometerme
por esta vía; no tengo otra, al menos, ésta me permite decir lo que
pienso con libertad,
por escrito. En un garito, todo se diluiría y parecería ridículo hablar de ciertas cosas en un contexto de ese tipo, aparte de arriesgarme a que me tomes por un vehemente que
entra a una más, o quizás ,
por un loco.
Hace una semana me crucé contigo y me volvió a pasar lo mismo que me pasa
siempre. Quizás te parezca irreal, pero la realidad es que me transmites algo diferente que me impresiona y me hace verte distinta al resto de las mujeres.
No es sólo el tipo de belleza, -hay muchas chicas guapas-, es, lo que me transmites. Va más allá.
No sé explicarlo , pero me agrada mucho tener esa
sensación interna de incondicionalidad, y me despierta mucha curiosidad por conocerte.
Me
imagino que una declaración de este tipo proveniente de un desconocido te
asombrará. Realmente no es tan extraño; esta misma tarde estaba viendo una gran película:
“Ciudadano Kane”, y un hombre le preguntaba a otro si las personas se guardan cosas para sí. El otro hombre , más viejo que el primero, le responde que hay muchas cosas que los hombres
nunca cuentan, y le
expone un ejemplo de sí mismo, contándole que una vez cuando era joven
vio a una mujer bajando del tren, y desde aquella aparición,
no hay día en su vida que no
recuerde esa imagen, a
esa
chica. Así pasa.
A mí me gustan las mujeres que cultivan la curiosidad a raíz de un interés sincero por mi parte, no obstante, sea cual sea la reacción, he escrito lo que debía escribir, y quería hacerte llegar ese
bonito sentimiento de
curiosidad
que una chica
como tú despertó ya hace
tiempo en mí.