le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

sábado, 14 de marzo de 2015

Perdona si te escribo, pero yo, no lo decido.




Y el derrotero caprichoso de la conversación nos  llevó a los arenales del Coliseo de la Roma imperial. Escenas de barbarie humana,  brutalidad y crueldad hecha espectáculo – asegura ella -. En aquellas escenas guerreras para un pueblo hambriento de emociones, los gladiadores disponían de una espada,  su valor y el tiempo. El tiempo era una espera agónica hasta la muerte,   o la salvación;  un drama que se dilataba con la seguridad de un final sangriento, o una oportunidad más para cambiar la balanza del combate.

Apoyado sobre la barra de un restaurante, miro hacia el suelo. Giro la mirada, la alzo,   y súbitamente aparece una imagen inesperada no por quien aparece, sino por cómo aparece. Una mujer de estatura imponente y una  elegancia de las que se llevan por dentro y por fuera, perfecta demostración o vívido ejemplo de que la clase nace del interior y se proyecta hacia el exterior, sin estridencias, suavemente, como un tenue coro de Mozart.

Un libro puede representar muchas cosas , pero siempre es una ofrenda;  el suyo, quedó posado sobre la mesa. Aquellas paredes ortogonales del restaurante, según avanzaba la cena, se iban curvando adquiriendo forma de ovoide, como el Coliseo;  Las baldosas del suelo de roca caliza pulida iban perdiendo consistencia y empezaban a disolverse en millones de granos que terminaron por ser polvo;  un sedimento que yo,  incauto de mí, nunca vería desde la altura de las gradas. Yo no era juez. Un libro,  puede también ser una excusa para quedar y hacer un rápido examen al que recibe el obsequio;  podría ser el símbolo de una historia que empieza y no terminará nunca,   sólo cuando lo  único que nos pueda separar en la tierra, sea lo que nos una en otro lugar, más allá; o quizás, convertirse  per se,  en el testigo impertinente de un final que no tiene inicio.   Esa noche, inconsciente de mi reto, mi cuerpo se mostraba algo cansado,  mi rostro ojeroso; no era una noche para combates sobre la arena. No tengo ni tiempo, ni espada, sólo mi valor. ¿Qué he de hacer?, ¿puedo ser yo, en apenas dos horas?, ¿iba a salir mi interior y gritar a las gradas mi virtudes, mis defectos, mis miedos, mis ilusiones….,?; muy difícil,  Igualmente complejo que la rápida evaluación desde la tribuna y dictar sentencia.

Yo desearía,  que mi espíritu tuviera tiempo, sólo el tiempo para mostrarse de la única manera que un ser puede sacar de sí su interior, y ofrecerlo: sin el reloj, como los gladiadores de Roma.