le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Conciudadanos.






Cualquiera que viva en la zona central de nuestra ciudad: Madrid, habrá encontrado en su caminar uno de esos negritos subsaharianos que están  en las puertas de  establecimientos como el corte inglés.


Estas personas forman parte de nuestra vida diaria, al menos durante un lapso pequeño de tiempo. La mayoría de la gente pasa de largo intentando no ser presa ,  no sólo sus ofrendas comerciales, sino , más bien, y sobre todo, de una inexplicable , obcecada,  y obsesiva pulsión parlante hacia el aludido.  


Son realmente incansables, hablan literalmente a todo el mundo que pasa por su lado, que serán miles de personas en unas pocas horas…..


Es un comportamiento que siempre me ha llamado la atención, nunca le he encontrado una explicación lógica más allá de un afán por la venta; pero tan exacerbada que llega a la locura , como en el caso del negrito que se pone en la puerta del corte ingles de Serrano con Ayala, que directamente parece estar poseído de una magia negra y no para de saludar a la gente de forma compulsiva , sin criterio, como un autómata. Realmente, si te paras tres o cuatro segundos te induce tristeza el observarle mientras los viandantes pasan, unos displicentes y otros angustiados por esa agresión verbal; un saludo compulsivo.


Sin embargo, el negrito que me ha impactado más es otro. Todos los días por la mañana cojo el coche y en el camino a mi oficina paso por un tramo de la calle Bravo Murillo. Justo en ese tramo , siempre me coge un semáforo y aprovecho para observar lo que pasa en la calle, desde la paz que da el interior de un coche; un coche en una ciudad algo cosmopolita y superpoblada es como un observatorio rodante, es el batiscafo del asfalto.


El caso es que, en el tiempo que dura el  semáforo me entretengo en mirar a  otro negrito que está en la acera , justo a la altura en que paro debido al semáforo. Es un caso especial, porque este alto y fornido chico, se sienta en una especie de taburete pequeño en la acera, apoyado sobre la fachada de un edificio, y mira de frente a la calle, donde pasan los coches y las personas perpendicularmente a él.


Todos los días le miro y observo su comportamiento, alguna vez me ha mirado, aunque yo no me he atrevido a sostenerle la mirada por si me suelta algún gesto raro. Como es una calle con bastante tránsito peatonal siempre pasa algún peatón y veo que el  negrito saluda a los peatones, pero de una manera amigable, y sin presionar al viandante. Es más, es que muchas veces los viandantes le saludan a él, manteniendo una  conversación de dos frases y siguen su camino. Nadie deja dinero ni él parece ofrecer nada,  sopena de que espere algo de alguien de forma espontánea.

Igualmente que en el otro caso, aunque este sea diferente, no lograba entender la naturaleza de su comportamiento, es muy difícil para un europeo que está en el primer mundo ponerse en la mente de una persona que viene de un lugar tan diferente.

Creo que el principal problema para esta gente es que no entienden nuestros códigos de conducta, nuestra sociedad  es muy compleja para ellos, y tratan , por su instinto, de actuar con nosotros conforme a lo que su intuición les dicta. Siempre pensamos en el aprieto que nos ponen cuando nos molestan al hablarnos, pero nosotros no nos ponemos en el lugar de ellos ; el esfuerzo que debe suponer para ellos tratar de comunicarse con nosotros en un espacio y culturas que les son absolutamente ajenos y de los cuales comprende seguramente bastante menos de lo que nos podamos suponer.



Esta mañana, una vez más me he parado en el semáforo y ahí estaba él, con esa cara medio feliz y medio circunspecta, saludando a sus conciudadanos.

En ese momento, ha pasado un hombre de unos 48 años, ya con algunas canas, era alto, como el negrito que nos ocupa. Se han mirado y se han saludado, y he podido ver como el negrito se levantaba a saludarle amigablemente. De igual manera, el viandante español le ha sonreído y han intercambiado algunas palabras, unas frases más bien, por lo menos un encuentro de medio minuto. Desde mi privilegiada posición podía ver la expresión del negrito cuando hablaba mirando a los ojos a su interlocutor…, y súbitamente, me ha venido a la cabeza una revelación:



Menuda expresión de orgullo, satisfacción y dignidad que portaba este chico , era mirarle y darte cuenta de que ese era su momento, el momento de sentirse un ciudadano más, integrado en el seno de una sociedad que no sabe ni quien es, ni le importa, pero él, con ese acto diario, quiere sentirse un ciudadano de su ciudad y era increíble la satisfacción y el orgullo que exalaba al darse cuenta de que por un minuto estaba hablando al mismo nivel, de tú a tú, con un Conciudadano, una persona que le estaba otorgando categoría de ciudadano al mismo nivel....


Es en este momento cuando me he dado cuenta de todo, de lo importante que supone para una persona de este tipo simplemente intercambiar un saludo con cualquier persona de una ciudad que no le mira jamás. Ellos buscan su integración a base del saludo y el contacto diario con las personas que ellos quieren ser…, pero lo realmente impactante no es el loable y tenaz esfuerzo que realizan, por otra parte con ilusión, sino la candidez e inocencia que encierra su actitud, esa fuerza de la ilusión por ser como el otro, esa ignorancia ante el mounstruo de la ciudad, que es vencido día a día por estos negritos con cada uno de sus saludos a sus pretendidos conciudadanos….., impresionante.


Este tipo de comportamientos tan inocentes como auténticos sólo pueden emanar de unas personas como estas…., por el contrario, no verás a otros inmigrantes como latinos o personas del este con esta  pertinaz ilusión por sentirse uno más…, y es lógico, porque ellos, los latinos , los del este, son ciudadanos de nuestro mundo, y saben de la dificultad que entraña la integración.


Lo paradógico de todo esto es que la fuerza de la ilusa ignorancia inocente de estos negritos es tannn grande, tan potente, que es posible que varios de ellos se empiecen a integrar , poco a poco, esperando su oportunidad. 



“Cuantas cosas inalcanzables ha logrado el hombre por su pura ignorancia….” , que así sea, y por ello mismo,  se vayan integrando; “queridos conciudadanos”.