Una de las labores más interesantes
de indagar en los entresijos del comportamiento de las masas sociales,
particularmente en el de las subclases o tribus urbanas, es el descubrir los mecanismos que están
ocultos tras los comportamientos de clase.
He observado que ciertas personas
con un grado de formación medio alto,-
aunque de idearios algo superficiales -, son tendentes a estar más pendientes
de la imagen que proyectan, que de sí mismos. Como decía Baudelaire sobre la burguesía parisina
del XIX, sobre los que aseguraba que salían a pasear ataviados de manera harto
pomposa con el único cometido de ser, para ser vistos. Sin embargo, en el caso que me ocupa, se trata
más bien de una afectación en su actitud,- sin duda- , una manera de desmarcarse de la masa ; un dandy del XIX pero versión cutre.
Ellos, en su necesidad de
distinguirse – acto loable por otra parte, si es fundado o coherente - , utilizan
de paso el concepto de patriotismo para despreciarlo.
La pregunta clave es la
siguiente:
Entonces, ¿tú te consideras
español, no?
La respuesta es
contundente y rápida, autocomplacido; una media sonrisa contenida que le lleva
a espetar con un tono de seguridad en sí mismo:
“No, ni hablar, yo no me limito a
algo tan localista y provinciano, yo soy
un ciudadano del mundo”.
Toma ya!!!, impresionante, ¡qué
golpe de efecto!.
Bajo mi punto de vista, el origen
de esta necesidad de desespañolizarse tiene su origen en que identifican patriotismo con
paletería o estrato social bajo. Es sabido que las masas sólo salen a la calle
a gritar "España, España" , al ritmo de los goles de la selección española ; una
manifestación vulgar de la patria, pasional y auténtica, aunque ordinaria. El problema es que no hay otro
factor identitario que nos defina como país que el fútbol, de ahí, que el burgués
superficial quiera desmarcarse, pasando a despreciar a su propia patria , la
que le ha visto nacer, aprovechando para darse una pátina de persona viajada que explora y
se nutre de todas las culturas del mundo en una suerte de proceso expansivo y
enriquecedor sin límites.
Y yo te digo a ti, burgués
desculturizado del siglo XXI, que no te
dejes llevar por estas cosas tan banales para ti, y que sepas amar a tu patria
aunque te de verguenza ajena de esos seguidores gritones que van por las calles de
manera ordinaria, porque se supone que tú, burgués, sabes quien eres, y no
tienes necesidad de faltarle el respeto a tu patria por la necesidad
superfical de adjetivarte; si lo haces , que no sea en detrimento de cosas tan importantes como tu origen.
Ni que decir tiene que te puedes sentir español y estar muy abierto a otras culturas, no son cuestiones inmiscibles.