le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

martes, 16 de febrero de 2016

Pequeños hallazgos.



Algunas veces me pregunto cuál será el motivo de que tenga tanto interés en leer a los grandes autores. Hay una razón,  que a parte de otras menos conscientes, me resulta muy fácil de identificar. Los grandes escritores de la historia han tenido la capacidad de describir con maestría los profundos sentimientos humanos, los miedos, las angustias, los placeres. El viaje a través de las líneas de un texto probablemente escrito hace cientos de años, termina por fundir en conexión al vivo y al muerto;  un muerto que se torna vivo a través del vivo;  aquel, con su inteligencia, intelecto cultivado y  dote artística, es capaz de condensar en pensamiento escrito una serie de breves renglones con alguna idea o concepto de manera prodigiosa, con una lucidez al  tiempo sencilla y erudita.

El milagro está en la elección de  las palabras adecuadas,  que en una determinada conjunción, hacen aflorar de forma natural, -de forma tan bella-,  una verdad humana. Estos momentos de hallazgo, en los que el lector encuentra una verdad de la vida resumida tan brillantemente en un corto espacio de letras o frases, son parte del encanto de la experiencia lectora; una experiencia inolvidable por cuento son esos momento de hallazgo vital los que le hacen a uno sentir que ahonda en los pequeños secretos de la vida.

Y quizás, el placer de descubrir tales secretos en tan bellos párrafos, provenga de mi obstinada  voluntad por encontrar, - desde muy jovencito -,  las palabras adecuadas que pudieran hacer expresable un sentimiento que yo musitara. La imposibilidad de transmitir  un sentimiento o pensamiento siempre me ha parecido una fatalidad, una desgracia que me generaba frustración, porque yo deseaba comunicar.

Una frase, una idea o sentimiento condensado, puede ofrecerme un placer de gran intensidad, por eso, y como prueba de este gozo que siento por el encuentro de estos párrafos escondidos entre páginas, quiero traer como ejemplo una frase,- ni siquiera llega a párrafo, de ahí mayor su magia- , que Giacomo Leopardi escribió hacia 1.820 a su querido y respetado amigo Carlo; cuando las amistades podían ser tan respetuosas como intensas, y en las que la palabra amor era pronunciada en las relaciones epistolares de la época como muestra de estima en la amistad para con el otro.





"Tú,tu amor, el pensamiento de ti, sois como la columna y el ancla de mi vida”

Giacomo Leopardi. Carta a su amigo Carlo.