Disfruto a cada paso que doy contigo. Los dos caminamos con el mismo
paso calmado y al tiempo grácil; tu compañía me es tan agradable. Cada momento del paseo me nutre de sensaciones placenteras, suavemente, como el constante placer que emana del aroma de un buen perfume sobre el cuello de una dama de gusto exquisito; estoy gozoso,
orgulloso de tenerte a mi lado. Cada pocas zancadas nos miramos y tú me brindas
sonrisas de cómplice. Te iluminas; tus ojos y tu amplia sonrisa me transmiten
satisfacción. En cualquier momento, tras una broma mía, mirarás al cielo
clamando paciencia con ese gesto que es tan tuyo y me devolverás una mirada de
tierna alegría. Siento que me amas en esos instantes críticos de extasiante
felicidad.
Rodear tu mano me resulta tan natural… ; no me he dado cuenta y ya te he abrazado la
cintura. A veces, pongo mi antebrazo sobre tu hombro; otras, eres tú la que con espontánea dulzura colocas el antebrazo sobre mi hombro mientras me miras con cariño. Opps, no nos hemos
dado cuenta y hemos llegado a nuestro
destino; ha pasado el tiempo tan rápido…
.Me apoyo sobre la valla de esta calle transitada y céntrica de Madrid. Tú,
jovial y sonriente, te aproximas decidida a tomar mi cuerpo mientras mantienes tu mirada en la mía. Ya me tienes, estamos
fijados el uno al otro, fundidos. Me rodeas con tus estilizados brazos mientras yo utilizo esos instantes para contemplar tus imponentes hombros de extraordinaria feminidad y simetría. Te
miro a los ojos otra vez: sientes un
cándido pudor y retiras tu mirada proyectándola hacia algún sitio en ninguna
parte del paisaje. Es en ese preciso instante en que tu mirada paraliza la ciudad, cuando estremeces algo en mi interior, y quedo conquistado..