Si lo que vivimos en cada momento, ese lapso de tiempo sucesivo de
realidad innegable, esa consciencia de estar vivo, es lo único auténtico; ello,
nos trasciende y no lo podemos
manipular, ni lo hemos elegido. Debemos concluir
que es algo verdadero y constituye el
único hecho auténtico y certificable. La vivencia instantánea de cada momento
constituiría nuestra vivencia más auténtica y definitoria de nuestra identidad.
Sin embargo, el individuo, sólo
aprehende el instante presente una vez lo ha asimilado. Sí, vivimos el presente, pero no lo aprehendemos
en tiempo real, sólo procesamos el presente a través del recuerdo en la memoria,
juzgándolo desde el momento futuro. Por
ende, el momento presente, cada instante, siendo el hecho verdadero y cierto de
la existencia, sólo puede ser comprendido por el hombre a través del mecanismo
de asimilación de la inteligencia y con el uso de la memoria, desde el futuro. Aquella forma de vida que carezca de un
mecanismo de memoria, no podrá ser consciente de su existencia, y sólo operará de
forma mecánica, pues vivirá algo que no puede asimilar y hacerlo suyo.