le feu follet

le feu follet
"Hay momentos de la existencia en que el tiempo
y la extensión son más profundos y el sentimiento
de la existencia parece inmensamente aumentado".


Charles Baudelaire.

domingo, 17 de mayo de 2015

Allí, en Clavel con Gran Vía.






Nuestros dos cuerpos daban pasos lentos;  cada paso se abría sobre sí mismo, tratando de parar caminando,  ralentizando la  marcha bajo la escala monumental de las dos imponentes fachadas que cierran el espacio de la calle Gran vía como un gran tubo,  rodeados de todo tipo de estirpes urbanas que parecían aislarnos aún más.  Se hacía tarde, madrugada,  no había tiempo de pensar hasta que un taxi apareciera, pues los taxis en la calle Gran Vía están disponibles al instante. Cada momento extra, era una decisión voluntaria. El final de una acera confrontada con un paso de cebra provocó el “se hace tarde, debo irme”.


Nos miramos a los ojos, y al unísono, comenzamos el acercamiento hacia el abrazo que habría de conectarnos para resumir aquellas cinco horas previas de conversaciones.  Mis brazos la rodearon cerca de sus hombros; ella,  se fundió en mí, soldada a la altura de mi corazón en un abrazo en el que todo su ser me transmitió la urgencia de  comunicación. Permaneció anclada a mí, sin querer poseerme, sino más bien intentando desalojar toda aquella necesidad de mí, canalizándola a través de las caricias más sutiles que haya percibido de las manos de alguien, deslizando su mano derecha a través de mi baja espalda, ejerciendo unas suaves presiones que iban envolviendo la caricia con una cadencia tan armoniosa como inspiradora de paz. En aquel fatídico momento permanecí casi inmóvil, absorto, como esos animalitos que acaricias y se quedan absolutamente quietos,  sin remedio de movimiento alguno por mi parte. Ella arrancó ese momento para ambos, para sí, un deseo inconsciente;  fue de justicia, pues antes  yo,  le había robado su alma.